viernes, 21 de septiembre de 2018

EL CHICO INDIO Y APOLLINAIRE






Había publicado un texto, en noviembre de 2015, lla-
mado "El chico indio". Un texto bastante fallido, diría
ahora, pero cuya nervadura de deseo me sigue pareciendo
vigente. No lo expresé bien, pero puedo atribuir esa falla
a la fuerza de los anhelos entremezclados: el deseo de ser
indio que tenía aquel chico, y el deseo de dar a conocer 
ese deseo tan intenso que sentía al escribirlo.
 Reproduzco ahora aquel escrito.


  EL CHICO INDIO

 Se entrega a la llanura
 despertando un sueño tras otro:
 despegándose de su sombra,
 entrando al fin en su indio.
 ¡A galopar!
 ¡Cómo es necesario galopar!

 Tan hondo como a través del agujero central

 de su existencia
 pasa esa fina luz con imágenes:
 este galopar hacia la llanura
 que se le entrega, así como la tarde.

 Galope de pronto amortiguado:
 es que galopo para siempre
 esa tarde

 Imitando el sonido
 sumergido e iluminado por la creencia:
 todos los actos de mi vida
 están por comenzar...

 La realidad estaba para ser transformada
 No había otra manera

 No he vuelto a tener esa clase de saber
 A todos los demás saberes se puede llamarlos
 "conocimientos".
 Porque o era ese indio
 que no terminé siendo
 o no sabría ser.

 No importa que me pregunte
 ¿ y si hubiese sido un indio,
 igual hubiese querido más que nada ser un indio?

 La culpa y la vergüenza se colaron en mi vida
 por esa brecha


 2

 Después el indio se fue transformando
 en ese loco
 que con su cabeza metálica
 hacía retumbar de noche
 los muros internos del Hospicio
 Ese loco harto de cordura
 Ese loco Artaud sin ataduras

 Ese loco Artaud entre los indios
 Otra vez
 salvaje
 otra vez en las fronteras del mundo
 en el borde filoso del lenguaje

 Contra

 Galopar contra
 golpeándose la grupa
 encendiendo la sangre:
 ¡a galopar!

 Ahí están todavía 
 la llanura

 y la tarde

 Chico-indio
 loco-salvaje:
 ¡nunca te apagaste!


 La cuestión es que más allá de la situación diferente
desde la cual leo este texto, (con el pudor que produce
algo que habla de una cosa tan íntima), se nota que algo 
de él permaneció vivo, porque hoy leí unos cuantos poe-
mas de Guillaume Apollinaire, y uno de ellos produjo una 
lejana pero igualmente nítida resonancia con el texto del
chico-indio. Se dirá que es bastante inexplicable, al menos
en una primera lectura, pero confío en que su contigüidad
logre rescatar algo tan sutil como el recuerdo de un perfu-
me.

 Lo transcribo de inmediato. Pertenece a los llamados
Poemas recobrados.


                                 4 H

 Son las cuatro de la mañana
 Me levanto completamente vestido
 Tengo una pastilla de jabón en la mano
 Que me ha enviado alguien a quien amo
 Voy a lavarme
 Salgo del agujero donde dormimos
 Estoy dispuesto
 Y contento de poder lavarme después de tres días de
                                                             [no hacerlo
 Una vez aseado me hago afeitar
 Luego azul del cielo me confundo con el horizonte
                    hasta la noche y es un placer muy dulce
 No decir nada más todo lo que hago es un ser invisible
                    quien lo hace
Porque una vez abrochado todo azul y confundido con
                    el cielo me vuelvo invisible


 Agrego el primer verso de otro poema de Apollinaire,
llamado Siempre:
                    Siempre
     Iremos más lejos sin avanzar nunca

Guillermo Alberto Vladimiro Alejandro Apolinar nació
en Roma de madre polaca y padre desconocido, el 26 de
agosto de 1880.
El 10 de agosto de 1914 se alista en el ejército francés.
El 17 de marzo de 1916, a las cuatro de la tarde, en el 
bosque des Buttes, es alcanzado por una esquirla de obús,
que atraviesa el casco y lo hiere en la sien derecha.
Operado de urgencia, derivado de hospital en hospital,
logra reponerse parcialmente. Un año después enferma 
de pulmonía. Al salir de esta internación contrae matrimo-
nio con Jaqueline Kolb. Pero a principios de noviembre
de 1918, unos meses después de la boda, cae enfermo de
gripe y el 9 de noviembre de ese año, muere en el hospi-
tal.


 Hay algo de cierto estado del ser que me hace vincular
estos textos. Por supuesto que el de Apollinaire es muchí-
simo más bello. 
Pero sugerencias son sugerencias, aires son aires.
El chico indio era una ensoñación, y el hombre que sale
una mañana de la trinchera y se siente feliz por ese obse.
quio tan significativo (el elemento que purifica, el envío
del amor lejano), es tanto un soñador como un loco.

(La cita proviene de Poesía de Apollinaire, que con ver-
siones de Agusti Bartra, editó Joaquín Mortiz en 1967.)

La otra relación es entre indios y locos. No es difícil ubi-
car qué tienen en común: además de excluidos, son con-
siderados salvajes.
Cuando H. y yo éramos chicos, él 'hacía de blanco' 
y yo 'hacía de indio'. Él en un pueblo que habíamos cons-
truido (disponíamos de un enorme terreno por circunstan-
cias que podríamos describir tanto como casuales como
extraordinarias), y que giraba alrededor de un saloon, y
yo 'galopaba' por una suerte de colina en la zona más
distante del terreno: 'la naturaleza abierta'.
De esa temprana identificación partirían tanto las aventu-
ras como los proyectos y las luchas perdidas.
Era la primera vez que sentía 'elegir' mi identidad, en lugar
de representar la impuesta por los otros.



viernes, 14 de septiembre de 2018

OCHO POETAS COREANOS, SIGLOS XIV A XVI

   


  En 1997 la Universidad de Seúl publicó en cinco tomos
una gran antología de la literatura coreana desde la antigüe-
dad hasta nuestros días. El primer tomo está dedicado a la
poesía clásica, tanto oral como escrita. De este volumen pro-
vienen estos textos. Todos ellos fueron escritos en chino lite-
rario, ya que la poesía en Corea era considerada la cima de 
la literatura, sin importar la lengua en la que fuese escrita.
Aún así, la poesía escrita en chino era tenida por la máxima
expresión, y todos los miembros educados de la sociedad
la estudiaban y escribían.

   YI SAEK (1328-1396)

   Vastas nubes se reúnen alrededor del valle
        donde aún yace la nieve.
   ¿Dónde está el acogedor ciruelo,
        en qué lugar florece?
   He perdido el camino, solo,
        en el sol poniente.



   WÖN CH'ÔNSÔK (ca. 1401-1410)

   La suerte determina ascenso y caída,
       la Terraza de la Luna Llena es pasto de otoño.
   La flauta de un pastor resuena
       a los trabajos reales de quinientos años.
   Un viajero no puede retener las lágrimas
       en el sol poniente.



    HWANG HÛI (1361-1452)

   ¿Están cayendo las castañas
         en el valle de las azufaifas?
   ¿Y los cangrejos arrastrándose en el rastrojal?
         después de una cosecha de arroz?
   El vino está maduro, y pasa un vendedor de cedazos.
         ¿Qué otra cosa puedo hacer que distenderme y beber?





    SÔNG SAMMUN (1418-1456)

     Si me preguntaras qué me gustaría ser
          después de mi muerte,
     Te respondería, un pino, alto y fuerte
          sobre el pico más alto del Monte Pongnae,
     Y ser verde, solitario, verde,
          cuando la nieve llena cielo y tierra.



    SÔ KYÔNGDOK (1489-1546)

      Mi mente es tonta,
         todo lo que hago parece en vano.
     ¿Quién vendría a lo profundo de la momtaña
         con sus espesas nubes, pliegue sobre pliegue?
     Miro para ver si vienes por casualidad,
         cuando quiera que las hojas caídas crujen en el viento.



   CHO SIK (1501-1572)

    Usando ropas de cáñamo en el más crudo invierno,
        mojado de lluvia y nieve en la cueva,
    No he recibido el sol,
        oculto por las nubes.
    Sin embargo, ver el sol poniente
        trae lágrimas a mis ojos.



   KWÔN HOMUN (1532-1587)

    La naturaleza aclara el aire ventoso
         y hace brillar la luna redonda.
    En el jardín de bambúes, sobre el
         cerco de pinos, ni una mota de polvo.
    ¡Qué fresca y limpia mi vida
         con un laúd largo y pergaminos apilados!



    SÔNG HON (1535-1598)

     La montaña está en silencio,
         el agua sin forma.
     Una brisa clara no tiene precio.
         la luna brillante no tiene amante.
     Aquí, siguiendo su estilo,
         envejeceré en paz.




FUENTE


Peter H. Lee. The Columbia Anthology of Traditional
      Korean Poetry. Columbia Univ. Press, 2002.


lunes, 10 de septiembre de 2018

UNOS TEXTOS BREVES

   


 (Dos encontrados el otro día en las páginas en blanco,
llamadas extrañamente "páginas de respeto" o "páginas
de cortesía", de El buen soldado Shveik, libro al que in-
tenté leer por completo en más de una ocasión, sin éxito.)

  1.

 en sus ligeros espejos de aguas suavísimas
 pequeñas flores azules dudan
 entre
 flotar
 y
 sumergirse


   2.

 Cuando el padre de J. se mató, calculo ahora, tanto J.
como yo tendríamos unos 9 años. ¿Qué hacer? Lo acom-
pañé un poco autómata por toda la casa. Y eso que él iba
de un lugar a otro, sin ton ni son. De pronto iba a la des-
pensa, a hurgar como solíamos hacer en tiempos normales,
buscando el chocolate escondido, escondido precisamente 
de él. O  a la salita del piano, que destapaba y volvía a ta-
par como 4 veces, antes de salir al patio y ponerse a patear 
la pelota contra la pared. ¿Y yo qué hacía, entretanto?, me pregunto. Trataría de no hablar y menos todavía acerca del 
padre, que por otra parte era quien compraba el chocolate, 
tocaba el piano, y le había regalado esa pelota para su cum-
pleaños.
Era como una farsa de desentendimiento, como un ritual de
olvido. Él actuaba de algo y yo lo seguía. Buscaba el choco-
late, esperaba al lado del piano como cuando él tocaba, in-
tentaba dirigir la pelota hacia sus pies cuando llegaba cerca
mío.



  HOY DIRÍA

 Había que poner todo en marcha nuevamente
 la sensación era
 que había que poner en marcha motores
 que ni siquiera se encontraban en alguna parte.

  

 EN CIERTOS MOMENTOS

 En ciertos momentos
 el ojo gira como una llave
 dentro del cerrojo de la realidad



 ENTRADA

 Entro en un libro de poesía griega
 -contemporánea-
 como se entra en un mercado de objetos
 desconocidos
 "Dame sorpresas"
 Algo que recorra súbito
        el espinazo
 Reflejos que se deslicen fuera de los espejos
 Algo que abrace el cuerpo desabrazado
 Allá están los mensajes mudos
                      de todos esos muertos,
 acá la liebre erguida
 el silencio de la lana
 el lugar en el que tejen memoria y anhelo
 Esos talleres
      de secretos
 Thálasa, el mar
 debajo de todo, como siempre,
 El mar en el que hay una luna
      quieta
 dejándose lamer dormida
 y sin dormirse nunca



DOS POEMAS DEL MALTÉS IMMANUEL MIFSUD

  


  EL VEINTE DE SEPTIEMBRE

 Brotan del acordeón como jóvenes
 con el pelo enrulado largo hasta los tobillos.
 Y salen al viento en el mar abierto
 y cuentan las olas que vienen a descansar a sus pies.

 Brotan del acordeón como pensionistas,
 sus ojos abatidos y rojos de sueño.
 Caminan y caminan sobre la ruta al mañana.

 Brotan como notas anónimas,
 y yo soy como la que apenas puedes oír.

 Como una nota que no tiene ningún deseo de terminar.




 EL DÍA DE LOS MUERTOS (EN BRATISLAVA)

 Si estuvieras aquí, te pediría que recites
 Capítulos enteros ahora enterrados en el polvo.
 Entonces podría tener alguna clave de cómo
 Encontré el camino a esta apagada estación.
 De la cual ningún tren ha de partir nunca,
 De la cual ninguna pisada me conduce afuera.

 Si estuvieras hoy aquí, podrías colorear
 el mapa en blanco por el cual fui guiado solo
 a través de las calles, las esquinas ciegas que doblé
 para que ahora haya arribado a este preciso lugar.

 No tengo la menor idea de cómo sacarme de acá.

 Mi sangre, la feria en la que los demonios pasan el rato.


 Immanuel Mifsud nació en Malta en 1967. Es autor de va-
rios libros de poesía y al menos dos novelas, pero se ha
destacado especialmente como autor y director de teatro.

 Ambos poemas fueron traducidos de las versiones en in-
glés que hiciera Maurice Riordan.

 FUENTE

Wayne Miller and Kevin Prufer. New European Poets. 
Graywolf Press, 2008.

Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)




martes, 4 de septiembre de 2018

ALGUNOS POEMAS DEL RUSO ANDREI TURKIN

     



    (Me compré)

     Me compré las Obras (Selectas) de Lenín
    y cuanto más leía, más dejaba 
    de ser un escabroso delincuente
    y me convertía en un hombre ordenado.

    Ya no un inadaptado, un friki paranoide,
    yo estaba tranquilo como tu laucha mascota.
    Cuando junte lo suficiente para sus Obras (Completas)
    ¿en qué clase de hombre me convertiré?




   (Hace mucho que dejamos la tierra)

  Hace mucho que dejamos la tierra.
  ¿Ves las cruces lado a lado?
  Vos y yo - nosotros somos esas tumbas.
  Yo soy la izquierda, vos la derecha.
  
  Sobre un pequeño banco de verde
  Nuestros hijos están bebiendo Cahors.
  Y mi cruz, mi cruz está arrojando
  Una sombra enamorada sobre tu montículo,
  
  Mientras se estira hacia tu cruz.
  Sólo a veces en los cruces
  Nuestros rostros son parecidos,
  Sólo en plácidos días de verano.



   PRIMAVERA

  Tus pequeños dedos dibujaron
  Sobre la hoja de papel
  Dos cosas dobles
  Con patas y cola.

  ¡¿No te diste cuenta
  En tu pura simplicidad
  De lo que dibujaron tus pequeños dedos
  Sobre la hoja de papel?!

  Pero de repente tomaste
  La propia simplicidad de los dibujos,
  Qué rápido hiciste
  Una bola con esa hoja.

  Y salió volando por la ventana
  La hoja a los arbustos.
  Y una vez más cerraste
  Y le pusiste llave a mi corazón.




  ¡Tengo miedo de tus penetrantes miradas!
  Se parecen tanto a cuchillos.
  Sobre mi cuerpo tallás algunos diseños,
  Pero, decime, ¿qué diseños son?

  Ahora raspaste mi corazón y cuello,
  Y estás alzando los ojos para encontrar los míos.
  ¡sobre mi cuerpo estás tallando -un lirio!
  ¡Pero te negás a pronunciar una palabra!

  ¿O estás tallando un arbusto de
  Simples ramitas desnudas de sauce?
  Por esto es que soy transparente como el aire,
  Y temeroso de tus afilados cuchillos,

  Porque deliberadamente, sin apuro,
  Ahora el filo cortará en dos
  No un lirio, y no ramitas de sauce,
  Sino mi corazón, enamorado de vos.



  EN LOS BOSQUES

  Termino mi cigarrillo en silencio,
  y un placentero sentimiento de liberación
  me hace orinar sobre la fronda de helechos,
  cagar sobre las coles de mofeta.
  Me derrito más y más en la naturaleza,
  meando con la fuerza de las bestias.
  ¡Soy un chacal! ¡Un jabalí! ¡Muerdo!
  ¡Soy un lobo! ¡Soy la esposa salvaje del lobo!


  
  (Moví un libro...)
    Moví un libro al borde de la mesa
  y lo froté sin pensar en nada.
  Mi amante estaba dormida junto a la mesa.
  Ella ni me notaba.

  En su cama, una abundancia de pierna
  entre dos frazadas.
  Entre las plantas de sus pequeños
  pies, una sábana arrugada.

  La había arrugado mientras dormía.
  Había una bicicleta en su sueño.
  Ella era cartera
  en el campo, sólo diecisiete.

  Ahora le estaba entregando una carta a un hombre
  del que estaba enamorada
  porque él tenía el pecho peludo.

  Más tarde esa mañana
  tiré el libro del borde de la mesa.
  Era casi mediodía.


  
Andrei Turkin nació en 1962. Estudió en la Universidad de
Moscú. 
Dice acerca de su poética: "Primero y principal: no-objetivi-
dad. Los objetos (incluyendo las palabras) forman la flecha 
de un vector que acelera hacia la auto-destrucción.
 Recibo gustosamente a la entropía en toda forma y me alzo
en su defensa, ya que me esfuerzo en privar a las palabras
de sentido.
 Tal es mi método creativo:
 Mientras repito la palabra "deslizarse", treinta veces su 
sentido se pierde, y queda un objeto vacante. Trato de lle-
nar esos objetos de vacío y de cerrarlos y sellarlos, para
que ningún sentido pueda volver a filtrarse. Entonces, ali-
neadas en un verso, las palabras de pronto explotan, absor-
biendo en un fogonazo todo el mundo, eso es tan querido
por mi corazón. De esto se crea la impresión de que el mun-
do es una clase de paquete para el cual no existe ningún em-
paquetamiento posible..."
 "Tengo mucho amor por el idioma Búlgaro Antiguo. Es
blando, profundo, y empobrecido al punto de la idiocia.
(Antes estas dos palabras tenían un sentido diferente al ac-
tual. Empobrecido (ubogii) significaba "cercano a Dios",
mientras que idiocia significaba "una existencia alejada
de las leyes civiles y sociales." De este modo, Sócrates,
desde todos los aspectos, era un idiota empobrecido.) Las
viejas palabras búlgaras, o palabras usadas en el estilo del
Búlgaro Antiguo, se encuentran a menudo en mis poemas.
 "En mi opinión, un hombre debe cambiar sus puntos de
vista cada cinco minutos, debe someterse, ser un confor-
mista, comportarse tan discretamente como sea posible.
Sólo de este modo puede engañar a los materialistas, lo
cual, por supuesto, es absolutamente necesario."


FUENTE

Kent Johnson and Stephen M. Ashby. Third Wave. The 
New Russian Poetry.  The Univ. of Michigan Press, 1992.

Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)