lunes, 15 de febrero de 2021

POEMAS DE STEFAN HERTMANS

 






EL VUELO


 Las compuertas junto al mar están abiertas,

la tierra se retira silenciosamente

gorgoteando entre las cañas y se enrosca

de regreso a la orilla del río.


Están corriendo y saltando.

Nadan contra el tiempo y la corriente.

Sus hocicos coronan la línea del agua,

sus ojos negros y parpadeantes.


Entonces saltan a la costa

avanzando apurados, siguen y siguen,

las orillas de la muerte fundiéndose detrás suyo.

Pieles y garras se están secando.


A lo lejos y tenue en sus oídos

todavía hay un rugir; luego cae el silencio

en sus martilleantes corazones.




LA COSECHA


Él había presenciado la siega,

y el sonido que hace la caída

antes de que los tallos de maíz se quiebren.


Hileras que había visto, e hileras,

aún más hileras que cayeron detrás

del canto de la guadaña,


el siseo de las glotonas

bocas de metal.


Alambre de púa rodea el laberinto,

la piel brilla en el cercado,

y para dormir hay paja.


Eso que yace en el suelo

podría haber traído frutos,

pero la cosecha fracasó


en su propio barro,

en su propia carne,

y nadie ve el cereal.




EL VADO


Una curva en el camino de tierra

que el río acompaña.


No hay arena pero hay semillas

que, cosidas por las heridas,

nunca germinaron,

se pudrieron antes de la cosecha.


Los nombres son de hierro, son de piedra.

Una tierra que empuja su camino

dentro de sus propias profundidades y es reflejada

en un vacío cielo.


Los pozos están llenos,

las voces incontables.


El pasto está creciendo grueso y opulento

como el pasto en todas partes, brilla y frota

a pesar de todo lo que sabe.

Ya el cuclillo ha arrojado su ojo

sobre un nido vacío.


El ganado pasta lánguidamente aquí

en el mórbido crecimiento de la paz.




LA BALSA


De repente en el río hay una balsa.

Entra despacio a la vista pasando la curva

basculando hacia los vivientes.


No hay nadie que no 

la haya visto, el silencio es inmenso

y oscuro, las orillas están sedientas


de sangre, la balsa deriva y gira,

y no pasa después de todo.


Algo está ahí que alguna vez

tuvo una forma y ya no se mueve.

Silenciosamente se desliza fuera del mundo.


Deriva y se queda. Carga a los muchos

que vendrán luego sumisos.

sin forma.



El escritor de origen belga-flamenco Stefan Hertmans

recibió como legado de su abuelo un cuaderno de apun-

tes de la Primera Guerra Mundial. Hertmans usó ese

cuaderno como base para su visionaria recreación de las

experiencias de su abuelo (o de un hombre en esa guerra),

en el frente de Flandes. Mientras escribía su novela Gue-

rra y trementina, publicada en 2015, Hertmans escribió 

estos cuatro poemas. La acción relatada se situó en Terva-

ete, situada en una curva del río Yser, en 1914. Las tropas

belgas contenían allí el avance alemán con altísimo costo.

Durante las mareas altas del 26 al 29 de octubre, las esclu-

sas de Nieuwpoort fueron abiertas gradualmente, inundan-

do los alrededores,  y deteniendo el avance alemán hacia el

mar. Un preludio de la guerra de trincheras que se avecina-

ba.

Los cuadernos de su abuelo Urbain son convertidos en una

experiencia-novela-memoria, en la gran novela del nieto.

Refiere la historia de la tragedia que significó su participa-

ción en esa espantosa guerra, a la vez que su narración re-

corre el siglo XX. Cita en ella a W.G. Sebald, un maestro

del siglo a mi entender: "Nunca, así dijo, habría creído lo

largos que pueden llegar a ser los días, el tiempo y la vida

para quien ha quedado relegado a una vía muerta."

Ese pasado, para Hertmans sigue vivo e irresuelto 60 años 

después de la segunda gran guerra -años que el poeta llama

no tanto de paz como de no-guerra.


La versión al inglés de estos poemas es de Donald Gardner.

FUENTE







Modern Poetry in Translation. No 3 2014. The Singing of

the Scythe. Poetry of the First World War., 2014.




 Versiones al castellano: Robert R. Rivas

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