miércoles, 26 de enero de 2011

DESMEMBRADOS



Con el gas de la conciencia a llama baja
como se anda esos años sin conocer todavía
cuánta llama o cuanta flama o cuanto gas suelto
o cuanto gas ficticiamente calmo
tenemos en depósito, o de acceso inmediato,
o depositado en un lejano reservorio interior
que 'pierde',
pierde en lugar de acumularse,
se gasta sin haberse usado.
O bien, cuántas fuentes externas de gas harán conexión
con nuestras instalaciones,
o bien, cuánto de nuestro inerte combustible
se quemará en intensivas jornadas por venir.
Esa clase de operaciones escapan a nuestra conciencia,
que cree desconocer la neutralidad,
aunque practique formas casi constantes de
preocupanulación
y toda clase de picopiensoteos.

Gas fuerza, gas debilidad.
Acaso estamos montados sobre una plataforma de neutralidad
que absorbe cuanta realidad entra al sistema,
des-gas-tando su propio gas sin conciencia.

Si el gas, por otra parte, fuese justamente conciencia,
entonces habría que decidirse por tenerlo encendido.
Se quema y al quemarse, abre nuevos pozos ocultos
de un yacimiento cuyas prolongaciones
nos sorprenderían por su extensión.
Pero como dicha extensión rebasaría por todas partes
las fronteras de lo que conocemos como nuestro territorio,
nuestro país, nuestro yo duramente tallado en el agua y en la arena
que fijar intentamos;
y ese territorio no cedido, y defendido no ya a toda costa, porque también
estamos hechos del gas de la pérdida, el inmedible, irremediable,
el que circula fuera de nuestra atareada y perezosa atención,
el que nos aleja las costas a medida que avanzamos,
sin duda nos sentiremos desmembrados de nosotros mismos.

"Desmembrado el poder del antiguo imperio asirio -¿quién se
acuerda de eso?- se formaron entonces los reinos neobabilónico
y medo. A los medos iranios se los llamó persas. Decir "persas"
es decir Darío, y decir "Darío" trae de la cola a su hijo Jerjes...
y la conquista de Grecia."

¿Cuánto gas hizo falta para eso?

¿Dónde estábamos 'nosotros', entonces?

Desde muy temprano se conocen las manivelas de nuestros reguladores.
Pero otra cosa es lo que logramos hacer con ellas.

sin realmente creer que...

Un par de manijas
un aparatito olfatorio,
alguna vela
¿a viento o a gas?
Ah, eso que parece un timón
brújulas amontonadas, distintas, inconexas.
Instrumentales vagos, desconfiados;
sistemas de transporte interior, e intero-exterior,
y hasta extero-interior
que permanecen ensombrados, helicoidantes,
escarbatientas, soñiámbulos.

Todos esos sigilosos siglos:
gas en pérdida
minuciosa y constante.

Apelar al gas de reserva
al gas del recuerdo, entonces.

Hasta donde podía ver (o saber)...

¡En marcha, en marcha!
En ese gran desorden
en ese nuncaestamospreparados,
¡En marcha!, ruge,
nos esperan nada menos
que los fantasmas, los sosías,
las pantallas, los seudónimos,
las ilusodistracciones,
las promesodecepciones,

y el futuropasado

el tocamirarnos,
el olerbesarnos,

¿ilusión verdadera?,
¿espejismo logrado?

y no lo obtendrás por la vía
de apagar al otro
no lo obtendrás

este entrar y salir
el fugaz ser-en-vos

aunque seaunavezsola
aunque apenas exista
tu sonrisa entrevista
como brisas y sombras

y sin realmente comprender
del todo nada

esa vida esa muerte
que consumando su nada
nos arropan y arrollan



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