Si algo distingue a la poesía japonesa de la de otros luga-
res geográficos o históricos, es la trascendente participación
de las mujeres, tanto en su tradición como en sus innovacio-
nes. Durante el período más rico de la poesía japonesa, el
Heian (980-1113), se destacaron particularmente varias
mujeres: Murasaki Shikibu, considerada la 'inventora' de la
novela, Sei Shonagon, Ise Tayü (la sacerdotisa de Ise), Aka-
some Emon y mi preferida, Izumi Shikibu (sin vínculo san-
guíneo con Murasaki). Por cierto, todo esto ocurría en la Cor-
te, y estas mujeres o bien pertenecían a la nobleza o bien eran cortesanas. Ellas participaron activamente del inicio del gran movimiento que es la poesía japonesa, con su notable inser-
ción en la sociedad, aunque estuvieran lejos de ser aceptadas
como iguales por los hombres de su tiempo. Ninguna de ellas
tenía nombre propio, sino que eran conocidas por sus títulos,
sus sobrenombres y en ocasiones por derivativos del nombre
del marido o del padre.
En el siglo V se introdujo en Japón la escritura china. La poe-
sía de aquellos siglos fue escrita en esa lengua. Los silabarios
japoneses primeros son del siglo IX. El Manyoshû, una de las
grandes antologías, está escrito en una adaptación salvaje y
hoy en día no completamente inteligible de caracteres chinos
a un uso parcialmente fonético llamado Manyogana. Es, por
otro lado, un libro masculino.
La incorporación de la escritura fonética conocida como hira-
gana, que es la más utilizada por las mujeres -cuya presencia
en las antologías es muy antigua- es la que inicia el desplaza-
miento de los ideogramas, produciendo una suerte de escritu-
ra paralela (a la oficial), que se adecua muy bien a la forma
del tanka. A partir de ahí, se crea una tradición nueva, com-
puesta por tres géneros: las novelas o relatos más extensos,
llamados monogatari; los diarios, llamados nikki, y las mis-
celáneas o zuihitsu, que incorporan a los tankas comentarios
acerca de los mismos, intercalados con los poemas.
La poesía clásica, de la cual presentamos hoy unos cuantos
textos, sigue teniendo una gran popularidad en Japón.
El lenguaje japonés, por otra parte, es más cercano en lo es-
tructural al coreano y a otros miembros del grupo Uro-Altai-
co. Se trata de un lenguaje tan fluido que no cabía en los
moldes habituales del verso. Por siglos, la única forma que
se reveló capaz de contenerlo ha sido el tanka, un poema bre-
ve de 31 sílabas, dispuestas en la forma 5-7-5-7-7.
Un rasgo notable de la poesía japonesa es que en los últimos
1500 años ha sostenido ciertos temas recurrentes:
a) La naturaleza (las estaciones, la luna, el viento, el rocío,
la nieve, los gansos salvajes, las hojas rojas del arce, los ce-
rezos, etc.)
b) La suave melancolía
c) El amor que termina o que no es correspondido
d) Las muestras de transitoriedad de la naturaleza
e) Los dolores y placeres de la soledad
Asimismo, esta poesía está caracterizada por la sugerencia,
la elipsis, la brevedad y la pregnancia.
Desde el punto de vista técnico, hay dos 'secretos' en los
tankas. Uno de ellos se llama MAKURAKOTOBA, o palabra-
almohada: un atributo convencional o un epíteto que habitual-
mente ocupa toda una línea y modifica una palabra (general-
mente la primera) de la línea siguiente. Algunas son tan viejas
que su significado se ha perdido. El gran poeta Hitomaro, se
cree, inventó la mitad de las que usó. La más común de estas
palabras-almohada es ashihiki no en lugar de yama (colinas,
montañas). El significado original de la frase es incierto, pero
se cree que está relacionado con 'cañas' (que son de las llanu-
ras). Pero en la época de la segunda gran colección de poemas
ordenada por los emperadores (la primera es el Manyoshu,
como dijimos, realizada en el siglo VIII), el Kokinshu, del siglo
X, se creó la falsa etimología "arrastrando las piernas" o "dolor
de pies" para sugerir el esfuerzo de trepar una loma.
La otra convención de esta forma poética, es el KAKEROTOBA
o palabra-pivote, que cobró importancia a medida que las ante-
riores makurakotoba perdieron la suya. Es mucho más clara en
sus trabajos que la anterior, pero más difícil de traducir (al in-
glés o al castellano). Por ejemplo: fureba, significa tanto "mien-
tras cae la lluvia", como "mientras pasa el tiempo".
PRINCESA NUKADA (Siglo VII)
Añorándote,
amándote,
esperándote,
las persianas de bambú se cerraron
sólo por el viento de otoño.
EMPERATRIZ JITÔ (615-702)
Pasan las estrellas.
Pasa la luna.
Nubes azules pasan sobre las montañas al norte.
Pasan los años.
LA SÚBITA APARICIÓN DE FLORES DE CEREZO
La primavera ha pasado
y parece como si hubiese llegado el verano
Y una tela blanca fuese desplegada para secarse
en las cuestas del Monte Perfume Celestial
OTOMO NO SAKANOE NO IRATSUME (siglo VIII)
Mi amor me hiere porque tu no puedes conocerlo-
Amor como el lirio de una doncella,
floreciendo en los matorrales de un páramo.
YOSAMI, Esposa de HITOMARO (siglo VIII)
No volveremos a vernos cara a cara.
Rezo porque las nubes se alcen sobre el Río de Piedra
Para que siempre pueda verlo en mi recuerdo.
LA DAMA KII (siglo VIII)
Conozco la reputación
de las formas relajadas
de la playa de Takashi.
No me acercaré a ellas,
porque de seguro me mojaría las mangas.
LA DAMA KASA NO IRATSUME (siglo VIII)
Los Dioses del cielo son irracionales.
Así que puedo morir sin llegar a conocerte,
siendo que te amo tanto.
ONO NO KOMACHI (siglo IX)
Me quedé dormida pensando en él,
y vino a mí.
Si hubiese sabido que era sólo un sueño
no me habría despertado nunca.
LA DAMA ISE (s. IX-X)
¿Es tu orden
que debemos atravesar esta vida,
sin volver a encontrarnos,
aún por el espacio tan breve como los nódulos
de las cañas de Naniwa?
SHIROME (s. X)
Si tan solo estuviese segura
de que podría vivir tanto como quisiera,
no lloraría
al alejarme de vos.
LA DAMA UKON (s. X)
He sido olvidada.
No me importa de mí misma,
pero tengo pena de él
por las promesas que juró
y su vida renegada.
MURASAKI SHIKIBU (974-1031)
Esta vida no te causaría tristeza
si la pensaras como
las flores de cerezo de la montaña
que brotan y se disipan en un día.
AKAZOME EMON (?-1027)
Yo, que podo mis tristezas
como un talador,
debería pasar mi vida en las montañas.
¿Por qué todavía añoro
el mundo flotante?
SEI SHONAGON (s. X)
Dado que nuestras relaciones
son como el desmoronamiento
del Monte Imo y del Monte Se,
ellos, como el Río Yoshino
en ese desfiladero
nunca volverán a fluir con suavidad.
La madre de MICHITSUMA (s. X)
¿Ha concluido nuestro amor?
Si tan solo pudiese preguntarle a tu fantasma
reflejado en la superficie
del estanque que construimos
como un símbolo de nuestro amor-
pero su superficie está cubierta de ovas.
DAINI NO SANMI (La hija de Murasaki) (s. X-XI)
Desde el Monte Arima,
sobre las plantas de bambú de Ina,
el viento sopla haciendo crujir las hojas.
¿Cómo podré olvidarlo alguna vez?
IZUMI SHIKIBU (s. XI)
Pronto dejaré de ser.
Cuando esté más allá de este mundo,
¿puedo tener el recuerdo
de sólo un encuentro más?
ISE TAYÛ (s. XI)
Ya es tarde esta noche
para nuestro encuentro,
pero es melancólico no detenerse
en el vado de Saho
para oír lamentarse a los chorlitos.
LA DAMA SAGAMI (s. XI)
No hay noche
en la que no destellen los relámpagos,
¿pero dónde está ahora el espejismo
que llegué a entrever por un instante?
LA DAMA SUWÔ (s. XI-XII)
Apoyada mi cabeza en tu brazo
sólo durante el sueño de una noche de primavera,
me he convertido en sujeto de chismorreos
aunque nada haya pasado.
LA PRINCESA SHIKISHI (?-1201)
Dormí en el pasado,
que nunca regresará,
como si fuese el presente.
Alrededor de mi almohada en mis sueños
flotaba el perfume de las flores de naranjo,
como la fragancia de las mangas
del hombre que se ha ido.
KENREI MON-IN UKYÔ DAIBU (s. XII)
Las hojas del arbusto de trébol susurran en el viento.
Yo, que no soy una hoja,
te miré sin un sonido.
Tal vez pensaste que no te presté atención.
GIÔ (s. XII)
El pasto que brota esperando la primavera,
y el pasto que comienza a marchitarse, fueron una vez
el mismo
pasto silvestre del brezal.
Más tarde o más temprano
seguramente se encontrarán con el otoño
y terminarán en la temporada del hastío.
YOKOBUE (s. XII)
¿Cómo puedo quejarme
de que te hayas afeitado el pelo?
Desde que nunca más podré
tirar de las fibras de tu corazón
como un arco de madera de catalpa,
me he convertido en una monja
siguiendo tu Camino.
SHIZUKA (La amante bailarina de Yoshitsune) (s. XII)
Cómo añoro al hombre que ascendió al Monte Yoshino
atravesando la nieve blanca
que yacía espesa sobre sus alturas.
LA DAMA HORIKAWA (s. XII)
¿Cuánto durará?
No conozco
su corazón.
Esta mañana mis pensamientos están tan enredados
con la ansiedad
como mi pelo negro.
La HIJA de MINAMOTO NO TOSHITAKA (s. XII)
¿Por la ventura de una noche de un poco de sueño
junto a la bahía Naniwa,
debo vivir añorándolo,
agotando mi carne?
LA HIJA DE SHUNZEI (1171?-1252?)
¿Cómo podría culpar a las flores del cerezo
por rechazar este mundo flotante
y yéndose sin rumbo con el llamado del viento?
ABUTSU-NI (1209-1283)
Quién sabe
que en lo profundo del barranco
de la montaña de mi oculto corazón
una luciérnaga de mi amor está en llamas.
OKAYEME, una joven de Buzen (Del Manyoshû)
En el crepúsculo
Es difícil ver el camino.
Espera hasta el amanecer
Para que pueda verte marchar.
LA DAMA SONO NO OMI IKUHA (Fechas desconocidas)
Todos me dicen
Que mi pelo está demasiado largo
Lo dejo
Como tú lo viste la última vez
Desordenado por tus manos.
LA EMPERATRIZ EIFUKU (1283-1342)
Nos vestimos el uno al otro
Apurándonos para despedirnos
En lo profundo de la noche.
Nuestros soñolientos muslos se tocaron y
Fuimos sorprendidos en la cama por el amanecer.
FUENTES
Kenneth Rexroth and Ikuko Atsumi. The Burning Heart. Wo-
men Poets of Japan. The Seaburry Press, 1977.
Kenneth Rexroth. One Hundred Poems from the Japanese.
New Directions, 1964.
Kenneth Rexroth. One Hundred More Poems from the Japa-
nese. New Directions, 1976.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
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