viernes, 13 de junio de 2014

LA MÚSICA DE LOS PÁJAROS




Sabía que había escrito algo acerca de eso. 'La música de
los pájaros'. Fui a buscar el texto, y ahí estaba. Idéntico a
sí mismo -una vez más y otra y otra...- y no a lo que yo re-
cordaba. Hubiese preferido... pero no, las cosas se sotie-
nen en su infatigable constancia. Para mi renovada sorpre-
sa, debo decirlo. ¿Por qué no cambian? Un gran misterio
rodea aún a los acontecimientos más pequeños. Aún a un
insecto, aún a la más mínima partícula del lenguaje.
El texto en cuestión es una nota al pie. En realidad, una se-
rie de notas reunidas casi como un texto aparte de aquel
del que supuestamente provienen. El libro se llama "Idio-
mas olvidados". Un nombre que anticipaba el destino del
libro, sin saberlo. La nota tiene el N° 257. Nos remite al
texto que responde a ese mismo número.
También un número tiene esa misma carga de nimiedad y
de impenetrable misterio.
Voy al texto "257". Se titula "¡FRISS!"

Dice así:

La vacilación del pajarito en la rama.
¿Vuela? ¿Se queda un momento más? ¿Cuánto?
No tiene a quien preguntarle.
"¿Estoy a salvo?"
"Eso que se ve allá, es una semilla?"
¡Siempre en el borde!
Comida o comido.
¡Friss! hace la rama
cuando salta al vacío
y vuela
-al interior del mundo,
al a-fuera de sí mismo-
el pequeño pájaro.

Ahora, al contenido de la Nota:

En el siglo VII a.C., el espartano ALKMAN escribió: "Co-
nozco los cantos de todos los pájaros", metafóricamente ha-
blando, supongo. Trescientos años más tarde, Zhuang Zi se
preguntaba: "¿En qué se distingue el lenguaje humano del
piar de los pájaros?"
Nosotros, en cambio, nos preguntamos: ¿dónde estará el
Barthes-Linneo (¿habrán estado alguna vez en el mismo
párrafo?) que, así como los javaneses tienen 10 palabras
para "estar de pie" y 20 para "estar sentado" (sus varian-
tes, claro), y los esquimales poseen al menos 30 términos
para los estados de la nieve, nos provean de los múltiples
términos necesarios para las muy diversas voces de los pá-
jaros? ¡Basta ya de los vulgares "piar", "gorjear", "graznar"
y "silbar"!

Ah, yo tenía buenas intenciones, pero había errado, una vez
más el blanco. El asunto no era en modo alguno ponerle
nombre a los sonidos emitidos por las aves, sino justamen-
te escuchar la música de esos cantos.
Eso lo supe sin necesidad de pensar. Sentado bajo los árbo-
les, o, muchas veces, teniendo la ventana abierta desde la
cama, sentí que esos mensajes estaban a la altura de la más
bella de las músicas: en su brevedad, en su repetición, en
sus a veces mínimas variaciones, contenían un leve y, a la
vez , el más insondable de los misterios.
Una tentación que creo que es necesario evitar es el intento
de traducir esos cantos. Llamados, avisos, cortejos sexuales,
mensajes ancestrales de la especie, o lo que fueren, solamen-
te escucharlos.


¿Y por qué vengo ahora a cruzarme con ese escrito -y con
su nota apendicular?
Porque me crucé con Olivier Messiaen y su Catalogue
d'oiseaux, un vasto ciclo de piano que se remonta a los
años 1956-1958. Messiaen (1908-1992) es un compositor,
organista y ornitólogo francés, que dedicó muchos años de
su vida a registrar (con papel pentagramado y lápiz) el can-
to de diversos pájaros. La terrera común, el ruiseñor bastar-
do, la oropéndola, el roquero (de roca, no de rock) solitario
y el roquero rojo, la collalba negra, el ratonero común, la
lechuza gigante con cuernos, el cárabo común, la totovia,
el carricero, el zarapito, la chiva piquigualba...
Ha llegado a componer una pieza entera a base de cantos
de pájaros, llamada Le Revéil des Oiseaux Messiean. El
despertar de los pájaros. Cantos del amanecer.
Según él, los pájaros son los mejores músicos. Como ocu-
rre en el caso del poeta romano Valerio Magrelli (n. en
1957) que encontró en su miopía una ventaja y no una di-
ficultad (producto de este 'trabajo' con su doble forma de
visión -"cuando me pongo los anteojos veo como todos los
demás, cuando me los saco, veo de una forma diferente"-
nació el libro "Ora Serrata Retinae", una obra excelente),
Messiaen tenía un 'trastorno', una forma de sinestesia, de-
bido a la cual percibía colores mientras escuchaba ciertas
armonías.
Messiaen registró, por ejemplo, el trill de varias aves. El
trill es un ornamento musical que consiste en una veloz
aliteración entre dos notas adyacentes.
Trabajó mucho en la región de las Dolomitas, una cadena
montañosa de Italia (Bolzano, Trento, etc.) así llamada
porque ese tipo de estructuras montañosas fue descripto
por un francés llamado Dolomieux.
Resonancias. En el anfiteatro de las montañas, las voces
de los pájaros resuenan como la pura voz de la naturaleza.
Lo evidente, el misterio y la maravilla, se entremezclan
en esos cantos para, si dejamos abierta la ventana, llegar-
nos directamente al corazón.



Si este texto tuviese, a su vez, una Nota, podría ser ésta:

"Admirable es la vida de las cosas.
Nada se filtra por sus gestos
impasibles, presagiados y elegidos
como única y constante idea.
Son sacerdotes absortos
que ocupan esta sala
para un misterioso capítulo"

Es uno de los poemas de Magrelli en Ora Serrata Retinae.
Al recordar a ese autor, fui a buscar el libro mencionado,
y ojeándolo, apareció este escrito.
Conexiones y resonancias: se llaman unas a otras.
Si se fuera lo suficientemente sensible -y se tuviese una me-
moria impecable- serían interminables.
Por ejemplo, acabo de leer que Chrétien de Troyes, un cu-
ra que probablemente fuera un judío converso, de origen
francés, que vivió en el siglo XII y que es considerado uno
de los creadores de la novela, ha dicho que el latín es el idio-
ma más próximo al 'silbido de los pájaros'.(*)

Cambiando brúscamente de terreno, por los caminos de la
memoria y de la asociación, me vi llevado a los aztecas. Seguramente por la gran cantidad de alusiones a los pájaros
que hay en sus cantos. También por las figuras de sus dioses, siempre dotadas por igual de plumas y de serpientes. Un pue-
blo cargándose de destino, un pueblo extraño, loco amante de
la muerte. Como dijera Bataille: "sin duda que una excentrici-
dad más regada de sangre jamás ha sido concebida por la locu-
ra humana".
Pero ésa es otra historia, una que retomaré pronto. La del con-
traste entre el horror de sus prácticas religiosas (y por lo tanto
de sus creencias y su concepción del mundo) y la sensibilidad
producida en sus poetas e, incluso, en alguno de sus Reyes.


(*) Débora Vázquez, en el suplemento ADN de La Nación, hablando del notable
escritor francés Pascal Quignard.


 ¿Y por qué no agregar que el Laboratorio de Ornitología
de la Universidad de Cornell ha digitalizado el canto de más
de nueve mil pájaros, todos ellos maravillosos?
 Para extasiarse con ellos: www.macaulaylibrary.org



2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Friss!,sutil y bello y los
que le siguen y muchos
anteriores de :Y fuimos nuestros propios naufragos....
Laborioso trabajo dar
a conocer a quien rescata la musica de los pajaros
y los tralada a un pentagrama.Grandioso!!!
Desconocido.
Escuchar el canto como la musica
con el corazon abierto.
Gracias

Robert Rivas dijo...

Gracias por tu cálido comentario.