martes, 3 de agosto de 2021

DONDE VIVÍAMOS

  El ramal pasaba justo por la puerta de la casa

  Venía la larga curva bordeada de yuyos

la línea férrea del siempre recto noble metal

y luego la bestia

con los chirridos,

los chisporroteos,

las frenadas, 

los olores,

la bocina feroz,

el tufo caliente

que dejaba a su paso


Obviamente tapiamos las ventanas

levantamos un cerco,

cavamos un foso 

entre las vías y la puerta de adelante


La dimos vuelta, al fin

la pusimos de culo

contra el ulular nocturno

la luz del reflector

en la cabeza-trompa

del monstruo-máquina


Los trenes se detenían

sin motivo

solo para arrancar

entrechocando

hierros y vagones

cadenas y enganches

en medio de los sueños

en los momentos

en que el cuerpo se entrega

a su inanidad más completa

y tierna


Los vagones de carga abiertos transportaban

     carbón de piedra

 Cuando los trenes se detenían a hacer

     quién sabe qué -

     algunos decían que era para cargarles agua

     a las máquinas, una teoría obviamente absurda

     ya que por el tiempo que demoraban en hacerlo

     se podrían llenar las bodegas de una fila 

     de barcos de carga-

     unidos a un grupo de gente local,

     nos mezclábamos alegremente los chicos,

     y con ahínco, entre todos,

     derribábamos con palos todo el carbón de piedra

     posible, acumulando pilas siniestras de carbón 

     de piedra en los patios traseros de la mayoría 

     de las casas, aunque nadie encontró utilidad alguna

     para esos inútiles tesoros.

     

Sin rencores ni remordimientos:

Esto ocurrió

y no hubo Dios

que diese un buen puñetazo

sobre este desgraciado asunto

hundiéndolo todo

entre el olvido y el barro


La ciudad, por entonces,

era enteramente indivisible

¿Dije ciudad? Debí decir La Zona.


El descanso no había sido inventado

La cama y la silla aun no habían sido

desenterrados.

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