La piedra (siendo) su propia memoria.
Sus venas corren en perpetuo silencio.
¿O un día renacerá en ella el comienzo de los tiempos?
Los cuerpos recuerdan,
latiendo y pulsando.
Memoria del cuerpo.
Memoria del tiempo.
Por sus canales corren las aguas lavando sus recuerdos.
Y éstos vuelven a emerger
como esas rocas bañadas día y noche por las olas.
Los cuerpos nos recuerdan.
Los dolores, las caricias, los goces, los placeres.
El surco del anhelo.
Escritos están desde temprano
nuestros cuerpos.
A su memoria nos confiamos
al dormir,
al soñar,
al olvidarnos.
El amor o su falta
escriben y han escrito en los cuerpos,
y sus letras
sólo podemos leérnoslas
el uno al otro.
Eso que llamamos "la vida",
es la memoria del cuerpo.
Inevitable fuga
de una inscripción indeleble.
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