Tuvo que aprender a corregir los textos sin escribirlos
en el cuarto de mármol de la memoria
Justamente el ámbito que se había vaciado
y en el que cada vez se esfumaban las cosas
Las cosas que en el mundo exterior
se multiplicaban
como bacterias o como conejos
voraferozmente
Entonces repasaba, tropezando una y otra vez con vacíos
caminos a los que de repente les falta un tramo
y otro y otro
o puentes sin el extremo opuesto
Caminos que como en una pesadilla se esfuman en Nada
Y vuelve a recorrerlos
Cuando los encuentra
Y muchas veces no hay otra cosa que los tramos ausentes
Bruscos finales que sobresaltan a la angustia
Y recorre el pasillo de mármol de la mente
buscando esos caminos
A veces aparece una baldosa, una palabra
Muchas veces es nada más que eso
No una palabra señal, que condujera a las otras
escondidas en la oscuridad
Ni una baldosa que revelase la trama o el dibujo
de ese suelo que no aparece
Pero esa palabra significa que puede haber otras
Con eso ha tenido que trabajar
Sin escribir
Y ese trabajo es la funda de la crudísima ex-istencia
No hay otra posibilidad
O continúa escribiendo sin escribir
más que en la opacidad completa de su memoria
o desaparece
Y entonces escribe sin escribir
durante todo ese tiempo sin tiempo
Palpa, escucha el silencio, respira
Pasan sombras
a veces
como cuerpos
tras el cristal opaco
Cualquier fragmento que encuentre
dentro de esa ausencia
es como pan en las manos
o agua fresca en la frente
Sólo que él (Radz) sabe
que no son ni el pan ni la-agua
Que sólo ha encontrado
un tono/ una tonalidad
La minúscula revelación de que la ausencia
no ha llegado demasiado lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario