martes, 9 de julio de 2013

JOYCE MANSOUR, LA EGIPCIA








¡Cómo me fascinaron aquellos poetas que Aldo Pellegri-
ni incluyó en su estupenda "Antología de la Poesía Surrea-
lista" que en 'años dorados' editara Fabril! Me parecían
miembros de una logia maravillosa, pasada, muy existen-
te y, al mismo tiempo, de existencia apenas oniroide.
 Pellegrini dividió a los numerosos poetas de su libro en
dos secciones (o seccionó en dos partes a sus poetas): los
propiamente surrealistas y aquellos que recibieron inspi-
ración o influencia de esa fluencia, qué él denominó "de
lenguaje surrealista".
Joyce Mansour formaba parte (con la foto incluída) del
primer grupo.
Nació en Londres, de padres egipcios judíos. Vivió tanto
en Francia como en Egipto. Adhirió muy temprano al mo-
vimiento surrealista, en particular siguiendo los pasos de
Robert Desnos. Su otro nombre (¿cuál podría llamarse 'el
verdadero'?) es Joyce Patricia Adès. Hay dos libros suyos
editados recientemente en español: Islas flotantes, una no-
vela, y Gritos, desgarraduras y rapaces que reúne tres de
sus libros de poemas.
Escribió en francés.(¿Y en trancés?)
A.P. comenta: "Su toma de partido por la "vida inmediata"
se revela también en su carrera deportiva: especialista en
salto en alto y campeona de carreras pedestres [hoy diría-
mos atletismo, ¿no?]".

                                                      La foto incluída en Ant. Poesía Surrealista.

Estas versiones provienen del inglés.


  Sentada en la cama piernas bien abiertas
  Un tazón delante suyo
  Buscando comida pero sin ver nada
  Una mujer con párpados comidos por las moscas
  Gemía
  Las moscas entraban por la ventana
  Partían por la puerta
  Entraban a su tazón
  Ojos rojos moscas negras.
  Comidas por una mujer
  Que no veía nada

  ***


  Anoche vi tu cadáver
  Estabas húmeda y desnuda en mis brazos
  Vi tu cráneo
  Vi tus huesos empujados por el mar de la mañana
  Sobre arena blanca bajo un sol dubitativo
  Los cangrejos luchaban por tu carne
  Nada quedaba de tus inflados pechos
  Sin embargo así es como yo te prefería
  mi flor

  ***

  Quiero dormir con vos lado a lado
  Nuestros pelos entrelazados
  Nuestros sexos unidos
  Con tu boca por almohada
  Quiero dormir con vos espalda contra espalda
  Sin respiraciones que nos separen
  Sin palabras que nos distraigan
  Sin ojos que nos mientan
  Sin ropas puestas
  Dormir con vos pecho contra pecho
  Tensa y sudando
  Brillando con mil estremecimientos
  Consumida por una loca inercia extática
  Estirada en tu sombra
  Martillada por tu lengua
  Para morir en el diente podrido de un conejo
  Feliz

  ***

  AZUL COMO UN DESIERTO

Felices son los solitarios
Aquellos que siembran el cielo en la ávida arena
Aquellos que buscan lo viviente bajo las polleras del viento
Aquellos que corren jadeando detrás de un sueño evaporado
Porque ellos son la sal de la tierra
Felices son las atalayas sobre el océano del desierto
Aquellos que persiguen el fennec detrás del espejismo
El alado sol pierde sus plumas en el horizonte
El eterno verano se ríe de la tumba mojada
Y si un fuerte grito resuena en las postradas rocas
Nadie lo escucha nadie
El desierto siempre aúlla bajo un cielo impasible
El ojo inmóvil sobrevuela solo
Como el águila al alba
La muerte se traga el rocío
La serpiente sofoca a la rata
El nómade bajo su carpa oye el ulular del tiempo
Sobre la grava del insomnio
Todo está allí esperando por una palabra ya indicada
En otra parte

[Fennec: pequeño zorro de orejas puntiagudas de los de-
siertos del norte de África]



FUENTES

Mary Ann Caws. Surrealist Love Poems. Univ. of Chica-
                            go Press, 2002.
Aliki and Willis Barnstone. Women Poets from Antiquity
                            to Now. Schocken Books, 1992.

1 comentario:

Seanna dijo...

¡Vaya! Me pareció bastante lindo el último, y qué raro que haya sido campeona en deporte. Pero eso no importa. Gracias por traducirle, voy a buscar más obras suyas.