miércoles, 23 de abril de 2014

FRAGMENTARIA DE HENRI MICHAUX

 



Estos fragmentos los he tomado de más de un texto de
Henri Michaux. Cada uno de ellos sugiere, alude y sedu-
ce por sí mismo. Es lo que suele lograr el misterioso hom-
bre-de-Namur. El que convertía lo ordinario en asombroso
y a lo extraordinario lo hacía vivir entre nosotros.
 ¿Qué me propongo? ¡Propósitos! ¡Cuánta vergüenza me
han hecho pasar! Pero, en este caso, una vez más sin sor-
tear los obstáculos del todo, lo digo de una vez: empujar
lectores hacia Michaux (como insectos voladores al vien-
to o al ventilador).

 Eso sí, si esta "Fragmentaria" me sale bien, pensaré seria-
mente en poner una Fragmentaría.

                                UNA FRAGMENTARIA


 Aún si fueras lo suficientemente tonto como para mostrar-
te, no te preocupes; ellos no pueden verte.

*

 No te entregues como un paquete envuelto. ¡Ríe mientras
aúllas! Aúlla con risa.

*

 Cuanto menos odiantes serían los hombres si cada uno
de ellos no portase un rostro

*

 Si eres un hombre llamado a fracasar, no fracases de cual-
quier manera.

*

 En el interior del melón, un corazón batía.

*

 Sueño-de-caballo: Caballo, habiéndose comido su carro,
contemplando el horizonte.

*

 Escucha, soy la sombra de una sombra que se ha hundido
en la arena.

*

 Quitada la vaina
 se es otro
 cualquier otro

*

Acostado
acostado
acostado para conocer
para volver a ver, para cotejar, para legislar
para aplazar
para deshacer, para mañana
para el duende, para la esfera,
para las aguas, para el gesto interior
acostado-Faraón
acostado.

*

 El silencio empieza a mutar.
 A mi alrededor algo, extremo, fino, no definible, pequeño
barrido en todos sentidos y que se aproxima. En la vecin-
dad una multitud avanza.
 Con rumores, como los que brotan de los vecinos, la habi-
tación solitaria se ha transformado.
 Palabras que adquieren un valor extremo. En este instante,
la palabra "millares".

*

 Los oídos de los humanos no están muy bien defendidos.
Parece que no se tenía en cuenta a los vecinos.(+)

*

 Mi vida: arrastrando un cochecito de bebé bajo el agua.
Aquellos que nacieron cansados saben lo que quiero decir.

*

 ¡Tú sales de un lago, regresas al lago usando una venda ne-
gra sobre los ojos, pero sigues pensándote como de clara
visión!

*

 La escencia: aquello que queda cuando ya no tenemos que
rebajarnos, esforzarnos, funcionar, hacernos definidos, par-
ticulares, pequeños.

*

 Como si hubiese sido derogada una desconocida ley ocul-
ta, nos encontramos sin aliento, con un corazón como el de
un caballo después de saltar una valla demasiado alta, que
le impedirá volver a saltar.

*

 Un momento aún por venir.
 Un momento de otra vida.

*


 Sin contestar, el Tibetano sacó su cuerno llama-tormentas
y quedamos completamente calados bajo grandes lampara-
zos de relámpagos.

*

 Pero desgracia para quien tenga un sobresalto. Un deslum-
bramiento de dolor le alcanza entonces en lo más profundo.
Una neurona sin duda, una neurona escupe su sufrimiento
eléctrico, que no se echará en el olvido.
 ¡Oh! ¡Momentos! Cuántos momentos de alerta en esta vi-
da...

*

 No todo es duro en el cocodrilo. Sus pulmones son espon-
josos, y sueña al borde del agua.

*

 Quien ha dormido con una boa huele mal pero se levanta
contento. ¡Ah! la vida, la vida, digan lo que digan, la vida...
 La boa se enrosca, se desliga. ¡Cuánto placer en esos mil
desligamientos!

*

 Trágate los remaches, el crucero se desarma y el agua es-
tá nuevamente en calma.

*

 Alguien habla. Alguien no está fatigado. Uno no escucha.
Otro no tiene necesidad de ayuda. Alguno no está excitado.
Alguno no espera. Uno grita. Otro estorba. Alguien rueda,
duerme, se arrodilla, ¿eres tú, Lorellou?

*

 No he visto al hombre divulgando alrededor de él la feliz
conciencia de la vida. Pero he visto al hombre como un
buen bimotor de combate esparciendo el terror y atroces
males.
 Cuando le conocí, tenía casi cien mil años y daba fácil-
mente la vuelta a la tierra. Todavía no había aprenido a
ser un buen vecino.
 Entre ellos circulaban verdades locales, verdades naciona-
les. Pero al verdadero hombre no lo he encontrado.

*

 Pequeño corazón en balaustrada, fallaste en retenerme
un poco antes. Tú me has perdido mi soledad. Me has
arrancado la sábana. Has hecho florecer mis cicatrices.

*

 Silencio. El día de silencio. Regresa a él. Métete de nuevo
en él. La impermanencia ha sido dejada atrás. Mientras nos
liberamos de la impermanencia, poco a poco, encontramos
(algunos más, algunos menos) en nuestro calmado ser, pro-
gresivamente, profundizado repetidamente, la Permanen-
cia, su esplendor, la otra vida, la contravida.

*

 cómo te apoyas ahora,
Te apoyas tanto ahora que ya no estás.

*

 Cada siglo tiene su alta masa. ¿Qué está esperando ésta pa-
ra armar una grandiosa celebración de disgusto?

*

 Lo inasible, que todo atraviesa,
 me ha asido

*


 ¿Qué es lo que no mata el cerebro? Realmente, uno se lo
pregunta.

*

 Eres contagioso para tí mismo, recuérdalo.
No dejes que tu "vos" tome el mando.

*

 Un día, a los veinte años, le llegó una brusca iluminación.
Se dio cuenta, por fin, de su anti-vida, y de que debía probar
el otro extremo. Ir al encuentro de la tierra a domicilio y des-
pedirse de lo modesto. Partió.

*

 Puedes estar tranquilo. Un resto límpido permanece en tí.
En una sola vida no has podido embarrarlo todo.

*

 A la edad de ocho, yo seguía soñando con que se me diese
la categoría de una planta.

*

 El hombre henchido de sí mismo, pero sin embargo turba-
do, que quiere perfeccionarse y que camina a tientas inten-
tando soldar su claro y su oscuro.

*

 Cuando la desdicha tira del hilo, ¡cómo descose, cómo des-
cose!

*

 No era orientar su vida, era destrozarla. Si un contemplativo
se tira al agua, no intentará nadar, primero intentará entender
el agua. Y se ahogará.
 (Por eso los que dan consejos deben desconfiar.)

*

 Al rozarla rocé un abismo de alegría.

*


 Se ha cedido el lugar a la sombra, por cansancio, por pla-
cer del círculo. Se oye a lo lejos el rumor de Asclepias,
la flor gigante.
 ... o bien una voz viene a menudo a bramaros en el cora-
zón.

*

                  he roto la cáscara
  simple emerjo de la cárcel de mi cuerpo
                         el aire
     el más allá del aire me protege

*

 La tentación de dormir en una cama con la madre de uno
y de matar al padre de uno constituye la primera trampa
Esfinge de la vida, a la cual debemos ser capaces de res-
ponder con nuestro cerebro aún apenas formado; una
trampa en la que naturalezas enfermas condenadas para
siempre a juzgar erróneamente los obstáculos y a sobre-
estimar los placeres caen inevitablemente. La prueba
traicioneramente presentada por la naturaleza será exa-
mianada más adelante, pero la señal de que siempre se-
rán fascinables ya puede verse; y de hecho quince, vein-
te años más tarde ahí están, preocupados, mirando a su
alrededor y detrás, en lugar de mirar al frente, confesán-
dose vilmente a entrometidos extraños en cuya paraliza-
da presa se convierten, como niños, como niños- tal cual
lo esperábamos.

*

 Los delirios del pájaro no tienen interés alguno por el ár-
bol.

*

 Cálmate, rostro encandilado. Estoy aquí.
 No hay arrancamiento.
 Te espero en la dulzura...
 Te espero.

*

 se defiende con las armas propias del Océano, que son ca-
pa sobre capa y envolvimientos, no desplazarse y, sin em-
bargo, no estar nunca allá donde estaba hace un momento.

*

 Hay civilizaciones poco recatadas que han exhibido sus
sentimientos en bandeja. En otras ¡qué alivio su reserva en
éste y en muchos otros aspectos!

*

 Incluso en los rostros, uno de los sitios más reales para mí,
objeto que se volvía sujeto con facilidad, la realidad faltaba
aún.
 Mejor que los trazos, su evanescencia venía  a mi encuen-
tro, fantasmas que una emoción esponja.

*

 Mi Banjeby,
 Tan cariñosa, tan tierna,
 He perdido tu garganta menuda,
 Menuda,
 Y tu inefable cercanía.

*


 A quien tiene un alfiler en el ojo, el futuro de la marina in-
glesa deja de importarle. Dormir, si tan sólo pudiera dormir.
Pero el párpado recubre su dolencia como un cepillo...

*

 Tampoco quiero "reproducir" nada de lo que ya está en el
mundo.

*

 ¡Vaya! Qué extraña cosa al principio, esa corriente que se
manifiesta, ese líquido inesperado, ese pasaje portador, en
sí, siempre y que estaba.
(...)
 Ponemos en circulación una moneda de agua.

*

 Chesterton decía, insatisfecho con las pinturas de paisajes
campestres y de las vacas en los paisajes campestres: "Lo
que yo hubiese querido, es pintar el alma de la vaca".
 Existe una especie de fantasma interior que deberíamos
poder pintar en vez de la nariz, los ojos, los cabellos que
se encuentran en el exterior... a menudo como suelas.

*

 El hombre también tenía en sí una cuerda capaz de vi-
brar; una doble cuerda, incluso.
 La usa mayormente para hablar, o el chico, para gritar.
Para el canto su afectada voz tiende a la excesiva efusi-
vidad

*

 Aquel que esconde a su loco muere sin voz.

*

 Ya había hecho algunas acuarelas.
 Sin embargo había en mí una reserva. No me sentía arro-
jado en ellas. Y sólo cuando me he sentido así, mis acuare-
las tienen validez, resultan. Pero ignoraba que yo guardaba
una reserva.

*

 Caldera de pensamientos tomándose por un hombre.

*

 Aún si es cierto, es falso.

*

 Al llevar una vida excesivamente facial, también estamos
en una perpetua fiebre de rostros.

*

 Mi salvación está en la hostilidad. Lo difícil es mantener-
la. Me hace falta recogerme a menudo para recuperar el vol-
taje. Mis baterías, las hay mejores.

*

 Aquel que canta en un grupo pondrá a su hermano en pri-
sión cuando se lo pidan.

*

 Aquel que deja una traza, deja una herida.

*

 Aquel que ha rechazado sus demonios nos fatiga a muerte
con sus ángeles.

*

 Cuando uno mira a los seminaristas -pronto serán Docto-
res en Teología- jugar a patear una pelota de fútbol, uno se
ve conducido a observar que aparentemente es más fácil pa-
ra el tigre ser por completo, y en dignidad, un tigre, de lo
que es para el hombre ser hombre.

*

 El corazón de una persona sensible sufre demasiado como
para amar.

*

 Para entender, la inteligencia debe ensuciarse. Sobre todo,
aún antes de ensuciarse, debe ser lastimada.

*

 Es todo aquello que no es humano a su alrededor lo que ha-
ce al hombre humano. Cuantas más personas hay en el mun-
do, mayor es la exasperación.

*

 No actúes con orgullo. Ya respirar es consentir. Otras con-
cesiones seguirán, cada una encajándose en la otra. Aquí
tienes una, Suficiente, acabemos con esto.

*

 Embarco de nuevo. La travesía es larga, la travesía es in-

terminable, el remero indeciso. Más que una barca es como
un cubo en un pozo, a medio sumergir, pesado, al que se
desea abandonar.

*

 Cuando los ojos creen, las manos se engañan.

*

 A falta de aura, al menos diseminemos nuestros efluvios.

*

 No, ella es así: rodando ruedas, llevando alturas, testigos
de ojos perdidos, caballos de patas rotas, caminos despega-
dos del suelo.
 La ves y no la conoces.

*

 Si trazas un camino, cuidado, te costará volver a campo
abierto.

*

 A ver, ¿tienes demasiada tensión para ser modesto o es que
eres demasiado inmodesto para que tu tensión baje alguna
vez?

*

 Vivió durante años con los ojos vueltos a la cuenca interior.


*

 Desciende, sí, desciende dentro de tí, hacia ese inmenso al-
macén de necesidades sin grandeza. Es preciso. Después po-
drás, deberás subir de nuevo.

*

 La fábrica de palabras (palabras-pensamiento, palabras-ima-
gen, palabras-emoción, palabras-motricidad) desaparece, se
anega vertiginosamente y tan simplemente. Deja de estar. El
brote se detiene. Noche. Muerte local. No más ganas, no más
apetito parlante. La parte de la cabeza que en ello se hallaba
más interesada se enfría. Es una experiencia sorprendente.





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