La Princesa Shikishi
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Entre los mayores poetas de fines del siglo XII, se encuen-
tra la Princesa Shikishi (Shikishi Naishinnô), hija del Empe-
rador Retirado Go-Shirakawa (1127-92). Lo más sorprenden-
te de esta poeta es que no participando de los frecuentes con-
cursos de poesía del Imperio -una tradición muy fuerte, que
ayudó enormemente a construir una cultura poética que en su momento era de las más importantes del mundo, y que ha si-
do la fuente de la gran poesía japonesa a través de los siglos-,
49 de sus poemas fueron seleccionados para formar parte del
Shin kokinshû. Esta es una de las Grandes Antologías, otra
fuente fundamental para cimentar la tradición poética de esa nación. La Princesa Shikishi es sumamente versátil, sin dejar
de apegarse a la tradición. Por eso sus poemas también giran alrededor del ciclo de las cuatro estaciones, dándole frescura
a los antiguos tópicos, como el arribo de la primavera, el
desperdigarse de los pétalos de cerezo, el amado ausente, la
luna iluminando la noche, y el perfume de los naranjos silves-
tres en el verano. Alguien ha dicho que la poesía de Shikishi
es una combinación de los ideales de Fujiwara no Shunzei
(1114-1204), quien aparte de ser uno de los mayores creadores
del tanka -la tradicional forma poética japonesa que precedió al haiku- ha sido un profundo pensador y crítico de ese género.
Esos ideales son el yügen y especialmente el en: la belleza romántica asociada con la composición formal de la corte.
Se supone que la Princesa -a quien también se la conoce por
los nombres de Shikiko, Shokushi y Noriko, nació en 1149.
La fecha de su muerte (1201) sí es exacta.
Nunca contrajo matrimonio. En los últimos años de su vida
se convirtió en una monja budista.
Forma parte de los llamados "Nuevos treinta y seis inmorta-
les" de la poesía japonesa.
1
Aquí en lo profundo de las colinas,
mi puerta de pino nunca podría saber
que ha llegado la primavera-
sino por un hilo roto
de joyas de la nieve derretida.
2
Olvidando que él no puede saber,
me encuentro al caer la noche
lamentando mi destino-
consciente sin embargo de que yo sola
sé que nuestro tiempo está pasando.
3
Aquí estoy, esperando
pero tratando de evitar que mi corazón
escuche,
mientras ignora mis esfuerzos-
ese viento soplando sobre los juncos.
4
En la quietud
que viene con cada nuevo amanecer,
miro con tristeza
a aquellos que aun duermen
en la oscuridad de la profunda noche*.
* "La oscuridad de la profunda noche" se refiere
a aquellos que viven en este mundo sin el benefi-
cio de la iluminación budista.
5
Aún en mis sueños
las brisas siguen soplando
a través de desdibujadas flores-
impidiendo cualquier sensación de calma
a mi siesta en un día de primavera.
Otra versión:
Con las flores del ciruelo del cerco
visitando mis mangas,
los sueños mientras dormito
se disipan en mi almohada
6
La clase de lugar
donde el camino de las pisadas de un viajero
desaparecen en la nieve
es algo a lo que te acostumbras-
tal lugar en este mundo nuestro.
7
¡Ah, cómo he deseado
que algo más que flores
me diesen consuelo!
Dispérsense, entonces- estén tan distantes
como yo mirándolas.
8
El agua fragante en mis manos,
la rastré contracorriente,
donde encontré la fuente
bajo un naranjo
en flor
*Poema en respuesta al de Ariwara no Narihira
¡Inaudito aun en la era
de los poderosos dioses:
tiñendo las aguas
del río Tatsuta
en carmesí de Corea!
9
Ligeramente como la fogata
de un pescador en alta mar,
lo vi
y desde entonces
he estado enamorada
10
De noche cuando,
sola,
dejo mi aldea,
sé que al menos la luna
vendrá a despedirme
11
Aquí en el crepúsculo
mientras el viento va pasando
sobre las hojas de los juncos,
me olvido por un momento
que últimamente él ha dejado de venir.
12
Idas las flores,
no busco ningún color en especial
mientras miro a lo lejos-
y entonces desde el cielo vacío
la lluvia de primavera comienza a caer.*
* Este poema alude al de "El Diario de la Dama Ukyô
Daibu":
Mi corazón a la deriva
sin rumbo fijo, con inseguros pensamientos,
miro al cielo-
a las nubes que no me dan ninguna pista
de que haya un final a la vista.
13
Me acostumbré a la puerta de pino
sin cerrar,
dejándosela a la luz de la luna
que cada noche
cruza el Río del Cielo
14
Los días se acumulan;
cuanta más nieve cae,
más humo brota de los hornos de carbón
desolada
en la aldea
Ôhara
15
"Estoy muy enamorada, pero mírame,
sobreviviré a todo esto"-
eso no es lo que dije
y tú lo sabes.
16
Esperándote,
no he entrado en mi alcoba.
No dejes de brillar
sobre mi puerta de ciprés,
luna en el borde de la colina
17
Hilo de cuentas*,
si debes romperte, rómpete.
Si duras más tiempo,
mi resistencia
seguro se debilitará.
* El hilo de cuentas ("string of beads"), o de abalorios, o
hasta de perlas, es una metáfora de la vida.(1)
FUENTES
Steven D. Carter. Traditional Japanese Poetry. An Antholo-
gy. Stanford University Press, 1991.
Hiroaka Sato and Burton Watson. From the Country of Eight
Islands. An Anthology of Japanese Poetry. Anchor Books,
1981.
También existe este libro que desafortunadamente no tengo:
Princess Shikishi. String of Beads. Complete Poems of P.S.
Translated by Hiroaki Sato. Shaps Library of Translations,
1993.
NOTA
Y al rato me cruzo con estos versos del poeta bosquimano
Dia!kwain (1844-1876), que pertenecen al dialecto katkop:
A la tierra la siento como si estuviera abierta ante mí,
porque la cuerda se ha roto para mí,
Entonces,
a la tierra no la siento agradable para mí,
debido a esto.
¿La cuerda de la que hablaba Shikishi hace 800 años, es la
cuerda que menciona Dia!kwain, un joven bosquimano que
murió a los 22, más de mil años después?
(El poema de Dia!kwain aparece en "51 Poetas. Antología
íntima", Selección, introducción y notas por J.M. Coetzee,
2015.)
Ayer releí una entrevista a Justin Cartwright, uno de mis es-
critores preferidos, que lamentablemente murió en diciembre
de 2018, en la que comentaba su admiración por su compa-
triota Coetzee. "Creo que es un maravilloso escritor. Pero hay
en el canon del trabajo, esa escritura del apartheid- como lla-
mamos a los escritores Sudafricanos blancos por no tener un
término mejor- una marcada falta de humor." Cartwright es-
cribió su libro más autobiográfico acerca de este tema: White
Lightning, que no ha sido traducido al castellano -como la ma-
yor parte de su magnífica obra.
Olvidé mencionar que la asociación provino de que los bosqui-
manos (nombre impuesto por los afrikáans, ellos se llaman a sí
mismos san, basarawa, o !kung), en una proporción menor, vi-
ven en Sudáfrica.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
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1 comentario:
Pedazo post caballero , pienso que los grandes escritores/ as han tenido un fortísimo vínculo con la naturaleza , unos poemas muy bonitos de la poeta japonesa . Me ha gustado mucho lo que escribió esta mujer , me ha recordado al gran Juan Ramón Jiménez ( y me abrazo a los Olmos, genial poema ) y a Thomas Transtormer, otro genio .
Manuel, un español de Cantabria
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