lunes, 25 de marzo de 2013

LAS AMANTES DE DIOS (5): LALLA

 

Esta extraña mujer de Cachemira vivió en el siglo XIV.
Se la conoce por varios nombres, como Lal Ded (abueli-
ta Lal), Lalleswari, Lal Diddi, Lalla-Vakyana, Lalla Yo-
giswari (su nombre en sánscrito), Lalla.
Tantos nombres porque su fama como poetisa mística ha
recorrido tanto los siglos como la geografía de la India.
 Sus cantos y dichos, compuestos en el antiguo dialecto
Kashmiri, fueron traducidos tanto al sánscrito como al
hindi y recitados de boca en boca por hindúes y musulma-
nes.
 Se sabe de ella que fue casada a los 12 años con un hom-
bre que la maltrataba, al igual que su suegra (una historia
vastamente repetida en la tradición hindú, que tiene tam-
bién funestas consecuencias en nuestros días), y que a los
24 años se largó de la casa para convertirse en discípula
del culto del dios Shiva, que habla de la unidad entre Dios
y el mundo fenoménico. Su escuela es conocida como la
dhakti (poesía de devoción). Luego de concluir su forma-
ción, Lalla se largó a recorrer campos y caminos, desnuda,
cantando y bailando su apasionada experiencia mística, lo
cual le trajo aparejadas, claro, no pocas complicaciones.

 Se cuenta esta historia acerca de Lalla: Una mañana ella
vagaba cantando por la campiña y un grupo de chicos em-
pezó a hacerle burla. Un vendedor de telas salió en su de-
fensa. Ella le compró de inmediato dos bultos de tela del
mismo peso y siguió su camino. Mientras andaba, se puso
uno de los bultos en un hombro y el otro en el restante. Ca-
da vez que alguien se burlaba o la insultaba, hacía un nudo
en las telas de su hombro derecho y cada vez que alguien
la elogiaba, hacía un nudo en las telas del hombro izquierdo.
Al final del día, buscó al mercader y le pidió que volviese a
pesar ambos bultos. Le agradeció su más temprana interven-
ción, pero también le señaló que como él podía ver por sí
mismo, nada había cambiado: tanto los halagos como los in-
sultos recibidos eran del mismo peso, y ella los aceptaba a
los dos con la misma ecuanimidad.


1.

Usa las ropas necesarias para no tener frío.
Come sólo lo suficiente para amortiguar el hambre.

En cuanto a tu mente, déjala trabajar
para reconocer quién eres,
y el Absoluto, y que
este cuerpo se convertirá en alimento
de los cuervos del bosque.


2.

Aquellos que tengan la habilidad de caminar por el aire,
los que pueden enfriar el fuego,
detener un arroyo,
u obtener leche de una vaca de madera,
son sólo malabaristas callejeros, nada más.


3.
Arrastro un bote sobre el mar
con una soga firme.
¿Escuchará Dios?
¿Me llevará hasta el fin del camino?
Como el agua en copas de arcilla no cocida
goteo lentamente,
y me seco.
Mi alma gira y remolina. Mareada. Déjame
descubrir mi hogar.


4.
El alma, como la luna,
es nueva, y siempre nueva otra vez.

Y he visto al océano
crear contínuamente.

Desde que refregué mi alma
y mi cuerpo, yo también, Lalla,
soy nueva, cada momento nueva.

Mi maestro me enseñó una cosa,
Vive en el alma.

Cuando eso ocurrió,
comencé a andar desnuda,
y a bailar.


5.
Aprender las escrituras es fácil,
vivirlas, difícil.
La búsqueda de lo Real
no es un tema simple.

En lo profundo de mi búsqueda,
las últimas palabras se disiparon.
Gozoso y callado,
el despertar que me encontró entonces.


6.
Al final de una noche de luna-enloquecida
surgió el amor de Dios.
Yo dije, "Soy yo, Lalla."

El Bienamado despertó. Nos convertimos en Eso,
y el lago está claro como el cristal.


7.
Llegué a este universo de nacimiento y renacimiento
y hallé la luz de luz propia.

Si alguien muere, no es nada para mí,
y si yo muero, no es nada para nadie.

Es bueno morir,
y es bueno vivir mucho tiempo.


8.
El sol, el más bajo chakra de acción,
desapareció. Entonces el más alto, la luna.

Absorbida en el infinito, mi mente se disolvió.
¿Adónde han ido ahora la tierra y el cielo?

¿Están escondidos en la nada
como los amigos en una caminata?


9.
Lalla, ¡has vagado por tantos lugares
tratando de encontrar a tu marido!

Ahora por fin, dentro de los muros
de esta casa-cuerpo, en el altar-del-corazón,
descubres dónde él vive.


10.
La fama es agua
transportada en un canasto.

Retiene al viento en tu puño,
o ata un elefante
con un sólo cabello.
Estos son logros
que te harán famoso.


11.
Déjalos lanzar sus injurias.
Si adentro mío estoy conectada
con lo que es verdad, mi alma
se conserva tranquila y clara.

¡Crees que Shiva se aflije
por lo que dice la gente!

Si unas pocas cenizas caen sobre un espejo,
úsalas para pulirlo.


12.
Yo estaba apasionada,
repleta de nostalgia,
buscaba
a lo lejos y a lo ancho.

Pero el día
que el Verdadero
me encontró,
yo estuve en casa.


BIBLIOGRAFIA

Jane Hirshfield. Women in Praise of the Sacred. HarperPe-
rennial, 1995.

Daniel Halpern. Holy Fire. Nine Visionary Poets and the
Quest for Enlightment. HarperPerennial, 1994.

Aliki y Willis Barnstone. Women Poets. From Antiquity
to Now. Schoken Books. 1992.




 Otros textos vinculados:

LAS AMANTES DE DIOS (I) MAKEDA, REINA DE SABA

LAS AMANTES DE DIOS (2): MAHADEVIYAKKA

LAS AMANTES DE DIOS (3) LA SULAMITA

LAS AMANTES DE DIOS (4): LOS POEMAS DE MIRABAI

LAS AMANTES DE DIOS (6): MECHTILD DE MAGDEBURGO

LAS AMANTES DE DIOS (7): HILDEGARDA DE BINGEN (1098-1179)

 

domingo, 10 de marzo de 2013

INDUCCIONES

 

Se habla bastante hoy en día de los inductores de sueño.
No sabemos a ciencia cierta -porque en este campo la cien-
cia es tan incierta como puede llegar a serlo, y las únicas
certidumbres son las contables y embolsables-, si se trata de
uno de esos eufemismos que tanto pululan nuestra lengua y
nuestra vida 'civilidiana'.
  'Inductores del sueño' suena mucho mejor que 'somníferos'
(a pesar de la raiz griega pheros), sin duda.
  Todos queremos dormir, pero casi ninguno quiere sentirse
dominado por un fármaco o una droga.
  Los inductores de los sueños, en cambio, fueron uno de los
descubrimientos freudianos. Él los llamó 'restos diurnos'.
Fragmentos del día que se filtran en el mundo de la seda y
humo luminoso de los sueños, generando coaliciones y des-
lizamientos, la contínua elaboración que requiere una vida.
  Inductores de la memoria. Voy a necesitar ayuda, acá. Só-
lo se me ocurren dos, poderosos por cierto: la música y los
olores. Trasladadores/trasladantes. El idioma invisible del
ayer aparece en las sensaciones del cuerpo, innegables, com-
pensando sus evidentes desventajas con la realidad presente,
con un sabor concentrado y en ocasiones hasta hipnótico (¡de
nuevo!) que el presente no puede tener.
  Emo/sensa -ciones que despiertan: abren los ojos en tu cuer-
po.
  No hay una sola realidad, eso lo sabemos bien. O deberíamos
saberlo. La diferencia entre la realidad corriente y la de la me-
moria es que la primera es mucho más compartible. La reali-
dad de los recuerdos -agitada por músicas u olores- en cambio,
es más privada, íntima; tiene mucho más que ver con la natu-
raleza de los sueños, no porque sea inconciente, sino porque
abre el canal, habitualmente obturado, entre conciencia e in-
conciente.
  Recibimos los recuerdos como se recibe una carta. Los abri-
mos y entonces ellos se abren en nosotros, desafiando sin ha-
bérselo propuesto, y desairando al mismo tiempo las fuerzas
aparentemente imbatibles de la realidad presente.
  ¿"Realidad ausente"? Un nombre alternativo para los re-
cuerdos. Realidad cargada, 'pregnada', imán que se disuelve
en las aguas del ser. (1)
  ¿No es eso lo que quiso decir Antimero?
  "Ya muchos dicen: la vida está hecha para acordarse de ha-
ber visto."
   Es necesario vivir para recordar.(2)
   ¿Vivir para producir arte?
  Hay un arte que es, al fin, el arte mayor, aunque sea el arte
menos reconocido. Ciertas maneras de vivir, en la ternura,
en la intensidad, en la dulzura, en la entrega o en la perpleji-
dad. 
  Casi invisibles. Arte sin obra. Sus obras sin bordes son las
inductoras de las otras obras -junto con el dolor, la otra gran 
fuente nutriente del arte.
  Vidas que tienen una buena parte de arte casi invisible; arte
percibido por pocos, como el resto del arte, inefable; otra
sustancia, como es una sustancia la de los sueños -sustancia
que se disuelve con la máxima facilidad- la de los recuerdos,
la de la vida conciente y presente y, agrego ahora, la del
arte impalpable de ciertas maneras de sentir, de ciertas mane-
ras de darse, de ciertas maneras en las que sucede el ser.**
  Asocio algo que le respondió Henry James a H.G. Wells
cuando éste lo acusó de haber 'sacrificado su vida al arte'.
"El arte produce vida, interés, importancia", le dijo James.
  Ese arte inefable, que me atrevo a llamar la mayor de las
artes, hace precisamente eso.
  Sin olvidarnos del otro maestro indiscutido de la vida, que
es el dolor.
  
  Hay otros fenómenos de borde. El "deja vu", las intuiciones,
las coincidencias, las confusiones, los fenómenos de des-rea-
lización y de des-personalización, las apariciones, las desapa-
riciones, las alucinaciones, los estados eidéticos -a los que
hay que ponerles la más suave de las atenciones, mientras
que a este arte del que hablo hay que prestarle una concien-
cia exquisita, proporciones justas de atención y de asombro.
  "Vende tu astucia y compra asombro", decía el proverbio
árabe que siempre me encantó.

  Encantamiento.
  Ahí, escondido, hay cierto canto.
  Algo que surge sin intención del 'atman'.**

  Hay personas que están llenas de ese arte mayor, que no ha-
bita ni habitará los museos, el que pasa de largo, el que jamás
obtendrá reconocimiento público, ni tiene forma de ser apre-
hendido. Personas que en general no saben de su saber, ni
dan cuenta de su arte. En su sencillez está envuelta la gracia,
como la semilla en el plumerillo. (*)

  Y, como siempre pasa cuando se quiere expresar algo difí-
cil de expresar, ¡qué sensación de estar diciendo algo eviden-
te, algo que es sabido de sobra por todos! (3)

 Pero... me hizo falta decirlo igual.

  Aunque ya Ezra Pound lo haya escrito en un poema titula-
do "Apparuit":

  "Vestida de áurea trama, delicadamente perfecta,
disipándote como el aire. ¡La tela de tus mágicas manos!
Tú, leve cosa, tú en el paroxismo del ardid, 
¿osaste asumir esta figura?"

  Su creatividad reside
  en haber conservado intactas
  partes escenciales
  de su cr(i-e)atura                 


(1) Expresado en los términos de Djuna Barnes: "los sabios dicen que el recuerdo
del pasado es todo el futuro que nos queda."
(2) Como dice Adam Phillips en "La bestia en la guardería": <Sería como decir
de alguien que sacrifica su vida a soñar porque se pasa el día buscando residuos
diurnos para usarlos mientras duerme>
(3) Con su conocida rebeldía y desfachatez, Karl Kraus postula en cambio, "no es
cierto que solamente el exterior de una mujer cuenta. Las nalgas también son im-
portantes."
* El plumerillo o 'diente de león', un ser aéreo, de múltiples nombres, intentos de
nombres, delicados conservadores de magia.



 **Y también "el ser", aunque sabemos que no hay nada que sea, que todo significa;
"el alma", aunque sabemos que ni 'alma' ni 'Atman', y que 'el corazón' es una be-
lla metáfora sólo casualmente universal. Permítasenos su uso temporario, a la es-
pera de algún hallazgo mejor.

THE BRIEFEST POEM


                                        In my afterlife,







                                              leaf


                                          or feather?

Conexiones. Muchas veces dicho: "si tengo próxima vez -y puedo elegir- seré 
sueco y tendré una habitación que mire al canal (Venecia, claro)".

Y me cruzo con estos versos del gran Valery Larbaud en un poema llamado "Carpe
Diem":
"El pequeño puerto Danés es pacífico, cerca de la estación,
como el puerto definitivo de las existencias.
Vivir danesamente en la dulzura danesa
de este pueblito y su castillo con domos de patinado
bronce, vivir en la inocencia, sí,
no importa en qué pueblito, alguna parte,
donde todo el mundo sería pensativo y silencioso,
y donde uno esperaría la muerte pacíficamente."
'Nansen y su padre'
¿William Blake?: "La Inocencia convive con la Sabiduría, pero nunca con la
Ignorancia."
Y... algo así como la memoria de las vidas que no habíamos vivido.
Como decir, "del río de las posibilidades sólo hemos seguido unos pocos cursos."
Se dirá ¿daneses o suecos? O noruegos o fineses. Al tipo le gustaría -esa vez- vi-
vir en una civilización. ¿Venecia? Significa que tengo otras fantasías también.

Días después leo un poema del mismo admirado Valery Larbaud, llamado 'Esto-
colmo', y encuentro estos versos:
"¡Stromparterren! Allí se bebe lo mismo a las orillas del agua que dentro del agua,
bajo algún puente, bajo las hojas, de noche,
caloric-punch o licores que sólo sirven en botellas
de a cuarto litro y, qué remedio, hay que vaciarlas.
No hay lugar más dulce en Estocolmo: pone a soñar
con Venecia y con los atardeceres en el Támesis."


jueves, 7 de marzo de 2013

EL CANTAR DEL VIEJO SARDIS

 Sólo para descubrir que lo que parecían ser fuerzas eran,
por el contrario, debilidades. Devilidades, diría, jugando
con la lengua.
 ¿Y ahora? ¿Cómo "y ahora"? ¿Y siempre?
 Armamos nuevas fuerzas, con materiales de rezago, con
restos de naufragios, con retazos de fuerzas anteriores, mu-
chas de ellas malgastadas en batallas sin sentido ni mérito.
 ¡Ah, nuevas fuerzas!
 No son relámpagos, no son obuses sonando en la mañana.
 Fuerzas entretejidas, ruedas y rueditas, cuerdas y poleas.
 Suena una música, sí.
 Una música de frontera.
 Una música mestiza, una música de aparición y de aparien-
cia.
 Hecha de chasquidos del aire y del fuego.
 Una música que apenas crepita, de vuelos de hojarasca, de
júbilos que regresan de largas jornadas en las selvas, de
marchas forzadas en tupidas nieves.
 Y algún canto.
 Cantos perdidos, cantos que no se habían cantado todavía.
 Canciones breves, de amor y de odio, de hastío y deseo, de
angustia y descanso. ¿De qué otra cosa podrían ser?
 ¿Y quién las cantará?
 Fuerzas como para iniciar una nueva marcha. Bosques y
praderas. Nuevos peligros, nuevos asideros. Otra vez pe-
ñazcos, remolinos, y los amplios arenales del tedio.
 ¡Vamos! El mundo ni llama ni espera.
 Esas voces internas, esas ansias, esos anhelos, ¿fantasmas
esta vez verdaderos?
 Ese bullir, ese brillar, ese manar del mundo, ¿espejismos?
 ¡Adelante!
 Agitado batir de las palmas del corazón, y el galope in-
tenso del tiempo golpeando las rejas de la celda.
 Como un caballo loco y ciego en el día de la noche,
cuyo corral es él mismo y el mundo salvaje estalla y resta-
lla al red edor.