viernes, 3 de julio de 2020

ALGUNOS CANTOS DE AMOR DE LOS INDIOS DE AMÉRICA





 ORACIÓN DE UNA MUJER (ANAMBÉ)*

 ¡Rudá! ¡Rudá!
 ¡Oh tú que moras en los cielos,
 Que amas la lluvia-
 Oh tú que moras en los cielos!
 Haz que suceda que él encuentre poco atractivas
     a todas las demás mujeres.
 Haz que piense en mí,
 Cuando el sol desaparece en el oeste.

* Los Anambé son una tribu ahora extinta del sudeste
del Amazonas. Rudá era el dios del amor, imaginado
como un guerrero que vivía en las nubes. Su función
era generar nostalgia en el corazón de los hombres que
salían a cazar o a guerrear, para que regresaran más tem-
prano a su hogar. Mientras canta esta oración, la mujer
extiende los brazos en la dirección en la que supone se
halla su amado. 



 CANTO (INCAS)*

 En un lugar inaccesible
 dormirás.
 A medianoche
 Yo vendré.

* La versión original de estos versos es una traducción
que hiciera Garcilaso de la Vega. Ha tenido múltiples
versiones desde entonces.



 PARA PONER A DORMIR A LA FAMILIA DE UNA
                    MUJER  (CHEROKEE)*

 ¡Gente, el sueño está viniendo!

 Muy rápido todos ustedes se están entregando.

 La noche está viniendo.

 Sigan a través de la noche: ¡la Luna Oscura ha venido
        solo para vivir en vuestra alma!

* Traducido del cherokee al inglés por J.F. y A.G. Kilpa-
trick. Usada por un hombre para poner a dormir a una mu-
jer deseada y a su familia. La dice 4 veces, y después de
cada vez sopla su aliento hacia la casa de la mujer.
 

 CANTO (QUECHUA)*

 Temprano al alba verde naciente,
 Ah... ¿es tan verde el sauce?
 En los campos verdes,
 Me diste tu amor.

* Estos cantos se llaman huayños, y se usaban acompañando
las danzas. 



 EL CANTO DE UN HOMBRE (CHIPPEWA)*

 Es mi forma y persona lo que me hace grande.
 Escucha la voz de mi canto- es mi voz.
 Me protejo con diversas envolturas.
 Todos tus pensamientos me son conocidos - ¡ruborízate!
 Podría traerte aquí, aunque estuvieras en una isla lejana;
   aunque estuvieras en el otro hemisferio.
 Le hablo a tu corazón desnudo.

* Se trata de una interpretación que hiciera H.R. School-
craft de los pictogramas dibujados sobre cortezas de abe-
dul. Cada línea corresponde a un dibujo.



 HECHIZO MÁGICO PARA TORCER EL CORAZÓN
      DE UNA MUJER  (AREKUNA)*

 Aquí,
 aquí estoy yo,
 un pobre.
 Doy vuelta a esta buena joven mujer,
 hija de los ancianos,
 hacia mí,
 hacia mí mismo,
 hacia mis cejas,
 hacia mi cabeza,
 hacia mis brazos,
 hacia mi pecho,
 hacia mis manos,
 hacia mis piernas,
 hacia mi corazón.
 No dejo nada sin nombrar.

* Los Arekuna son una tribu del este de Venezuela. Tam-
bién llamados Pemon.



 EL CANTO DE UN HOMBRE (KWAKIUTL)*

 ¡Como dolor de fuego desciende por mi cuerpo mi amor
       a vos, mi querida!
 ¡Como el dolor corre por mi cuerpo mi amor por vos, mi
       querida!
 Igual que la enfermedad es mi amor por vos, mi querida.
 Igual que un hervor me duele mi amor por vos, mi querida.
 Igual que el fuego me quema mi amor por vos, mi querida.
 Estoy pensando en lo que me dijiste.
 Estoy pensando en el amor que guardas por mí.
 Tengo miedo de tu amor, mi querida.
 ¡Oh dolor! ¡Oh dolor!
 ¿Oh, adónde va mi amor verdadero, mi querida?
 Oh, dicen que será llevada lejos de aquí. Ella me dejará,
      mi amor verdadero, mi querida.
 Mi cuerpo se siente paralizado por la importancia de lo que
      dije, mi amor verdadero, mi querida.
 Adiós, mi amor verdadero, mi querida.

* Traducido del Kwakiutl, tribu del noroeste de América del
Norte. Entre ellos, los cantos de amor y los de duelo se de-
signan con un sólo término. Los cantos de amor son entona-
dos de un modo que imita el llanto. En los viejos tiempos, 
un grupo de muchachos recorrería las calles del poblado
cantando estas canciones para tentar a las muchachas.



 CANTO DE UNA DANZA (QUECHUA)

 Esa princesa que no puede amar-
 La arrojaremos a las dulces aguas del lago.
 Allí, allí ella aprenderá,
 Bebiendo esas aguas dulces,
 Que yo he de ser deseado,
 Que yo he de ser amado.

 Esa mujer que no puede amar-
 La arrojaremos 
 La arrojaremos al árido campo nevado.
 Allí, allí ella aprenderá,
 Helada por la nieve blanca,
 Que yo he de ser deseado,
 Que yo he de ser amado.

 Esa muchacha que no puede amar-
 La arrastraremos hasta el puente, la arrojaremos en las
         barrosas aguas del río.
 Allí, allí ella aprenderá,
 Bebiendo esas aguas barrosas,
 Que yo he de ser deseado, 
 Que yo he de ser amado.



 CANTO DE DUELO (DAKOTA)*

 ¡Mientras los (hombres) jóvenes pasaban
 Yo lo estaba buscando!
 ¡Me sorprende de nuevo que él no está!
 ¡Es algo a lo que no puedo resignarme!

* Los Dakota son una parte de la gran tribu Sioux





 CANTO DE AUSENCIA*  (KIOWA)

 Tengo un solo amor,
 Ido a algún lugar, un lugar lejano.
 El tiempo se alarga.
 Él está solo y cansado.

 * Un Gomda Daagya: Canto de Viento, solitario como el
viento de la pradera.



  HECHIZO MÁGICO PARA ENCONTRAR A UNA
         MUJER  (AZTECA)*

 Tierra Espejo, un lugar de encuentro.
 Pido por una mujer, canto por una mujer, llorando hacia
               arriba y hacia abajo,
 trayendo a mi ayudante, Xochiquetzal, vestido en una ser-
         piente, con una serpiente en sus caderas, alrededor de
         sus entrañas.
 Ayer, el día anterior, lloré, sollocé.
 Pero este es un verdadero espíritu, verdadero poder.
 ¿Mañana? ¿El día siguiente?
 Hoy.
 Soy yo, el joven guerrero.
 Yo brillo, yo amanezco.
 ¿Venido de ningún lado? ¿Nacido en ningún lado?
 ¡Brotado de la flor de una mujer! ¡Nacido de la flor de una
       mujer!
 Este es espíritu verdadero, poder verdadero.
 ¿La encontraré mañana? ¿El día siguiente?
 Hoy.
 Soy yo, el joven guerrero.
 ¿Soy verdaderamente un guerrero? No de guerra lo soy, sino
       de mujer.

* Xochiquetzal es la diosa del amor. La idea general del can-
to es que el que habla será capaz de atraer a una mujer por-
que él ha nacido de una mujer.



 EL SUEÑO  (ESQUIMAL AMMASSALIK)*

 Anoche soñé contigo.
 Soñé que estabas caminando sobre los guijarros de la playa
 y yo caminaba contigo.
 Anoche soñé contigo.
 Y aunque estaba despierto,
 soñé que te seguía,
 que te quería como a una foca joven,
 que eras deseada por mí
 de la manera que el cazador
 desea a una foca joven
 que se sumerge cuando siente que la siguen.
 Así es como eras deseada
 por mí,
 que soñé contigo.

* Esquimales del este de Groenlandia y oeste de Canadá.



 CANTO  (KWAKIUTL)

 Que yo pudiese ir, mi amor,
   A sentarme junto a vos,
 ¡Junto a vos, mi amor, mi querida!
 Que yo pudiese ir, mi amor,
   Sentado dentro de una nube,
   Adentro de una nube móvil,
   Moviéndome en una nube voladora,
 Para sentarme junto a vos, mi amor, mi querida.



 CANTO DE AMOR EN LA LLUVIA  (HOPI)*

 ¡Las plantas de maíz en la lluvia!
 Muchachas mariposa jugando a perseguirse
  Justo después de la lluvia.
  Mira cómo revolotean
  Encima y a través del maíz.
  Así ellas, cantando, se divierten.

* Un canto ceremonial transformado en canto de cortejo.
Las "muchachas mariposa" evoca no sólo a las mariposas
y abejas de un campo de maíz después de la lluvia, sino 
también a las jóvenes solteras, con su pelo formando un
moño a cada lado de sus cabezas, semejando alas de mari-
posa. Los Indios Papago tienen una canción parecida:
 "Sobre la tierra plana una casa de lluvia cubierta de nubes.
Está ahí, muy blanca. Alas de mariposa andan por ahí.
   Me gusta. Lo he visto todo."





 GUARDANDO UNA MOSCA   (QUECHUA)*

 Estoy guardando una mosca
 con alas de oro,
 guardando una mosca
 con ojos de fuego

 con muerte en sus ojos de fuego,
 muerte
 en sus pelos de oro,
 en sus adorables alas,

 guardándola
 -en una botella verde.
 Nadie sabe si bebe,
 nadie sabe si come.

 Vaga de noche
 como una estrella,
 mata con un explosivo brillo rojo
 en sus ojos de fuego,

 amor en sus ojos de fuego,
 amor que conserva en su corazón,
 su sangre,
 brillando en la noche.

 Insecto de la noche,
 vuela, portadora de la muerte,
 en una botella verde la conservo,
 amándola tanto.

 Pero, por supuesto, por supuesto,
 nadie sabe
 si la dejo beber,
 si la dejo comer. 

* El texto nos resulta extraño, porque desconocemos la su-
cesión de metáforas utilizadas en su construcción. Se trata
de un huayño muy antiguo que se fue renovando a lo largo
de los siglos.





NOTA
Un pequeño recordatorio. Se ha generado un debate acerca
de la conquista de América. Durante cierto tiempo quedó 
claro que se había tratado del mayor genocidio de la histo-
ria de la humanidad. Pero poco a poco se fueron alzando vo-
ces de protesta, en el sentido de que los conquistadores no
habían hecho, después de todo, tanto daño. Algunos se ani-
man a postular -y lo hacen con fuerza- que se trató de un "encuentro de culturas". 
A la idea de un "Descubrimiento de América", ha respondi-
do ya un cacique tradicional de los iroqueses de Onondaga,
llamado Dehatkadons: "No se puede descubrir una tierra ha-
bitada. De lo contrario, yo podría cruzar el Atlántico y "des-
cubrir" Inglaterra."
No todos los muertos entre los habitantes originales de Amé-
rica fueron masacrados ya sea en combate o por simple ase-
sinato masivo de personas indefensas. La gran mayoría murió
como consecuencia de las enfermedades infecciosas que porta-
ban los invasores. Probablemente el nombre más adecuado pa-
ra ese acontecimiento trágico sea "invasión catastrófica" (Ri-
chard Wright). Cuando los conquistadores llegaron a América,
vivían en este extenso continente aproximadamente 100 mi-
llones de nativos americanos, es decir: una quinta parte, más
o menos, de la raza humana. Las diversas pestes traídas en los
barcos desde el Viejo Mundo (sarampión, peste bubónica, fie-
bre amarilla, viruela, cólera y malaria), que no existían en 
América, aniquilaron, para el 1600 a unos 90 millones de per-
sonas. Su equivalente, hoy, para que se capte de alguna mane-
ra la dimensión de dicha masacre, sería de más de un billón
de seres humanos. La mayor mortandad de la historia.
En 1592, Montaigne, una de las mentes más elevadas de la
civilización occidental, conversó con 3 tupinambas cautivos
llevados de Brasil a Francia y exhibidos ante el rey-niño Car-
los IX. Y lo cuenta así: "El Rey habló un rato con ellos; se les
mostró nuestro modo de vida, nuestra magnificencia, y las co-
sas dignas de verse en una bella ciudad. (Yo) les pregunté qué
pensaban de todo esto y qué les había parecido lo más nota-
ble. (Ellos dijeron) que habían advertido entre nosotros algu-
nos hombres atiborrados de toda clase de cosas mientras que
sus otras mitades eran mendigos ante sus puertas, demacra-
dos por el hambre y la pobreza. Les pareció extraño que es-
tas menesterosas mitades tuvieran que sufrir tanta injusticia
y no agarraran a los otros del cuello o incendiaran sus casas".

Ellos vivían en comunidades equitativas, sin un Poder central.
La tierra no les pertenecía: ellos eran invitados en el reino de
la naturaleza, no dueños. Muchos de los grandes conflictos
que condujeron a sucesivas masacres de los indios por parte 
de los colonizadores partieron de esta raíz: los blancos que-
rían la propiedad de las tierras, y los indios no podían ni ce-
derlas ni venderlas, tanto porque ahí reposaban los restos de
sus antepasados, como porque la tierra no les pertenecía. 
En 1978, en el congreso de los Estados Unidos, un indio Che-
rokee habló de esta manera: "En nuestra propia historia, en-
señamos que fuimos creados ahí (en nuestra tierra), lo cual
es más verídico que la verdad antropológica porque fue ahí
donde se nos dio nuestra visión como pueblo cherokee... En
el idioma de mi pueblo... hay una palabra que significa tie-
rra: Eloleh. Esta misma palabra también significa historia, 
cultura y religión. No podemos separar nuestro lugar en la
tierra de nuestras vidas en la tierra, ni de nuestra visión y
significado como pueblo. Desde la infancia se nos enseña
que los animales e incluso los árboles y plantas... son nues-
tros hermanos y hermanas. De modo que cuando hablamos
de tierra no estamos hablando de propiedad, de territorio y
ni siquiera del trozo de tierra sobre el cual están situadas
nuestras moradas y crecen nuestros cultivos. Estamos ha-
blando de algo verdaderamente sagrado."




FUENTES

 John Bierhorst. The Sacred Path. Spells, Prayers & Power 
Songs of the American Indians. Quill, 1984.


 A. L. Soens. I, the Song. Classical Poetry of Native North
America. The University of Utah Press, 1999.



 Ronald Wright. Continentes robados. América vista por los

indios desde 1492. Anaya & Mario Muchnik, 1992.


Las fotos de los "indios" (ellos deploran ser llamados de esa
manera -otra cuestión irresuelta luego de 500 años-) son del
incomparable Edward Curtis (1868-1952), un autodidacta
que fotografió a los nativos americanos (lamentablemente 
sólo al norte del Río Grande) en su hábitat original.

Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)





  

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