viernes, 6 de junio de 2014

DOS CANTOS CHAMÁNICOS: TARAHUMARAS Y HUICHOLES



CANTO DE DANZA DE UN CHAMÁN (TARAHUMARA)

Florecido está el jaltomate, en flores se sostiene,
En flores se sostiene madurando, madurando.
Sobre la cresta de la montaña allá, allá
En la niebla de la cresta de la montaña.
El agua está cerca;
La niebla descansa sobre la montaña y sobre la meseta.
El pájaro azul canta y zumba en los árboles, y
El pájaro carpintero macho está llamando desde el llano,
De donde se alza la niebla.
Un gran vencejo está haciendo sus picadas a través del aire
                                                                       [del atardecer;
Las lluvias están próximas.
Cuando el vencejo pasa como un dardo a través del aire
                                  [produce su sonido sibilante, zumbón.
La ardilla azul asciende por el árbol y silba,
Las plantas estarán creciendo y el fruto estará madurando,
Y cuando esté maduro caerá al suelo.
Cae por estar tan maduro.
Las flores se yerguen, ondeando en el viento.
El pavo está jugando, y el águila llama;
Por lo tanto, el tiempo de las lluvias pronto estará entre
                                                                              [nosotros.


PARA EL DIOS DEL PEYOTE (HUICHOL)

                                          Tatewari, Nuestro Abuelo, Fuego Deificado.

Wirikota Wirikota
    Donde nacen las rosas
    Donde florecen
    Racimos de flores y viento
         Wirikota
Al pie de la Montaña Eterna
   Las rosas respiran: aliento de los dioses
   El húmedo amor de la madre: el rocío
   Y del corazón del peyote emerge la niebla
   Emerge el Gran Venado Azul (Tahumatz Kauyumari)
   La lluvia desciende
   Venado Azul desciende

   El maíz echa raíces  la rosa permanece abierta
   Y la Rosa canta: "Yo soy el Gran Venado"
   Y el Gran Venado: "Yo soy la Rosa"

Y allí sobre la Tierra de los Dioses ellos oyen cantos
      Los dioses están cantando
      Las montañas y colinas están cantando
      Y las rosas también cantan
El canto de vida en Wirikota   sólo oído en Wirikota
     Eterno canto de Vida
     Sólo allí
     Sólo allí y oído en Wirikota


[Wirikota es el lugar de origen de Tahumatz Kauyumari,
el heroe cultural de los Huicholes, el mensajero entre los
dioses y el hombre, también llamado El Gran Venado Azul. Kauyumari/Peyote/Maiz es una trinidad mistica.]



El descubrimiento del maíz.


 Es significativa la conexión que existe entre estos cantos.
Tanto los Tarahumara como los Huicholes habitan la zona
de la Sierra Madre mexicana. Mi conexión con los Tarahu-
mara fue disparada por el libro que escribiera Antonin Ar-
taud acerca de sus experiencias con esa tribu y con sus cul-
tos derivados del consumo de peyote, un pequeño cactus
que crece exclusivamente en México, a través de la media-
ción de chamanes. Resulta ser que los no muy próximos ve-
cinos Huicholes utilizan también esos 'hongos mágicos' cu-
ya base química está constituida por la mescalina. Los Ta-
rahumara se llaman a sí mismos los Rarámuri, un término
que significa "el que corre a pie" o "el que camina bien".
Numerosos maratonistas modernos han mordido el polvo
con estos indios cuyo único equipamiento son sus primiti-
vas sandalias. Hay actualmente más de 100 mil indios Tara-
humara en esa región que sirvió en principio de refugio na-
tural (montañas y cañadas profundas) ante el avance de los
españoles. Luego vino la minería a estropear la cosa. Esas
montañas resultaron ser ricas en plata y otros minerales.
Los Tarahumara tienen una división del mundo, en Rará-
muris y Chabochis. Esta denominación le cabe a cualquiera
que no es Tarahumara, pero no tiene ningún elemento de in-
sulto o desprecio. Sólo consigna una diferencia. Para este
pueblo, cada estrella del cielo es un indio Tarahumara cuyas
almas -los hombres tienen tres y las mujeres cuatro- han,
finalmente, sido extinguidas. Constituyen, como comprobara
Artaud, un pueblo de gente muy discreta y callada. Siempre
me impresionó un descubrimiento que hiciera el gran poeta
francés: él veía que a la tarde los indios bajaban al pueblo
para pedir comida con sus escudillas. A Artaud le llamó la
atención que cuando alguien les daba de comer, los indios
se daban la vuelta y se retiraban sin decir 'gracias'. Enton-
ces, intérprete mediante, el autor de "El Pesanervios", abor-
da a uno de esos indios y le dice: "he visto que te dieron co-
mida en esa casa y me llamó la atención que no agradecie-
ras eso." El indio lo mira desconcertado: "¿Gracias? Pero
si son ellos los que tienen que agradecerme, porque les
doy la ocasión de darme."




FUENTES
Willard TRASK. The Unwritten Song. The Macmillan Co.,
1967.
La foto pertenece a un ejemplar de National Geographic,
en la que aparece un artículo dedicado a los Tarahumara,
de noviembre de 2008 (edición en inglés).
Jerome ROTHENBERG. Shaking the Pumpkin. Traditional
Poetry of the Indian North Americas. Doubleday & Co, 1972.
Peter T. Furst/ Salomón Nahmad. Mitos y arte Huicholes.
Secretaría de Educación Pública, México, 1972. (Las ilustra-
ciones originales de los Huicholes le pertenecen a este libro)






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