viernes, 3 de septiembre de 2010

UN NUEVO CATÁLOGO DE OLORES



Se detuvo en el umbral para ponerse los guantes de trabajo y 
fue como si husmeara el claro aire vespertino, antes de tomar la carretilla y llevársela por el césped. La roca contra la que mi pa-
dre daba mazazos olía a pólvora, a pino de los leños detrás de la valla de piedra, a tierra recién excavada y a bosque, y en el sua-
ve viento del norte había un aroma a sal.
Karl Ove KNAUSGARD. La muerte del padre.

Deberías tener ahora el olfato/
de la polilla emperador; así
sentirías, cruzando la autopista,/
el vaho -que se aleja y se dispersa
en el viento- de pólvora mojada.
8A. (pseudónimo de John OCHOA). En '50 estados'.

El autobús de Barwinek olía a viento
Andrzej STASIUK. El mundo detrás de Dukla.

Un olor áspero del serrín de los establos de los tigres.
Tomas TRASNTRÖMER. Deshielo a mediodía.

Fanny Targioni Tozzetti, ya decrépita, a una niña que le pre-
guntaba por qué no había correspondido al amor de un poeta
como Leopardi: "Hedía, hija mía."
Guido CERONETTI. El silencio del cuerpo.

De la calle subía un olor a pan tostado, el olor fresco del pa-
vimento húmedo y ese olor sutil que tiene el aire de París al
amanecer, cuando el polvo se despierta y se desvanece.
Curzio MALAPARTE. Diario de un extranjero en París.

De las tablas subía un aroma como cuando uno abre un ál-
bum de fotos tan viejas que ya no se pueden identificar los
retratos.
Tomas TRANSTRÖMER. Para vivos y muertos.

Pero cuando caía la noche y venía Sorcha y los demás cochini-
llos a dormir, entonces empezaba lo que en realidad escapa a
toda descricpción oral o escrita. Hubo veces en medio de la no-
che que creímos que no llegaríamos vivos a la mañana. Frecuentemente se levantaban mi madre y el Viejo y salían a ca-
minar diez millas bajo el aguacero para escapar de la pestilencia.
Flann O'BRIEN. La boca pobre.

Recordaba que aquellas conversaciones sobre el divorcio 
tenían un aroma especial, un perfume. Era un olor sofocante, 
como lo había sido Italia cuando estuvieron de viaje allí. Pol-
vo, pan, sol, un ardor en el fondo de la garganta de tanto beber.
Joy WILLIAMS. Cuentos escogidos.

deambulábamos de habitación en habitación como perros vie-
jos que olisquean taciturnos el rastro de su amo muerto.
John BANVILLE. Regreso a Birchwood.

Y si es cierto que los hemisferios cerebrales se desarrollaron
a partir del antiguo bulbo olfativo, tal vez el hedor, la fetidez
metafísica, el tufo de las axilas del tiempo, el olor acre a tra-
pos de cocina que precede al éxtasis o el olor a berros, que
despide la locura sean nuestros pensamientos más profundos.
Mircea CARTARESCU. El ala izquierda. Cegador, I.

El instructor habló después de los "agentes asfixiantes", cuyos
olores podían ser diferentes: a heno recién cortado, a ajo, a pes-
cado y a geranios.
Jon Lee ANDERSON. La caída de Bagdad.

nada recordaba ya el hecho de que el Vötterl había sido en 
otro tiempo un hotel apreciado, habían sido equipados total-
mente para su fin, ser una estación de salud o final para seres
enfermos del pulmón, y el olor de la enfermedad se había fi-
jado en todas sus habitaciones y hasta en sus paredes.
Thomas BERNHARD. Relatos autobiográficos.

Quiero apretar la cabeza contra el muro abierto de sus ingles. 
Está firme y madura, un oscuro compuesto de alfalfa para el 
ganado y Madonna del Incienso. Es incienso y mirra, penetran-
tes olores hermanos de la muerte y la fe.
Cuando sangra, los olores que conozco cambian de color. Du-
rante esos días tiene hierro en el alma. Huele como un arma de fuego.
Jeanette WINTERSON. Escrito en el cuerpo.

Cada flor es diferente
Pero su olor es el perfume
De un cuerpo que he perdido.
Kenneth REXROTH. Actos sacramentales.

el papel viejo se pudría lentamente como las raíces en las
aguas pantanosas, exhalando aquel empalagoso tufo de queso
casero olvidado en la olla durante medio año.
Bohumil HRABAL. Una soledad demasiado ruidosa.

Es imposible resistirse a las ganas de arrodillarse ante el olor
maravilloso que se eleva de las pequeñas hojas dentadas y a-
terciopeladas de las mentas que uno pisotea en el Yonne.
Pascal QUIGNARD. La barca silenciosa.

Estoy condenada a recordar toda mi vida los olores de Páv-
losk, como si fuera ciega y sordomuda. El primero es el olor
a humo de una locomotora antiquísima, que nos transportaba
a Tiárlevo, al parque y al salón de musique; el segundo, a ma-
dera encerada y a algo que llegaba de una peluquería; el terce-
ro, a fresas que vendían en una tienda de la estación (¡de Páv-
losk!); el cuarto, a reseda y a rosas de los frescos ramitos hú-
medos que vendían en el quiosco de flores; luego a los ciga-
rros y a la comida con mucha grasa del restaurante.
Anna AJMÁTOVA. Réquiem y otros escritos.

Es curioso, una de las cosas que me retienen es el recuerdo de 
un camino embarrado que conozco, bordeado de terraplenes de 
tierra batida y, por encima, unas hayas que se inclinan. Es una especie de olor frío, a tierra, del que mi olfato no logra liberarse nunca.
W. SOMERSET MAUGHAM. El caballero del salón.

¡Ah, ese dulce y febril 
último  olor saliendo delos jardines!
Gottfried BENN.Poesía1912-1920

En la cruda mañana velada de primavera flotan tenues aromas
de París matinal: anís, aserrín húmedo, masa caliente de pan; y
mientras cruzo el Pont Saint Michel las aguas azulacero en vela
me enfrían el corazón.
James JOYCE. Giacomo Joyce.

Aquella tierra olía como Marruecos. Cipreses, resina, limones
y polvo seco. La brisa transportaba la fragancia del bosque, de 
las colinas abrasadas y de algas secándose en las rocas.
Lawrence OSBORNE. Los perdonados.

(Los incendios forestales tienen la característica de exhalar de
cerca un olor picante y áspero,que a varios kilómetros de dis-
tancia se vuelve muy aromático y agradable.)
Lars GUSTAFSSON. Muerte de un apicultor.


Se había ya fumado todo el tabaco y debía estar fumándose la
pipa misma, a juzgar por el fastidioso olor.
Flann O'BRIEN. El tercer policía.

yo indolente y vencido y solo
tu rubio perfume he vuelto a evocar.
Dino CAMPANA. Cantos Órficos.

los caminos arenosos que llevan a la costa
los frescos almiares de heno
y las camas hechas que huelen a mar
Henrik NORDBRANDT. Nuestro amor es como Bizancio.

Oriente, el auténtico Oriente que huele a anís y a cardamomo,
a grasa de carnero y a pimientos fritos, como Isfahán o Kir-
kuk, Izmir o Herat, un mundo exótico, bullicioso y singular 
que sólo se ocupa de sí mismo y en sí mismo se cierra, un
mundo inaccesible para los de fuera.
Ryszard KAPUSCINSKI. El Imperio.

       de esas flores de dulce olor
que pueblan la
        vía

               láctea.
William Carlos WILLIAMS. The Collected Poems.

Con la gente soy amable. Me pongo
un sombrero rígido al uso de ellos.
Digo: son animales de un olor muy especial.
Y digo: no importa, yo también lo soy.
Bertolt BRECHT. Cien poemas.

Un perfume sin nombre, fétido, dulzón, al que la gangrena 
añadía su almizcle negro, revolvía el estómago.
Jean COCTEAU. Thomas el impostor.

Con esta carta te envío un recuerdo del campo de batalla, terriblemente deso-
lado, cubierto con innumerables cuerpos y penetrado de olor 
a cadáver.
Federico NIETZSCHE. Correspondencia.

Azucenas, en cambio,
tan seguras de sí mismas,
insospechado perfume findeañero que da ganas de llorar.
Laura WITTNER. La tomadora de café. En Diario de poesía, 
N° 70.

y siento el olor a vainilla y semillas de amapola que viene de la
cocina, y ya no dudo que viajaremos. Tortas de semilla de ama-
pola significan viaje, no hay ninguna duda de eso.
Danilo KIS. Jardín, cenizas.

Alrededor de su cabeza, una mínima fragancia de epilepsia.
Roberto CALASSO. Los cuarenta y nueve escalones.

Tenía en sus manos el pañuelo que Rosa acababa de planchar 
que todavía estaba caliente. Todavía tenía el olor maravillo-
so, infantil, obsesionante, tan apacible, de la plancha y el lien-
zo mojado que se sigue evaporando.
Pascal QUIGNARD. Sobre lo anterior.

Una hora nos llevó el ascenso por un cinturón de hagenias, 
altos árboles de hojas dentadas entrelazadas con variedades de hipérico, y lo hicimos atravesados por el fascinante aroma del hinojo salvaje y el apio gigante, como si en alguna parte estu-
vieran cocinando una inmensa sopa de verdura.
Lukas BÄRFUSS. Cien días.

Stephen Ross-Colby, un solterón, el compañero de pintura de 
mi madre: el aroma de su estudio en la calle St. Mark era el a-
roma de un mito personal.
Mavis GALLANT. Los cuentos de Linnet Muir.

Así olían los dos pastores de la tasca alemana de Spring, así 
huelen los confines de Nagykállö y así huele el tren Chervo-
na Ruta que al amanecer sale de Dilyatyn en dirección a 
Kvasy, y así huelen las casas viejas de Sulina.
Andrzej STASIUK. De camino a Babadag. (El más asombroso 
libro de viajes)

el olor a nogal del papel viejo
Zygmunt MILOSZEWSKI. La mitad de la verdad

Más penetrante que el olor de los eucaliptos es el del
     amoníaco
de los retretes de la playa, había neblina pulverizada en el aire.
Derek WALCOTT. El Testamento de Arkansas.

el olfato
de la polilla emperador
John OCHOA. En E. Zaidenwerg: "50 estados". 13 poetas
contemporáneos de Estados Unidos".

Otro problema era el olor que yo tengo, el olor de mi vagina,
el olor de mi flujo. En aquella época era muy fuerte. A mí
siempre me había avergonzado. Un olor que rápidamente se 
apoderaba de todos los rincones de la habitación en donde estu-
viera follando. Y la casa de A. era tan pequeña y hacíamos el
amor tan a menudo que mi olor no quedaba reducido al ámbito
del dormitorio sino que pasaba a la sala, separada del dormitorio 
por una cortina, y a la cocina, un cuartito minúsculo que ni si-
quier tenía puerta.
Roberto BOLAÑO. Los detectives salvajes.

Aquí los juncos tienen el olor
del durazno maduro, de la rosa
marchita, de la miel mala y la muerte.
Gabrielle D'ANNUNZIO. En R. Herrera, "Stabat Nuda Aes-
tas".

Es el perfume desaparecido que vuelve al bosque.
André BRETON, Rebé CHAR y Paul ELUARD.

¿A qué se debe que una de mis azucenas huela -o parezca oler- 
mal por la mañana y bien a última hora de la tarde? ¿Es un e-
fecto químico o es el efecto de una relación (porque a última 
hora de la tarde están abiertas las cuadras)?
Ernst JÜNGER. Pasados los setenta I. (1965-1970)

a veces recostaba la cabeza sobre su hombro y notaba su olor, 
que era un olor que no entendía, parecía inventado sólo para 
su piel.
Francesco PICCOLO. Momentos de inadvertida infelicidad.

No, el corazón humano
es incognoscible.
Pero en mi lugar natal
Las flores aún huelen
Igual que siempre.
KI no TSURAYUKI

En la raíz de cada flor,
aroma de pan horneado.
Forrest GANDER.

La cerveza, la semilla de alcaravea, la cera de abeja, el café, 
los troncos de pino y la nieve en fusión se combinaban con el humo de gruesos y cortos cigarros que impregnaban la atmós-
fera de un grato aroma en el que de vez en cuando se percibía 
el fantasma del Sauerkraut.
Patrick Leigh FERMOR. El tiempo de los regalos.

Las avispas zumbaban sobre la grupa sudorosa de los caba-
llos; las mariposas jaspeadas huían del acre olor de esa tropa 
en marcha.
Victor SERGE. El caso Tuláyev.

Apenas hubo atravesado el carro fúnebre el umbral de la gran 
verja de entrada -y al atravesarlo dio un lento brinco- un olor penetrante, de heno cortado, llegó de improviso hasta el corte-
jo fúnebre oprimido por el calor y lo alivió.
Qué alivio. Y qué paz. Se produjo de repente un brusco, casi 
alegre, agitarse simultáneo.
Giorgio BASSANI. El olor del heno.

El olor como símbolo del celo en los animales. El olor a vaini-
lla de la vagina. ¿Hay que elevarse por encima de lo animal o 
lo correcto sería, por el contrario, el retorno a lo natural? La preferencia por el propio olor, ¿es una degeneración o un fundamento de la conciencia de la propia raza? ¿Existen
respuestas para estas preguntas?
Robert MUSIL. Diarios. 1899-1941/2.

Las mujeres gordas, sentadas una a cada lado de nosotros, comentaron el
hecho con deleite, a los gritos, para escucharse por encima del 
rugido del motor. A medida que el sol las hacía sudar, el olor a 
ajo se volvía más repulsivo. Armstrong y yo encendíamos un cigarrillo tras otro, el último con el anterior: los golpes de aire apagaban los fósforos.
Julian MALAREN-ROSS. Veneno de tarántula.

 Deliciosas mandarinas olorosas de la Sra Croisset, útiles para 
 evocar el calor
 terriblemente ausente. Escríbeme una larga carta.
Jean COCTEAU (a su madre)

aroma de frambuesas recién recogidas, dispuestas en numero-
sos cestos para su venta en el pequeño puerto.
Annemarie SCHWARZENBACH. Todos los caminos están 
abiertos.

Las habitaciones de los hoteles de lujo andan bien durante los primeros días, pero no tarda en desprenderse de sus paredes y 
de sus muebles mortecinos la misma tristeza que de los hoteles 
de mala muerte. Lujo insípido; olor dulzón por los pasillos, que 
no consigo identificar, pero que debe ser el mismísimo olor de 
la inquietud, de la inestabilidad, del destierro y de la pacotilla.
Patrick MODIANO. Villa Triste.

Siguieron dos o tres ambientes todavía, de nuevo casi com-
pletamente a oscuras, en los que reinaba un extraño perfume 
como de muebles raramente usados, palo de rosa y barnices 
de cuadros viejos.
Alexander LERNET-HOLENIA. El estandarte.

Las fresias cortadas que hay en el florero de acero
huelen como la mismísima alma
de la cama del hospital.
Henrik NORDBRANDT. 3 X Nordbrandt.

Desde la constelación del Can Mayor, Sirio dominaba el cielo. 
Su ardiente hedor se hundía un pie bajo el suelo. En esos días, cuando el Sol se vuelve hacia la Tierra y los días masculinos acorralan a los femeninos, la mordedura de un perro puede ser venenosa, los perfumes que destilan las flores flotan sobre el
mar como nieblas, envenenan a los peces y sus huevas huelen 
a miel.
Milorad PAVIC. Paisaje pintado con té.

Amsterdam, como siempre, olía a arenque, a humo, a canela, 
a frutas podridas y a ese penetrante, inolvidable desabrimiento 
del agua estancada.
Orson WELLS. Mister Arkadin.

Sentir la sal en la cara es sólo una imaginación, es cierto; no, 
en cambio, las hierbas salvajes del borde del camino, el tomillo, 
la salvia, el romero (todos ellos más fuertes, más pequeños y 
más genuinos -en cada hoja y en cada pincho está ya la esencia 
de la especia- que en nuestros huertos), la vaharada de la menta nudosa, africana casi, la resina, que gotea de los pinos, las bolas 
de los enebros, que hacen pensar en una bebida fuerte (sin peli-
gro de que con ella te emborraches).
Peter HANDKE. La repetición (está en el Karst)

En las 3 perfumerías, también se olía ácida y maravillosamente 
a chucrut guardado en barriles de madera, a queso blanco con cebollitas de verdeo o con páprika, a smétene fresca, a jugoso salchichón de pato (nunca supe por qué se llamaba de pato, ya 
que, por supuesto, descarto cualquier posibilidad de que se ela-
borara con pato. Quizás aludía a la condición del cliente), a 
las terroríficas cantidades de ajo de los wurschtn que colgaban 
del techo, a miel y a léicaj y a knishes y a béigalaj y a matze
hasta en ocasiones, uno creía percibir lejanísimos aromas ence-
rrados en frascos de legítimo caviar ruso, o en latitas redondas 
de sprätn ahumadas del Báltico.
Jorge SCHUSSHEIM. Todo al costo.

Lo mismo que una partícula de almizcle llena toda la casa, así 
la más mínima influencia del judaísmo basta para colmar toda 
una vida. ¡Oh, qué fuerza tiene su aroma!
¿Podía, acaso, no darme cuenta de que en las casas auténtica-
mente judías olía de distinto modo que en las casas de los a-
rios? Y no se trata tan sólo del olor de la cocina, sino también 
de las personas, las cosas, la ropa. Recuerdo ahora cómo me vi envuelto por ese dulzón olor judío en la casa de madera de mis
abuelos de Riga, en la calle Kliucheváia.
Ossip MANDELSTAM

Lo más maravilloso del olfato es que no implica ninguna pose-
sión. En plena calle, uno puede sentirse apuñalado de placer 
por el perfume que lleva alguien no identificado. Es el sentido 
ideal, distinto en eficacia al oído, siempre tapado, distinto en discreción a la vista, con modales de propietario, distinto en sutileza al gusto, que sólo disfruta si hay consumación. Si vivié-
ramos a sus órdenes, la nariz haría de nosotros unos aristócratas.
Amelie NOTHOMB

La noche huele a gente de pelo negro.
Pierre KEMP

Las cimas de los picos más latos de
La Sierra Nevada de California
Están impregnados con el aroma de
Una flor que sólo crece allí- la
Azul Polemonium Confertus Eximium, de
Un azul suave y profundo, como
Los ojos de la inocencia invulnerable.
Kenneth REXROTH. Actos sacramentales.

Venecia está aquí, sentada a orillas del mar, como una bella 
mujer que se extinguirá con el día; el viento de la tarde alboro-
ta sus perfumados cabellos; muere saludada por todos los en-
cantos y todas las sonrisas de la naturaleza.
CHATEAUBRIAND

Pero el dolor se evaporará con el tiempo, exactamente igual 
que el olor.
Slavenka DRAKULIC

viejas mantas ásperas hechas jirones -un caballo se estremece-
ría de horror si le cubrieran el lomo con ellas-, que huelen curiosamente a ácido fénico y a lisol, a sudor humano, a moho 
y a lanas animales.
Arthur ROESSLER

A veces percibo un olor que despliega ante mí la fantasmagoría 
de un pasado tan vívido que por momentos me hace vacilar. Pe-
ro enseguida reflexiono que no he hecho más que percibir un o-
lor nuevo, de una especie tan particular que despierta en mí sensaciones que llamo recuerdos pero que no lo son, simplemen-
te porque no hay nada que recordar.
Juan José SAER. (Cuentos completos)

¡El olor de la noche y de los cubos de basura me dice
mucho más sobre mi Soberana que el olor de manos o piel!
Mi Soberana está muerta, o se ha ido, o la han esparcido
en miles de olores y todos tienen algo de Ella...
Gunnar EKELÖF

El olor de los cuerpos que se descomponen es insoportable, 
pesado, dulzón, repugnante, penetrante como una pasta viscosa. Flotaba tan densamente sobre las llanuras, después de las gran-
des batallas, que los hombres más hambrientos se olvidaban de 
comer.
Ernst JÜNGER

Escaleras de metro arrojan aire muerto
Rudolf PEYER

a partir del 4° piso, una especie de tufo extraño descendía hacia 
mí, un olor frío de tierra y piedra que conocía de maravilla por-
que en la habitación formaba parte de mi vida.
Maurice BLANCHOT

observaba cómo volvía la cabeza para contemplar el desfile de anuncios en las paredes y aspirar el subterráneo olor a electrici-
dad, humedad y desodorante rancio
Amitav GHOSH

Tengo conmigo 450.000 soles prensados en forma de bloque; el paquete pesa bastante, como un ladrillo. Cuando me quise acos-
tar a dormir el paquete olía tan intensamente a sudor antiguo y 
ácido que envolví la plata en una bolsa de plástico y la até con fuerza.
Werner HERZOG

Es ese frío sutil que congela hasta el vello de las fosas nasales 
y posee un aroma propio: tenue, penetrante, levemente amonia-
cal.
John CHEEVER

En mi soledad a fuerza de husmear el olor de las muchachas
Mi cabeza se hincha y mi nariz pronto va a caer
Blaise CENDRARS

Dice Zola en Nana que, cuando se descomponen, los nardos
tienen un olor humano.
Guido CERONETTI. El silencio del cuerpo.

La muerte estaba en el aire. La respirabas. Ni siquiera había amanecido cuando nuestros cuerpos afeitados, untados y lava-
dos ya estaban de pie desnudos en la nieve alemana de febrero.
Boris PAHOR

¿No ves que siempre que la solicito,
hallo en ella aroma aún sin haber perfume?
IMRU'L-QUAYS (s. VI)

El olfato es una vista extraña. Evoca paisajes sentimentales 
mediante un súbito dibujo del inconsciente.
Fernando PESSOA

Me gustaba el olor de las curtiembres, sobre todo en las maña-
nas húmedas. Era un olor a moho, vinagre y trenes. Una mezcla 
de olores (a piel de oveja, al ácido de corteza de roble que se u-
saba para curtir y a humo de carbón) típica de la ciudad.
J. MITCHELL

Me quedé en un motel junto a la E3.
En mi cuarto había un olor que antes había sentido
entre las colecciones asiáticas de un museo.
Tomas TRANSTRÖMER

Me basta sentir el olor de sus iglesias
El olor de sus ríos en sus ciudades
El perfume de las flores en las plazas
Oh Cornelio Agrippa el olor de un perrito me hubiese bastado
Para describir exactamente a tus conciudadanos de Colonia
Guillaume APOLLINAIRE

En 1967, mientras Saul Bellow se movía entre los cadáveres 
en el Sinaí ("es un olor 'agridulce', como a cartón podrido, que 
acaba convirtiéndose en un sabor de boca")
Martin AMIS

Y la nota de fondo del perfume de tal mujer era el nardo.
Patrick MODIANO

el olor de los comercios, de las habitaciones -esa mezcla de col 
roja y de soda cáustica.
Michel TOURNIER

La primera vez que descubrí una gruta, me adentré tanto en ella 
que al final no me llegaba luz del exterior. El suelo y las paredes estaban mojados y escamosos de guano. Un fuerte olor a ahuma-
do dominaba el aire, un olor viejo como las ascuas de una extra-
ña lumbre de carbón de azúcar.
Tash AW

Si no hubieran esparcido por todos los cuartos manzanas frescas, 
dijo mi padre, no se hubiera podido aguantar el olor de los 2 vie-
jos y el perro lobo.
Thomas BERNHARD

Picasso me decía: "el olor del opio es el olor menos estúpido del mundo."
Sólo podría comparársele al olor de un circo o al de un puerto de mar.
Jean COCTEAU

Según ella, el National Geographic tenía un aroma a almidón caliente, mientras que la edición de ultramar del Daily Mirror 
olía a galletas de avena; Harper's Bazaar le recordaba el aliento 
de su perrito y Punch  poseía un tenue aroma a jabón y menta 
verde. El Illustrated London News tenía un ligerísimo perfume 
a créme de menthe en tanto que Life era puro serrín mojado.
Russell LUCAS

y así leían a Livio-oh estación de brotes-
entre el olor a tiza a aburrimiento a la nafta con la que se frega-
                 ba el piso
Zbigniew HERBERT

Grey y esta mujer Snyder mataron al marido de ella por el dinero del seguro. Walter Lippman asistió al juicio un día, y ella pasó 
muy cerca de él. ¿Cómo se llamaba? Lee Snyder. Walter dice 
que le pareció muy raro inhalar el perfume o ser rozado por el vestido de una mujer que iba a ser electrocutada.
James CAIN

los desfiladeros entre mostradores, mesas y cajones y atravesan-
do un sinfín de olores, de los cuales el del alcanfor contra la po-
lilla y el del jabón de murguete eran siempre los que resaltaban, mientras que la borra y el Loden sólo le subían a uno a la nariz cuando el clima era húmedo, y el arenque y el aceite de linaza cuando hacía calor.
Winfred G. SEBALD

Y cuando sor Rosemary la besó en la frente pudo aspirar esa fragancia a tomillo silvestre y almidón tibio combinada con la 
acre intimidad del sudor en contacto con las prendas de hilo.
Russell LUCAS

La grava, pequeña como guisantes, se mueve bajo mis pies y de 
ella se levanta un polvo liviano, el perfume de la ciudad.
James SALTER

Dentro de una cabaña masai el olor a humo y a pequeños ani-
males cuelga pesadamente en el aire. Ningún masai (...) deja 
de asociar el olor caliente de esos animales con la humanidad.
Justin CARTWRIGHT

Te consuela aspirar la furia de los animales
con el aroma de los bosques
que rodean tu calma.
Thomas BERNHARD

el olor dulzón que despedían las escamas de piel leprosa achicharrada (tratamos
con 1906) llenaba el dispensario.
Graham GREENE

En el aire de la habitación de la mujer amada hay algo tan ínti-
mo, unas emanaciones voluptuosas, como un aire balsámico, 
que un amante al que se obligara a escoger entre ese lugar y el paraíso no dudaría un instante en la elección.
CASANOVA

Le dí un hachazo
y me asombró su aroma,
bosque invernal.
BUSON

California rueda hacia/ el verano soñoliento, y el aire
está cargado con el humo agridulce/ del pasto que arde
en las colinas de San Francisco.
Kenneth REXROTH

Hay perfumes frescos como carne de niño, dulces como oboes, verdes como praderas. Y hay otros corrompidos, ricos y triun-
fantes, que tienen la expansión de las cosas infinitas, como el 
ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso, que cantan los trans-
portes del espíritu y los sentidos.
Charles BAUDELAIRE

Si de mierda se trata, la bosta de vaca y de caballo es relativa-
mente más agradable. Puede inclusive provocar nostalgia. Hue-
le a grano fermentado y hay un rastro lejano de heno y hierba 
en su olor. La mierda de las gallinas es desagradable e irrita la garganta por la cantidad de amoníaco que contiene. Mientras
se limpia un gallinero hay que salir de vez en cuando a tomar 
un poco de aire fresco. El olor del excremento de los cerdos y 
de los hombres sin embargo, es el peor, porque el hombre y el 
cerdo son animales carnívoros y su apetito es indiscriminado. 
Tiene un resabio dulce, nauseabundo de podredumbre. Hay un
rastro lejano de muerte.
John BERGER

mientras el humo del pequeño cigarro negro de Wang, que me recuerda los
Grandson, me transporta como por arte de magia a un vagón de 
3° entre Lausana y Berna.
Ella MAILLART

De la escarcha nocturna no quedaba más que el aroma fresco.
Nadine GORDIMER

en estos vetustos muros, el aroma agridulce del lúpulo y la ce-
bada recuerda el olor de la estepa tras el aguacero.
Danilo KIS

en los climas templados la pobreza tiene un olor acre, pero en 
las regiones cálidas tiene un olor dulzón y repugnante.
Peter MATTHIESSEN

Cuando las naves todavía estaban aproximándose, 10 millas 
mar afuera, los capitanes derramaban canela sobre la cubierta 
e invitaban a los pasajeros de a bordo a oler Ceylan antes de 
que la isla fuese siquiera visible.
Michael ONDAATJE

Catálogo de libros antiguos: uno los hojea y siente el universo 
de la escritura como "hospital universal", como camposanto 
lluvioso. olor de crisantemos, ganas de salir.
Gesualdo BUFALINO

Hacía un día muy caluroso. Todas las puertas y algunas ventanas estaban abiertas.
Olía a cebolla, pescado, grasa y fruta, a niños de pecho, agua-
miel, ropa sucia y alcantarilla.
Joseph ROTH

Dentro se ve un horroroso montón de mierda. Tantos judíos 
murieron en Auschwitz
que las cosas que dejaron -el pelo, las piernas de madera de los veteranos que habían
luchado por Polonia en la Primera Guerra Mundial, los zapatos 
de los niños, etcétera- llenan las vitrinas de habitaciones enteras, dentro de las cuales se pudren y apestan.
Josh BAZELL

Sus hondonadas más sombrías albergaban entonces especial olor a hongo, que hace
que las narices rusas se dilaten: una oscura, húmeda y agradable combinación de
musgo húmedo, tierra rica, hojas en putrefacción.
Vladimir NABOKOV

Al amanecer el aire está húmedo y el dulce olor de la tierra 
se mezcla con los del humo, el pescado frito y las aguas muer-
tas del río. No es casual que semejante muestra de luz y color 
nos conmueva; es nada menos que la diferencia entre la cordu-
ra y el horror.
John CHEEVER

por última vez lavo la camisa/ de mi padre que murió.
La camisa huele a sudor. Recuerdo ese sudor desde mi infan-
cia (...)
De todos los cuerpos del mundo,/ animal, humano,
sólo uno exudaba ese sudor.
Lo aspiro por última vez. Lavando esta camisa
lo destruyo/ para siempre.
Anna SWIR

el sofocante calor de la sala de lectura le molestó. La cúpula parecía cerrada hermé-
ticamente impidiendo que saliese el aire viciado. Se cernía sobre la escena como un
cielo tropical antes de una tormenta; y el tenue y acre olor de los libros y cubiertas
carcomidas era como el hedor de la vegetación podrida de algún estancado y fétido
río oriental.
David LODGE

Es la hora preferida de las mujeres porque entonces se visten con sus más preciosos
saris, perfuman sus cabellos con aceite de canela...
Mircea ELIADE

Celeste (nombre del mucamo de Proust)
con su rigor, dulce, me hunde en el jugo negro
de vuestra pieza
que huele a corcho tibio y a hogar apagado.
Paul MORAND

Oh vivir en ese aroma a naranja en niebla fresca
Valery LARBAUD

El olor fino solitario de tus axilas
César MORO

Hacia 1932, en el Estudio 28, un jueves de Mayo por la tarde, 
sólo, vi "El Perro Andaluz"; al salir, a las 5 de la tarde, la calle Tholozé olía a café con leche, que tomaban las lavanderas entre planchado y planchado.
Roland BARTHES

aquel oscuro bosque de Inglaterra que olía a sótano...
Giorgos SEFERIS

En la escalera, Av. de los Castaños N° 30, por la tarde a las 
cuatro y media olía
fugazmente
a ratones muertos absortos
Elke ERB

Mientras limpio la maleza alrededor de las peonías oigo las manzanas arrancadas
por el viento; las oigo caer al suelo y golpear las ramas du-
rante la caída. El aroma
inmemorial de las manzanas, viejo como el mar. Mary hace 
compota. El aroma de las manzanas sale de la cocina, sube por 
la escalera y penetra en todas las habitaciones.
John CHEEVER

Si la teoría estereoquímica de los olores desarrollada por 
AMOORE es correcta, las diversidades caulitativas que a nivel sensorial es imposible analizar e incluso describir
adecuadamente pueden reducirse a simples diferencias entre las propiedades geométricas de las moléculas odoríficas.
Claude LEVI-STRAUSS

Olía a jarcia, a navegación y a mercancías exóticas, un olor 
que conocía bien pero que dolía, como el olor de los abrigos de 
piel de las mujeres bajo la lluvia.
Malcolm LOWRY

Los motores rugieron como espectadores de un lejano partido 
de fútbol y el húmedo olor a polímeros de la comida calentada 
en el microondas invadió lentamente el aire estancado de la ca-
bina.
Hari KUNZRU

Al mismo tiempo, una concienzuda ama de casa desenvuelve 
un queso curado deleditorial de su periódico favorito, y se sien-
te un tufillo a política y comida.
Joseph ROTH

Olor a máquina de mis camisas de la Nava, guardadas allí todo 
el invierno, usadas verano tras verano, no mudadas en siete días. Poso de sudor fresco, de chorros de sudor, buena fatiga.
Jaime GIL de BIEDMA

El olor de las flores no va contra el viento, ni el del incienso ni 
el del sándalo ni
el del jazmín.
Pero el perfume de la virtud sopla contra el viento: el Justo se expande en todos
los sentidos.
El DAMMAPADA

El perfume que exhalaba su cuerpo tenía el dejo de los hongos, 
esa carne de tierra que huele a humedad concentrada y es, a la 
vez, tan seca, mezclado con el aroma del aceite de ámbar, que 
es una enfermedad íntima del mar, como si la muchacha
hubiese invadido un sueño temeraria e íntegra.
Djuna BARNES

Entró en el templo con esos pensamientos; el aroma del in-
cienso, mezclado con el aroma de las ramas de abedul acaba-
das de cortar, con el sudor de los numerosos campesinos, la 
cera de sus botas lustradas y la inevitable tela roja se filtraban
agradablemente por su nariz...
Andréi BIÉLI

Mi infancia y su perfume
a pájaro acariciado.
Alejandra PIZARNIK

Dulce es el jazmín. Dulce es la fragancia de los árboles del 
Paraíso. Dulce es el saúco, ay, qué fiero, mareante y dulce. 
La más dulce es la acacia blanca que acaba de florecer, hay 
toda una hilera de acacias aquí abajo, camino a la cabecera
del puente. Las dulces emanaciones de las tupidas flores me 
asfixian, me entran a borbotones por la boca y la nariz, como 
el gas, quiero quedar ciego y sordo con ellas.
Ernö SZÉP. La manzana de Adán.

siempre que pienso en esa época de mi vida noto el olor de 
la nieve, que es más bien como un frescor que te congela los pulmones y acaba por confundirse, para mí, con el olor del éter.
Patrick MODIANO

ese olor a cadáver que exhala la carne mal lavada de los presos, 
sus ropas, todo lo que tocan o llevan.
Curzio MALAPARTE

Es, no hay duda, el aroma a reparación y rehabilitación de 
viviendas a gran escala.
Madera recién aserrada, PVC blanco y limpio, el tufillo a le-
jía de Sakrete, el picor de la silicona, el efluvio dulzón de la te-
la asfáltica y el alcohol desnaturalizado. La almidonada esencia 
del Tyvek mezclada con la urdimbre sulforosa del mar y el he-
dor proveniente de la bahía de Barnegat.
Richard FORD

Mi recuerdo más antiguo se refiere a mi niñera. Se llamaba Ber-
tha, era alta, gruesa y bondadosa(...) Cuando pienso en ella es 
como si la oliera. Un perfume bueno, seco, de sudor, como el 
que despiden los vestidos que no se cambian ni con mucha ni 
con poca frecuencia. Yo debía tener por entonces unos 4 ó 6 
años.
Robert MUSIL

Argentina me ha dado los olores del campo. Cada país tiene su propio olor, su yuyo,
su yerba. A mí me cautivan los aromas de mi tierra. es como 
cuando uno vuelve a casa a
caballo y hay un momento en que el animal levanta la cabeza y relincha, porque sabe que
está oliendo su pago. ¿Porqué no lo va a hacer la persona que va arriba?
Atahualpa YUPANQUI

Debe de haber miríadas de pequeñas partículas en movimiento 
en la atmósfera. Sí, eso es. Ya que esas islas perfumadas, las Molucas, esos cingaleses esta mañana, se les huele a leguas de distancia. Voy a decirles a ustedes lo que es. Como un velo, 
muy fino, muy fino,o una red que tienen sobre la piel, tenue 
como se llaman filamentos y eso se teje y salen todo tiempo 
más fino que nada, impalpable como el a
James JOYCE



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