domingo, 30 de agosto de 2015

POEMAS DE ELIZABETH SMART

  


Se ha reeditado recientemente la obra más importante de
esta poetisa canadiense, En Grand Central Station me sen-
té y lloré. Ese libro, que cuenta la tremenda historia de amor
de E. Smart con el poeta George Barker fue publicado en in-
glés originalmente en el año 1945. Dije 'tremenda' historia
porque Elizabeth, que era hija de un acaudalado empresario 
canadiense y que viajaba por el mundo como secretaria de
una asociación de mujeres, mientras residía en Londres, en-
cuentra un día en una librería los poemas de Barker. Se ena-
mora en el acto del poeta y decide (¡cuánto de deseo escon-
dido suele haber en nuestras decisiones!) que habrá de vivir
una relación amorosa con ese hombre. Lo cierto es que Bar-
ker, que en ese momento se encuentra en Japón, vive con su
pareja, Jessica, que casualmente se halla embarazada. Eliza-
beth los invita a ambos -no había otra manera- a Monterrey,
un bellísimo pueblo costero del norte de California. Escribe
en su diario: "Si G.B. apareciera ahora lo devoraría, tal es mi
avidez. Siento el resplandor en llamas de dos mentes que fun-
cionan en una comunicación, un entendimiento divinos."
Esto fue el 6 de julio de 1940. Smart había leído los poemas
de Barker en Londres en 1937. Ella también estaba en pareja,
pero cortó esa vinculación al acercarse la fecha del encuentro
con su verdadero amor. 
Por cierto que esta historia, que tuvo una derivación literaria
notable, revela muchos aspectos del amor en sí. Elizabeth 
nunca había visto siquiera una foto de Barker -de hecho lo
describe a su arribo a California, diciendo "He was all wrong",
en otras palabras, "No tenía nada que ver con cómo me lo ha-
bía imaginado".
Pero, por supuesto, la relación amorosa se desencadena. Je-
ssica pierde el embarazo y luego de un acontecimiento peno-
so y crucial (ambos amantes son absurdamente detenidos en
la frontera con Arizona, por no estar casados, y los llevan por
unos días a la cárcel), el drama comienza a precipitarse. Eli-
zabeth queda embarazada por primera vez -a lo largo de los
años tendrá tres hijos de Barker- y debe 'esconderse' de la
ortodoxa sociedad a la que pertenece su familia, para no con-
tagiarles la deshonra. Su refugio es una pequeña aldea de 
pescadores llamada Pender Harbour, en la Columbia Britá-
nica. Allí da a luz a su hija Georgina, en agosto de 1941. Es
en ese tiempo y lugar que compone En Grand Central Sta-
tion me senté y lloré.
Lo que le da un vuelo especial a este libro que, leído inge-
nuamente parece una obra un tanto kistch, es que en él, la
narradora está proponiendo nada menos que una nueva reli-
gión, la del amor (carnal), llevando hasta las últimas conse-
cuencias la posición romántica. Y es que las alusiones lite-
rarias constantes e invisibles de la obra la convierten en una
suerte de Evangelio panteísta.
Shakespeare (más que nada Macbeth, pero también en buena
medida Hamlet, Othello, Antonio y Cleopatra), la Divina Co-
media, Rilke, Blake, Hopkins, Auden y hasta el Doctor Faus-
tus de Marlowe, el Cantar de los Cantares, Francis Thomp-
son, son algunas de las referencias literarias de este texto 
poético.
Elizabeth Smart puso muchas cosas en este libro; de hecho
es casi su obra única, ya que recién en 1978 publicó un se-
gundo libro, The Assumption of the Rogues and Rascals.
Hay que decir que este libro ya estaba escrito en cierta me-
dida antes de conocer los textos de George Barker. Éste
vino a ocupar el lugar al que estaba 'predestinado' en el de-
seo de Elizabeth. Varios pasajes del libro ya estaban escri-
tos antes de que se conocieran y muchos pasajes son trans-
cripciones casi literales de los diarios que llevaba la escrito-
ra. Además del collage de citas procedentes de la literatura.
Ya en su diario había adelantado su anhelo de "respirar, vi-
vir, disfrutar, rebelarme, ser ordinaria, filosofar, digerir, ser
frívola, ser insignificante, sentir, conocer, comprender".
Sin embargo, hay varios pasajes de la novela en la que la
autora nos conmueve.
"Hay serpientes de cascabel y viudas negras, y brumas que 
suben desde el agua. Pero los días dejan un recuerdo de sol,
un recuerdo de flores."
"él, que cuando era sólo una palabra bastaba para causarme
noches enteras de escalofríos e insomnio."
"Si estuviera más lejos del centro del mundo, de todos los
mundos, me dejaría embaucar mejor, pero ¿acaso puedo
ver la luz de un fósforo mientras estoy ardiendo en los bra-
zos del sol?"
"El amor me posee, y no tengo alternativa. Cuando el Ford
traquetea hasta la puerta, con cinco minutos (cinco años) de
retraso, y él cruza el césped bajo los pimenteros, permanezco
de pie detrás de las cortinas de gasa, incapaz de moverme
para ir a su encuentro, o de hablar: estoy convirtiéndome en
líquido para invadir cada uno de sus orificios en cuanto abra
la puerta. Tenaz como un pájaro recién nacido, todo boca con
su único deseo, cierro los ojos y tiemblo, esperando el paraíso:
va a tocarme."

Estos son los poemas que publicara


    DENTRO DEL HOMBRE BARBADO

Dentro del hombre barbado
El rostro encantador no se encuentra
La floreciente piel está gastada
Y nadie quiere correr como una tromba
A sus irritados gritos de malhumor
Y limpiarle la cola o los ojos.

Él se encuentra en un lamentable desorden
Pero el hombre de mediana edad
No importa con qué empeño lo intenta
No puede conducir el amor
Que vino libre con su inocencia
Él llora a gritos en vano en su dolor
Ese consuelo no regresará jamás.


POEMA ACONSEJANDO LA ACCIÓN

Con agraciada estrategia el circundante halcón
Azota mi circundante tristeza para sumergirse y golpear
Indivisible para la acción el roble envenenado
Arroja hacia arriba su enrojecido rostro para atacar
Lagartos y hierbas y flores me reprenden,
Estrictos en su inocencia: me siento cobarde,
Tampoco la paloma torcaz aprobará mi falta
La que apechuga todo peligro por una humilde sobra
Y cuando arrulla corteja el castigo. Mi culpa
Es obvia, no puedo escapar.


CANTO: LAS CANTARINAS CALLES DE VERANO

Nada muere, salta al nacimiento
Antes de la mitad del requiem,
Antes de que las lágrimas apropiadas sean derramadas
O el duelo por los impuros
Regañe su curso, la muerte está muerta.

Los suspiros disparan a través del largo trombón
Sopla tan fuerte que sacude la tierra.
Las flores en una corrida jadeante se abren paso;
Si una ha colapsado, entonces saltan dos nuevas,
Insaciable en las cosas por hacer.

Es innecesario expiar 
El pecado: él es el perdedor;
Con todos sus disfraces baratos de conjurador
Ningún ganso vuela al norte a causa de sus mentiras
Ninguna causa se pierde, y nada muere.


FIN DE UN GIRASOL

Un faisán encontró un girasol
Y se posó sobre su arco,
Y masticó ruidosamente
Un poco cada día a una hora temprana.

Qué forma de irse-
Obscenos restos cuelgan del largo tallo,
Sorprendente el discreto morirse de todo alrededor,
El reconfortante otoño hundiéndose-en-un-brillo.
¡Un hombre asesinado a la vista!



EL GIRASOL DE BLAKE

1
¿Por qué dijo Blake
"Girasoles agotados de tiempo"?
Cada vez que los veo
parecen decir
¡Ahora! ¡con un estrellar
de platillos!
Muy contentos 
y positivos
y un absoluto deleite
en su propia redonda brillantez.

2
¡Perdón, Blake!
Ahora entiendo qué querías decir.
Las tormentas y la escarcha han maltratado
su brillante deleite
y aunque aún están enhiestos
nada podría mostrar la defección
mejor que sus agotadas
desilusionadas
cabezas colgantes.







COMENTARIO

El mismo título de su obra más reconocida, alude a un
Salmo, el 137: Junto a los ríos de Babilonia nos senta-
mos y lloramos, recordando a Sión.

Las notas que acompañan la edición de Periférica, excelen-
tes, son de su traductora, Laura Freixas. También la edición
que hiciera Lumen, y que es anterior, contiene la traducción
de la misma Laura Freixas, aunque en esa ocasión, se agrega
un prólogo escrito por ella, también muy interesante.

BIBLIO

Elizabeth Smart. Collected Poems. Paladin, 1992.
Elizabeth Smart. En Grand Central Station me senté y lloré.
           Lumen, 1996.
Elizabeth Smart. En Grand Central Station me senté y lloré.
           Periférica, 2009.
También son muy buenos sus diarios, The Journals of Eliza-
beth Smart. 

Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)

     

lunes, 17 de agosto de 2015

LA POETA ESTONIA DORIS KAREVA




Nacida en 1958, es una de las poetas más importantes de
su sufrido país. Estonia se independizó recién en 1918, 
tras una larga historia de colonialismo sueco, ruso, polaco
y danés y de las ocupaciones tanto soviéticas como de la
Alemania nazi. El lenguaje estonio es cercano al finés y
hay fuertes lazos entre ambas naciones desde hace cien .
años. Doris Kareva estudió inglés y literatura inglesa en
la Universidad de Tartu y actualmente trabaja en la Comi-
sión Nacional Estonia para la Unesco. Es también traduc-
tora del ruso (Ajmatova, Brodsky) y del inglés (Dickinson,
W.H. Auden, etc.). Su poesía ahorra palabras. Genera im-
presiones, una ligera desestabilización del lector, semejan-
te a la que generan los sentimientos y las emociones.

1

Una nave con las velas desplegadas navega
mi costa se aproxima.
Lo percibo. Lo siento-
quieta ahí, mi espalda transpirando.
Una nave con velas santas
navegando bajo ninguna bandera en absoluto-
oh, la estuve esperando
como un niño en el puro/sencillo de la muerte.

El crepúsculo cae, crece la oscuridad-
Noche, de hecho.
¿Vendrá - o no ocurrirá, presentemente?

Imperceptiblemente todo está cambiado.
Todo arriba
tan secretamente.



2

DORPAT*

Cuando cae el atardecer,
                        es asombrosamente lindo
esta ciudad de nieblas y ensueños.
Siete de la tarde en la Ciudad Subterránea**
Llego tarde
                                 y veo
                                              que él me está esperando.

Ropaje-negro burlonamente apenado
                            sombrío Mefistotélico,
lentamente sorbe el sangriento gusto de una taza.
Me acerco a él como a través de duermevela.

Que perniciosa fuerza nos hace volver a encontrarnos.


* Tartu es la segunda ciudad de Estonia, siendo Tallinn
la capital, pero es el centro cultural del país, debido en
gran parte a la Universidad de Tartu. El nombre Dorpat
es antiguo, y remite a cuando esta tierra era el Obsipado
de Dorpat, (en latín Ecclesia Tabatensis), un principado
medieval entre 1224 y 1558.


** Creo que Ciudad Subterránea remite a una mitología
muy contemporánea, que sería la de los abandonados e
'inmuertos' de la Horda, pero no estoy seguro. De todos
modos, alude al estado extraño en el que se encontraba
entre la belleza natural que sugiere un estado irreal y la
fuerza, también 'irreal' del encuentro.


3

Humo y nieblas, una piedra enmuzgada,
Tierra de pastoreo que se ensombrece hacia el amanecer,
frío. Cruzando las solapas de mi tapado.
¿Vendrás tu también?

El pasto muerto quemado. Pueblos de sombra
se convierten en humo, niebla, dispersos.
Un puro sentimiento de dónde ir.
He partido.



4


Acerca de este país, este destino
todos pensamos.
Los ojos miran, la boca está callada.

Lo que tocas,
se vuelve polvo, pero
los labios contienen un ronco aullido:
¿por cuánto tiempo?

No, no hay que irse todavía.
En mi mente, secretamente
las palabras: un regalo para que tú lo veas.


 La poesía de Kareva gira justamente en esos cambios
de lugar, de tiempo, del sujeto que habla. Crea un espacio
y tiempo nuevos, propios de la duermevela, de cierta irrea-
lidad, mucho más real, subjetivamente hablando, que cual-
quier realidad.

FUENTE

Edita Page. The Baltic Quintet: Poems from Estonia, Fin-
land, Latvia, Lithuania and Sweden. Wolsak and Wynn
Publishers, Canadá, 2008.
  

ENLACES

EPIFANIAS: UN POEMA DEL ESTONIO JAAN KAPLINSKI
TRES POEMAS DE BETTI ALVER, LA MUJER QUE VINO DEL FRÍO
POETISAS DE ESTONIA, LETONIA Y LITUANIA

domingo, 9 de agosto de 2015

UN POEMA DEL "LOCO" LIMONOV

   


 Salió de la Unión Soviética el mismo año que Alexan-
der Solzhenitsyn, en la primavera de 1974. Sólo que
éste se había convertido en una cuestión de Estado, da-
do que se lo consideraba el escritor más importante de 
su tiempo y la KGB había llegado diez años tarde a ase-
sinarlo. Su obra acerca del Gulag había generado una 
verdadera conmoción, a ambos lados del Muro.
 En cambio, Eduard Limonov consigue, merced a ciertos
conocidos de su padre, ex militante de la checa (la poli-
cía secreta soviética, en términos cotidianos), un per-
miso raramente concedido para migrar a los Estados
Unidos. Limonov es un verdadero marginal, pero no
sólo literariamente hablando. Un tipo sin escrúpulos,
un buscavidas que logró ser secretario de un millonario
en Nueva York, para luego radicarse temporariamente
en París, participar como mercenario en la guerra de los
Balcanes (del lado serbio), volver a Moscú y formar un
grupo cuasi terrorista, y etcétera, etcétera. La posición
política de Limonov (nombre original: Eduard Savenko)
lo ha llevado a confrontar primero con el gobierno de
Yeltsin y, actualmente, con el de Putin. Comanda una
minoría pequeña de jóvenes que mezclan en su ideolo-
gía elementos filo-nazis y comunistas. Según el mismo
Limonov, nueve de esos jóvenes fueron asesinados por
las fuerzas de sguridad y muchos otros están presos.
 En los Estados Unidos Limonov rivalizó con otro poeta
emigrado, el luego premio Nobel Joseph Brodsky. Su
alter ego.
 Resulta que no hace mucho, Emmanuel Carrère, un es-
critor francés descendiente de una madre rusa, empren-
dió la difícil tarea de escribir un libro centrado en un per-
sonaje ruso real, a través de cuya vida recorre buena par-
te del siglo XX en la URSS primero y en Rusia después.
Este libro de Carrère, que ha provocado no pocas polémi-
cas, entre ellas la discusión acerca de la existencia fáctica
del personaje, intenta seguir la alocada trayectoria vital del 
hombre nacido en Jarkov (¡nuevamente Jarkov!, ver co-
mentario de la nota acerca de Larbaud), y que ha llevado
el mal a su zaga como la estela de un cometa. Limonov
tiene 10 años cuando muere Stalin. Ha atravesado varias
Uniones Soviéticas y algunas Rusias. A los 60 es conde-
nado por estas actividades 'cuasi' terroristas y enviado al
campo de trabajo de Engels. Una vez cumplida su conde-
na, prosigue con sus actividades en el margen de la lega-
lidad de un regimen que no se distingue por su compla-
cencia.

 Pero ahora resulta que se me aparece este poema suyo,
y se puede usar esta expresión en un doble sentido, tanto
de su autoría, como de su estilo de vida, en una gran an-
tología de la poesía rusa del siglo XX.
 Así que acá está Eduard Limonov, o su poema. Parece
mucho menos peligroso presentarlo en un escrito que en
persona.


SOSTENDRÍA A OTRO

Sostendría  a otra persona en mis pensamientos
Sólo por un ratito... y después lo soltaría.
Tan raramente uno conoce gente
Que se puede sostener durante media hora en los
                                               pensamientos de uno.
La mayor parte del tiempo soy yo mismo
Cantando canciones de cuna a mí mismo-acariciando-
                                            [golpeándome a mí mismo.
Alzándome para ser besado
Y admirándome a mí mismo desde lejos.
Le echaría un buen vistazo a cada
Dulce pequeña camisa que uso
Acariciaría cada costura en ella
Hasta trataría de ver mi propia espalda
Me estiro y estiro
Pero el espejo ayudaría
Coordinándonos los dos
Vería una marca de nacimiento largamente buscada
La he estado acariciando amorosamente un rato
No, positivamente es imposible
Para mí ocuparme de los otros
El otro -¡¿y qué?!
Su cara planeando a mi lado, sus brazos aleteando
Y algo blanco desapareciendo en alguna parte
Mientras que estoy siempre conmigo mismo.

Versión en inglés de Nina Kossman.








NOTA(S)

 Se me ocurre acudir a otro "loco", en este caso a Thomas
Bernhard. También 'en este caso' a uno de sus mejores tex-
tos, Hormigón. Porque me parece que hay líneas que van 
de un escritor a otro, muchas veces sin conocerse, sin ha-
berse leído. Transcribo esta parte, aunque sea un tanto ex-
tensa (para los tiempos que vivimos, solamente):
 "Y ya muy pronto, temporalmente, no tuve absolutamente
ningún ser humano, todos los demás tenían algún ser huma-
no, yo no tenía ninguno, por lo menos yo sabía que no tenía
ninguno, aunque los otros pretendían continuamente que te-
nían alguno, decían tú tienes a alguien, cuando yo estaba 
completamente seguro de no tener a nadie, y quizá fuera
ese pensamiento el decisivo, el más aniquilador, el de no
necesitar a nadie. Me figuraba que no necesitaba a ningún
ser humano, me lo sigo figurando todavía hoy. No necesita-
ba a nadie y, por consiguiente, no tenía a nadie. Pero como
es natural necesitamos a algún ser humano, porque si no,
nos convertimos inevitablemente en lo que me he converti-
do: difícil, insoportable, enfermo, en el sentido más profun-
do de la palabra, insoportable."
 (...)
 "Por una parte sobreestimamos al otro, por otra lo subesti-
mamos y nos sobreestimamos continuamente a nosotros mis-
mos y nos subestimamos, y cuando deberíamos sobreesti-
marmos nos subestimamos, lo mismo que deberíamos subes-
timarnos cuando nos sobreestimamos."

 En otras palabras, es imposible. Es imposible, pero lo hace-
mos posible. Es imposible estar solo, es imposible estar con
el otro; es imposible lograr una estimación de nosotros mis-
mos -que dure ¿cuánto, unos días, un rato?- y es imposible
sostener en el mismo lugar la estimación que tenemos del
otro y que condiciona la nuestra y así interminablemente.


 Un lector muy interesante, José-Dominique ha agregado,
desde París, una nota muy valiosa a esta pequeña publicación. Sugiero su lectura en la parte de "Comentarios". Las versio-
nes rotan, las miradas cambian lo que ven. A su vez, el que 
mira lo que ha visto otro, también lo hace con el sesgo de su 
rotante mirada. Las miradas se equivocan al rotar, generan
ángulos, ángulos de visión de los cuales creen ser amos, 
cuando en verdad no son sino sus empleados. Pero al me-
nos rotan, como el compás en el mar. Cuando están fijas,
conducen al desastre. A veces propio, muchas más veces
de los demás.


ENTONCES... ¿qué dice Yevgeni Yevtushenko de Limo-
nov? Debo aclarar que lo que transcribo a continuación
tiene 21 años de antigüedad. Mucha agua ha corrido des-
de entonces bajo el Moscova y el Sena (Limonov, según
refiere Y.Y., vive para entonces en París).

 Dice que "Eduard Limonov, nacido en Dzerzhinsk en 1943,
se crió en Jarkov y se ganó la vida en Moscú cosiendo ropa
de hombres. Aunque inédito en la prensa oficial, su poesía
circuló en samizdat [la literatura clandestina de la URSS].
En 1974 emigró junto a su mujer, Yelena Shchapova a los
Estados unidos, donde trabajó en varios extraños empleos
incluyendo uno como casero de un millonario de Nueva
York; decoró su cuarto y la casa de su empleador con pos-
ters de Mao Tse-tung, Che Guevara y un retrato de Mua-
mmar el-Qaddafi. Cuando su poesía no logró encontrar un
editor americano, escribió una memoria confesional, Eto
la-Edichka (Soy yo - Eddie), que se volvió enormemente
controversial en los círculos de emigrados y fue traducido
y muy vendido en inglés. (Su ex mujer, la poetisa Yelena
Shchapova, es la heroína erótica del libro.) Fue una es-
pecie de Trópico de Cáncer y muchas librerías de emi-
grados se negaron a incorporar esta obra. Pero las ventas
del libro le permitieron a Limonov publicar su primera
colección de poemas, Russkoe (Ruso), de la cual un raro
ejemplo de auto-amabilidad fue seleccionado para esta
antología. Luego del fin de la censura a fines de los '80,
la novela de Limonov fue editada en su tierra natal, y él
regresó, escandalosamente famoso. Se unió a la oposición
"rojo-marrón", que pide por la salvación del imperio a
cualquier precio -aún el dictado de una "mano dura"- y 
hasta fue propuesto como miembro del gabinete de un go-
bierno alternativo. El relativo grado de seriedad y de efec-
tismo es difícil de juzgar."

20th Century Russian Poetry. Silver and Steel. An Antho-
logy. Selected, with an introduction by Yevgeny Yevtushen-
ko. Edited by Albert C. Todd and Max Hayward (with Da-
niel Weissbort). Anchor Books, 1994.


 Otro pequeño poema de Limonov, sin título.

 ¡Los pigmeos han tomado la ciudad de Muchacha!
 "Miden cuatro pies de altura", recita la radio.
 Y yo estoy entusiasmado, entusiasmado de que los
           [pigmeos hayan tomado la ciudad de Muchacha!
Me pregunto: ¿se acordarán de violar a todas las muje-
       res grandotas y de quemar después todo el lugar?

 Según algunas lecturas el poema no trata tanto de la violen-
cia criminal aparente, sino que es una alegoría del triunfo
eventual de los 'pequeños' (oprimidos, excluidos) sobre los
'grandes' (poderosos opresores).

Enlaces
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EL POEMA-NOTA-SUICIDA DE MAIACOVSKI
OTROS 20 POETAS RUSOS
TRES POETAS RUSAS
VEINTE POETAS RUSOS
SOLZHENITSYN, UN HOMERO CUESTIONADO
22 DE OCTUBRE: LA ULTIMA CARTA DE NADEZHDA MANDELSTAM

sábado, 1 de agosto de 2015

LOS POETAS ÁRABES Y JUDÍOS DE LA ANTIGUA ANDALUCÍA




Mientras el resto de Europa transitaba sus siglos oscuros,
la invasión por parte de los árabes y los bereberes de Es-
paña, en 711, con el traslado de sus grandes logros cultu-
rales, hicieron de la península ibérica uno de los dos po-
los más altos de ese tiempo -el restante, ubicado en el este
de Europa, lo constituyó el Imperio Bizantino, con su gran
capital en Constantinopla. La reconquista española llegó
recién en 1492, por lo que durante siete siglos floreció 
allí un enjambre cultural de musulmanes, judíos y cristia-
nos. Grandes bibliotecas, palacios y mezquitas, hicieron
que Andalucía -Granada, Sevilla y Córdoba, pero también
Toledo- fuese una región cuyas ciudades brillaban a la par
de Bagdad o Damasco. 
 En Toledo, bajo la monarquía de Alfonso el Sabio, de ori-
gen cristiano, se propició la creación de una escuela de tra-
ductores, un hecho que multiplicó el cruce de conocimien-
tos. Entre 1086 y 1145, una secta bereber fundamentalista interrumpió este curso, incitando a guerras entre cristianos y musulmanes. Pero con la caída de los Amoravides, retornó 
el Edén cultural de la región.
 Más adelante fueron cayendo las ciudades en poder de los
cristianos y en 1492, sucumbió el último enclave musulmán,
en Granada.
 La poesía arábigo andaluza contiene todas las formas clá-
sicas de la poesía árabe -un arte muy cultivado por ellos-
a la que se agregan múltiples poemas compuestos en he-
breo. 



 Los ejemplos más tempranos de literatura hispánica que
preceden al épico Poema del Cid, son los jarchas escritos
por árabes y judíos de al-Andalus. El más importante tex-
to antológico de aquellos tiempos fue compuesto por Ibn
Said al-Maghribi (1213-1286), en Alcalá de Real, en las
afueras de Granada.


IBN SHUHAYD (992-1034) (CÓRDOBA)


DESPUÉS DE LA ORGÍA


Cuando él estaba completamente ebrio
y dormido y los ojos
de los centinelas también cerrados,

avancé tímidamente hacia ella
como un amigo cuidando un secreto
encontrándonos furtivamente, como si nada

ocurriera. fui gateando hacia ella
imperceptible como en sueños. Me erguí
hacia ella suavemente como un aliento.

la besé en el blanco brillo
de su cuello, bebí el rojo
de su ansiosa boca.

Pasé una noche deliciosa con ella
hasta que la oscuridad sonrió
revelando los blancos dientes del amanecer.



IBN HAZM (994-1064) (CÓRDOBA)

MI AMOR VIENE

Viniste a mí justo antes
de que los cristianos tañeran sus campanas,

cuando la media luna
levantaba vuelo en el cielo

como la ceja de un anciano
cubierta casi enteramente de pelos blancos

o como la delicada curva
de un empeine.

Aunque aún era de noche,
cuando tú viniste

el arco iris de Dios brilló
en el horizonte,

hecho de todos los colores
como la cola de un pavo real.


SOLOMON BEN GABIROL (1021/22- ca.  1055) (MÁLA-
GA) (HEBREO)

TORMENTA CREPUSCULAR

Nubes gordas -bajas- como bueyes.
El verano está molesto y de pronto el cielo

corre como mástiles en una borrasca. Un capitán
toma su cuerno y locamente da la alarma.

Entonces el firmamento es neblina negra
y las estrellas de la mañana balbucean con luz pequeña.

El sol arrastra las nubes sobre sus alas
alrededor de la tierra.

Estallan y la tierra estalla.
Estaban quietas, ahora águilas.

El viento sopla lluvia en los abismos.
Una infantería de nubes aplana la tierra,

cortando extraña crestas para la siembra.
La cosecha se esconde, sólo es conocida

para uno. Todo el invierno las nubes
lloran hasta que los árboles muertos despiertan.



IBN BURD (m. 1053) (CÓRDOBA)


LUNA

La luna es un espejo
cuyo metal está manchado
por suspiros de vírgenes.

La noche se viste
con luces de su lámpara

como la tinta negra
se viste en papel blanco.



IBN AMMAR (1030-1083) (SEVILLA)


LEYENDO

Mi alumno rescata lo que las páginas atrapan:
el blanco blanco y el negro negro.





JUDAH HALEVI (ca. 1075-1141) (TUDELA) (HEBREO)

MI CORAZÓN ESTÁ EN EL ESTE

Mi corazón está en el Este, y yo vivo en el borde del Oeste.
Como. No saboreo nada. ¿Cómo puedo disfrutarlo?
¿Cómo puedo cumplir mi palabra de partir 
mientras Zion está encerrado en el rojo Edom
y yo estoy retenido en las sogas de Arabia?
Fácilmente podría renunciar
a todas las buenas maravillas de España.
La gloria sería ver el polvo del Templo,
nuestro devastado santuario.


IBN ABI I-HAYTHAM (Período desconocido)

SOL

Mira el hermoso sol.
Alzándose muestra una ceja dorada,
juega al avaro con la otra,

pero sabemos que no será 
tacaño. Pronto derramará su velo
de belleza en todos partes.




ABU I-HASAN AL-HUSR (m. 1095)

DE DUELO EN ANDALUCÍA

Si el blanco es el color apropiado
para el duelo en Andalucía,
¿por qué no mirarme a mí?
Me visto de cabellos blancos,
de duelo por mi juventud.


IBN IYAD (1083-1149) ANDALUCÍA CENTRAL

CULTIVO

El trigo maduro
está inclinándose en el viento.

Jinetes huyen derrotados,
sangrando por
heridas rojas de las amapolas.



ABU I-HASAN IBN AL-QABTURNUH (m. 1174) (BA-
DAJOZ)

DURANTE LA BATALLA

Recordé a Sulayma
cuando el calor de la batalla
era como la furia de mi cuerpo
la noche que la dejé.

Vi su fina cintura
entre las lanzas
y mientras se inclinaban hacia mí
las abracé. 


LUZ DE VELA


Cuanto más me hieres
más paciente me vuelvo.
Cuando cortas su pabilo
la vela se vuelve más brillante.



ABU I-QASIM AL-MANISI (s. XII) (SEVILLA)


LLUVIA SOBRE EL RÍO

La mano del viento
le pertenece a un herrero que martilla
el río
en mil arrugas metálicas.

El agua es una delicada malla
de armadura. Cuando llega la lluvia
las escamas son soldadas entre sí
por pequeñísimos clavos.



 Salvo dos de los poemas, traducidos en colaboración
con Tony Barnstone, las versiones son de Willis Barnstone.

BIBLIOGRAFÍA

Willis Barnstone/ Tony Barnstone. Literatures of Asia,

Africa, and Latin America. Prentice Hall, 1999.




Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)