Un día Wundum decidió construirse un pajaravión. Un avión
de uso personal. Para vuelos breves, para vuelos intermina-
bles. Lo construyó para vuelos curvos, cóncavos, ascenden-
tes, mixtos, espiralados.
"¿Hasta dónde Wundum?"
Un avión personal, para enroscarse en el cielo, despegaterri-
zar, tirabuzonear, sorprender a la luna y a otros distraídos astros.
"Sólo el horizonte me mira", le había escrito el náufrago a
Wundum ("Últimos mensajes, 18").
Para las nubes, para las tormentas, para el alma del aire.
"Quiera la luz lunar, solar, marina, nevada, húmeda, pálida,
pulverizada, algo loca, filosa, albuminoidea, ebria, olvidada,
posarse sobre mi avión".
"Quiera el aire helado anestesiar sus doloridas alas"
Quisiera, Wundum,
volarse
de Wundum-
Wundum en lo oscuro
sin lucesitas...
y su avión despojado/desplumado de temores y terror...
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