viernes, 13 de agosto de 2021

REGRESO NOCTURNO

 Veníamos del casino -desde el mar, al que ni mirábamos-

 yo casi sin haber jugado;

 él, que manejaba el Mercedes,

 mascullando las pérdidas,

 martillando sobre la ilógica suerte 

 que lo perjudicó en los momentos clave,

 bastante borracho, por cierto.

 Alta noche, ruta desierta,

 ¡espesa, espesa niebla!

 En el Mercedes, farfullando,

 'a toda pasta'.

 ¿Qué era?

 ¿El juego de quién tiene más miedo?

 ¿El juego de mostrarme 

 su desprecio por la muerte?

 ¿Matarnos los dos, si fuese necesario?

 ¿Mostrarme, hábilmente, sin proponérselo,

 o ¿quién sabe? (estaba borracho),

 su desgracia, su capacidad de asesinar

 asesinándose?

 Yo era, en esos momentos, un alguien.

 Quiero decir, no del todo yo, ni tampoco nadie.

 Sentado en el lugar del copiloto.

 Temía, pero estaba consciente,

 y, pequeño detalle, era el amante de su esposa.

 170, 180, ahora casi sin hablarnos

 por el camino de la noche.

 Sumergidos en la espesa, helada

 niebla,

 y en turgente silencio

 cuerpo y mente

 de ambos.

 Con el fantasma de ella, 

 dentro y fuera 

 de la noche

 y del auto.

2 comentarios:

Carmen Troncoso Baeza dijo...

Los fantasmas rondan dentro y fuera de nosotros, muy buen poema!

Robert Rivas dijo...

Gracias, Carmen.