el invierno en Amsterdam es un río azul
de negocios y de vidrieras
esta tarde un viento frío ha adormecido el mar
más blanco que un mar del Norte
y el gesto amplio del viajero es en vano
rápido como Cagney
en Calor blanco
yo imagino, solo, una ciudad portuaria que
agita mi pulso a ciento veinte pulsaciones por minuto
yo imagino
los templos chocando con orillas marrones
que mi voz
rota
ya no alcanza los micrófonos de la noche
las luces en mi cabeza indican
en los puños rotos de las ventanas
que el viaje del arco iris ha hecho una curva
bajo un cielo de granito
lanzando las bases de mi presencia
alucinada
en los sanatorios del ritmo
esta mezcla de imágenes y mapas
este comercio de horas desnudas frente a las especies
de extractos de raíces
esta frotación de la sangre
entre Punk y gigoló de Todo-París
o en la fauna de Moscú la maiacovskiana
me hacen decir que los caminos interiores
han alcanzado los bulevares de coral de una Metrópolis
del Norte
el invierno ha roto las ventanas
la nieve ha cortado los puentes sobre las ciudades
el pájaro de las tempestades dio vuelta la fiebre amarilla
hacia las costas africanas
la Pan American ya no realiza sus vuelos regulares
interestelares
la seria Belleza sin el misterio de las novedades
yo estoy casi aburrido
yo imagino que no tiene importancia
[Calor blanco, "White Heat", película de 1949, con James
Cagney. En francés se la llamó L'Enfer est á lui. Ah, en la Ar-
gentina se la bautizó "Al rojo vivo".]
PASAJEROS DE LA NOCHE
(OBERTURA)
Cerca de las estaciones, canales y bulevares se enredan
hasta las periferias anaranjadas de la noche naciente.
Yo vengo de una ciudad destruida y me oriento entre las
lumbres del sueño, de la víspera.
Yo conozco el sustituto del viaje; amo esta profunda
turbación entre los seres; también vivo en la sombra
de aquellos que amo.
Soy un actor provisorio en la labilidad del tiempo.
Esta tarde, nada me está esperando. En ninguna parte.
Detallo con los dedos los ángulos finos de mis ropas.
Escribo cartas. Vuelvo a pegar la ciudad, una ciudad
imprevisible, un mapa de agua y de silencio donde se
difumina mi fiebre, donde brotan los gritos con cuchilla
de mis suicidios.
Patrice Beray nació en 1956. Eso es casi todo lo que sé de
él.
Y este texto me fue susurrado después de leer y traducir
sus dos poemas
quemando los muebles
en el jardín
quemando el jardín también
"esta es la voluntad del mar"
la noche estando en su espejo
encantamientos circulares
en las manos de la luz y del tiempo
en el alma de la nieve
toda la noche la radio de la piedra
rompiendo el mundo en sombras
y pedazos
mientras que la luna se mantuvo a flote
sobre la superficie del pasado
recordaba el sabor del fuego
del primer día
el orden metamórfico de las cosas
"la voluntad del mar"
el papel de las alas
llegando al fin
al final de la noche
Los poemas de Patrice Beray provienen de
Jean-Yves Reuzeau: French Poets of Today. Guernica, 1999.
Siendo una edición bilingüe, las posibilidades de haber gene-
rado traducciones fieles se duplican.
Parece el chiste de Woody Allen: "Si eres bisexual, automá-
ticamente se duplican tus posibilidades de conseguir una cita
el fin de semana."
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
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