jueves, 2 de abril de 2020

CAMARONES

 "Los camarones", dijo, como alterado.
 "¡Los camarones!
   Los vivos y los muertos.
   Secos, algunos, desechados.
   El olor de todo eso: de los peces, de la carnada, del
magrú, del adarce, del viento mismo...
   Los desvalorizados camarones y los potentes langostinos
   La división de clases (en el océano)
   (Nunca me interesó la fauna de los ríos)
   ¡Cuántas experiencias en torno a los camarones, viejo!
   Encarnar, pequeña artesanía: el camarón imita y oculta
la forma del anzuelo, que imita y oculta la forma de la
pregunta. ¿Pescar es preguntar?
   
    "También en el mediomundo, de noche
         desde el muelle, haciendo palanca:
             ahí brillaban, eran algo valioso,
                  una certidumbre en la oscuridad y el vacío
                       de la red, algo surgente de la espuma 
                            de las olas, un prodigioso mensajero
                                del misterio marino
                                    del origen de la vida
                                        del fondo del tiempo

        "Un pequeño camarón resplandece
                 -¡vivo!- (visible/tangible)
                          en la red
           Y la inmensidad del mar
                 representando 
                      en forma física
                          la maravillahorror 
                             de lo desconocido."




 EL HOMBRE QUIERE HABLAR

 El hombre quiere hablar, sí
 Quiere hablar pero siente que el lenguaje no calza
con eso que ha sentido pasar como una sombra por...
¿por su mente? Ahí toma contacto con las dificultades.
"Mente" es una forma de decir. Podría ser "pantalla",
podría ser "espacio". ¿Es de uno? ¿Me pertenece? En
cierto sentido, lo sentimos así. En el mismo sentido en
que decimos "yo", o "yo mismo". Hablo conmigo, que
soy al menos dos. Y siempre está el otro, desde antes
incluso del "yo". El otro, con su mar desconocido e in-
cognoscible. 
 El hombre quiere hablar de los camarones, porque le
vinieron una tanda de sensaciones, imágenes, recuerdos.
Quiere contar eso. Es como querer agarrar algo que se cae 
y en ese momento se te caen los brazos. 
 Por eso anoche, cuando leía un artículo de Bolaño, lo
que me tocó, más que el tema del artículo, que no recuer-
do cuál era, fue una cita de Wittgenstein, una pregunta:
"¿Esta mano es una mano o no es una mano?" Bolaño
aclara que hay que hacerse esa pregunta mirando la propia
mano.
 El hombre quiere hablar, a pesar de todo. A pesar de que
las palabras nunca pueden decir "eso". "Eso" que está y no
está. Eso que las palabras nunca podrán decir adecuadamen-
te y eso que no existiría sin las palabras, sin el hablar.
 Querer contarle al otro.
 Querer que te "entienda" el otro.
 Sabiendo que ser entendido no es, tampoco, satisfactorio.
No idéntico, por favor. Un poquito. Entendeme un poquito.
El resto que se pierda, que deje ganas, que permanezca ca-
rente, por favor. 
 La otra cosa es que ciertos hombres, además de hablar,
desean hacer literatura. Suena ambigua la frase. Porque es
ambiguo el significado de la frase. Tiene el lado que consi-
deramos valioso de hacer literatura: extender los límites del
lenguaje, conseguir llegar lo más cerca posible de decir algo
que no se puede decir con palabras, y su 'sin embargo'. Y es-
tá el otro lado, por supuesto: querer ser escritor, ser 'alguien',
pertenecer al (prestigioso) mundo de las letras...
 Creo que hay, sino una cura, un antídoto posible para esta
segunda versión de 'hacer literatura'. Que durante cierto
tiempo -puede ser un tiempo menor medido en meses, o un
tanto mayor, como, digamos, un par de años- en que desa-
parece, se quita, se oculta el nombre del autor de todos los
textos. Es muy difícil de hacer con los libros ya consagrados,
porque muchos conocen de memoria al autor; pero se puede
hacer muy bien con la poesía, que es multitudinaria. Miles y
miles de poemas circularían sin que se sepa quién los escribió.
Ahí se cumpliría la versión valiosa de hacer literatura, real-
mente, eliminando la otra.
 Por supuesto, esto es lo que sucede con el arte en todas las
culturas mal llamadas primitivas: carecen de autor en el sen-
tido de "esto lo hizo tal persona". Es de todos.
 Creo que en cierto modo 'hacer literatura' es un verdadero
obstáculo para la expresión. Tal vez por eso valoramos es-
pecialmente a aquellos que han realizado su arte desprendién-
dose del posible reconocimiento o prestigio social que este
podría aportarle al autor: Rimbaud, Artaud, y una buena
parte del hoy en día vilipendiado surrealismo. El arte de los
locos -hoy también en feroz retirada- también elude la auto-
ría, aunque por otras razones. O no tan otras.
 Asociaciones: fui a buscar el libro de Bolaño. La nota en
cuestión era acerca de Nicanor Parra. Pero en otra parte,
Roberto hace el siguiente comentario: "Esto es lo que apren-
dí de la literatura chilena. Nada pidas que nada se te dará.
No te enfermes que nadie te ayudará. No pidas entrar en 
ninguna antología que tu nombre siempre se ocultará. No
luches que siempre serás vencido. No le des la espalda al
poder porque el poder es todo. No escatimes halagos a los
imbéciles, a los dogmáticos, a los mediocres, si no quieres
vivir una temporada en el infierno."
 El hombre quiere hablar y siempre termina hablando... de
otra cosa. Quiere decir y sale para cualquier lado. Empieza
hablando de los camarones y termina con la mirada perdida
viendo a la gente caminar sola o en parejas por la playa; o
el bote ése, descascarado, abandonado en un médano; o las
nubes y las olas que viajan diciendo algo que nunca entende-
remos. Cuyo "decir" es su "ser" y no pretenden entendimien-
to alguno.

"Poema a la mano: esta mano
es todas las manos
a mi mano
así la llamo."
Walter Benjamin. Materiales para un autorretrato.

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