Ya he publicado algunos poemas de este magnífico escri-
tor, el 8 de febrero de 2011. Se puede localizarlo en la venta-
na superior a la izquierda de la página, como "Poemas de
Jean Follain". Su originalidad no pasará de moda, su poesía
ya ha logrado un lugar propio en el siglo XX. Ese trato tan
particular que le da a personas y cosas, esa relación que es-
tablece entre ellos, así como su viajar a través del tiempo,
a veces en los 2 sentidos de la flecha, pero también de lado.
Follain toma una distancia con aquello que nos va a pintar.
Es la "distancia Follain". Ligeramente impersonal, en el
sentido de que costará, por ejemplo, encontrar en sus poe-
mas algo de su historia. Y sin embargo, la otra forma de
historia que nos recorre, que no es la de hechos y circunstan-
cias, ésa que consiste en sensaciones, estados de ánimo, po-
siciones inconscientes frente a las cosas de los mundos (in-
terno y externo), ésas sí que están por todas partes en sus
breves escritos.
Los invito a entrar en este clima. O, mejor aun, a este fenó-
meno de aclimitación que propone JF. Si clima viene del
griego klima, significando inclinación de la tierra y por me-
tonimia, latitud, aclimatar es un término que proviene del
francés (y es mucho más reciente), y se refiere a "hacer que
un elemento exótico se acostumbre a condiciones diferentes
a las de su medio natural." Follain trae y lleva su 'material'
de un lado a otro de esa invisible frontera.
EL PLATO
Cuando de las manos de la sirvienta
cae el plato pálido y redondo
del color de las nubes
es necesario recoger los pedazos
mientras la luz tiembla encima
en el comedor del amo
y la vieja escuela tartamudea
una mitología incierta
en la que uno entiende
cuando el viento cesa
el nombre de todos los falsos dioses.
LA LECHUZA
Ellos dicen que la lechuza
bebe el aceite de las lámparas del santuario
en las iglesias de los pueblos;
ella entra a través del vitral roto
durante las horas de la noche
cuando los buenos y los violentos duermen
cuando el orgullo y el amor están fatigados
cuando el follaje duerme.
La bestia calienta su sangre
con el aceite luminoso y virgen.
HABLAR SOLO
Sucede que uno pronuncia
unas pocas palabras sólo para sí mismo
solo en esta extraña tierra
entonces las pequeña flor blanca
el guijarro semejante a todos los que ya pasaron
la ramita de paja
se encuentran de nuevo reunidos
al pie de la cerca
que uno abre despacio
para entrar en la casa de arcilla
mientras que las silla, la mesa, el armario
se encienden en un sol de gloria.
EL HUEVO
La vieja dama secó un huevo
Con su delantal de trabajo
huevo color marfil y pesado
que nadie reclama de ella
entonces ella mira el otoño
a través de una pequeña lucerna
y es como una refinado cuadro
del tamaño de un libro ilustrado
nada está
fuera de estación
y el huevo frágil
que sobre la palma ella sostiene
sigue siendo el único objeto nuevo.
PENSAMIENTOS DE OCTUBRE
Uno ama bien
este gran vino
que bebe solitario
cuando el atardecer ilumina las colinas cobrizas
ningún cazador apunta
ahora a las presas de la llanura
las hermanas de nuestros amigos
parecen más bellas
al mismo tiempo hay una amenaza de guerra
un insecto se detiene
luego vuelve a partir.
LA MUJER Y LA NIÑA DISFRAZADA
Valiente bajo los golpes del destino
una noche una mujer
lleva de la mano a una niña
con un disfraz loco
los grandes monumentos se extienden
delante de su marcha viva
y los cascabeles suenan
en el disfraz mitad rojo
y mitad amarillo
de la pequeña niña pálida como el cielo.
LAS VOCES
En los bulevares de los pueblos
cerca de los cruces de barrios
en el interior de los muros resecos
puede entenderse el llamado
del nombre que se prolonga
a veces alguno responde
atrapado por el encanto de la palabra
o tal vez sediento de verdad
pero otras veces una pelea entre perros
en la plaza enfrente de una vieja iglesia
impide escuchar los gritos a la distancia
que luego se pierden en la muerte
FIN DE SIGLO
Una mosca caminó sobre la inicial
de una sábana cargada de silencio
despertaron al niño
un treinta y uno de diciembre
para que pudiese ver el fin de un siglo
caras cansadas
ablandadas por el brillo de las llamas;
pliegues, encajes, trenzas
resistirán unos meses todavía
el avaro ha abierto su cofre
saciado sus ojos
mil años después
la lluvia todavía cae
sobre un poblado.
LA PLAZA
Se escuchan en la plaza los gritos de una mujer
en el atardecer de la existencia
sola con su cabellera
su áspero y puro desdén.
Pastores y vaqueros
la besaron en su juventud.
Todavía están ahí los techos negros
los balcones adornados
alrededor de toda la plaza
y el alegre conductor
de un auto vacío.
MURALLA
Es una piedra violácea
suelta en su cemento
que se parte al congelarse
pero el resto se sostiene
de modo que el hombre sencillo
gira la llave en la cerradura
rodea su parterre
arroja un hueso al perro negro
morirá solo pegado contra su muro
viendo columnas de humo
en los huidizos horizontes.
LOS LIBROS Y EL AMOR
Los libros que llenan el cuarto
como arpas eólicas se mueven
cuando pasa el viento de camino a los naranjos
y la letra incrustada en la página
se aferra
al blanco papel de lino
y la guerra truena en la distancia
en este otoño resplandeciente
matando a la querida y a su amante
en la orilla de un viejo río.
LA VIDA DOMÉSTICA
La mujer se lava observando la recua
ningún boscaje podría proteger su piel fresca
la aparición de la muerte
y la vida doméstica entera aparece
ligada al pasado del mundo
vegetales que son picados o pelados
para alimentar a muchachas bellas
piedra durante mucho tiempo barrida
en el rubio verano
animales sangrando en pleno día
y cuyo grito estridente
se pierde en la luz.
LA MATERIA
Sobre la materia
flota un sueño
pero esclavo
en casa de un amo infame
el florero de vidrio
porta una rosa oscura
el oro brilla
y el hierro rojo
hace aullar a la belleza
frágil y desnuda
en la noche del ser.
Reducida a cosas
pieles muertas
cuelgan de la lívida pared.
LA BESTIA
Sentada en una casa de departamentos
adonde conducían antiguos caminos
vive una bestia
que no espera nada del mundo
las piezas se comunican
las puertas se cierran
y las noches se aproximan
en el perfume de una acacia.
Todas las bestias de su especie
viven en ella.*
Después, siempre después, pero siempre y cuando "después"
pueda también significar "antes", un "antes" que a su vez sig-
nifica que ya estaba, pero no había sido descubierto todavía;
en otras palabras, girando la espiral del tiempo, apareció esta
cita:
"...yo te dedico...estas pocas líneas... En ellas descubrirás
los goces de un alma puramente pasiva que no es sino mujer
todavía, y que tal vez mañana será bestia".
Son palabras de Stephane Mallarmé, halladas en mi búsque-
da de textos de la así llamada "prosa absoluta".
FUENTE
Jean Follain. Transparence of the World. Translated and
Selected by W.S. Merwin. Copper Canyon Press, 2003.
(Versión bilingüe. Una vez más, contar con la versión ori-
ginal resulta fundamental para lograr una traducción más
precisa, aunque mis conocimientos de francés sean esca-
sos.)
El breve fragmento de Mallarmé se encuentra en "El Grito.
El sueño del cosmonauta", de Eugénie Lemoine-Luccioni.
Paidós, 1982.
Versiones del inglés (con ayuda del francés): Robert R.
Rivas (c)
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