domingo, 26 de diciembre de 2010

ALGUNOS MISTERIOS

Y ya todo eso pasó, pasó.
Nadie tiene su reloj de bolsillo.
Ni el último libro que leía.
Ya no existe la jaula de su canario "Karabontara".
No sabemos cuál fue la última música que escuchó.
Ya no está su imagen reflejada en la ventanilla del
tren que parte de la Estación Central de Praga,
próxima al Museo Nacional.
No está en ninguna parte su sombrero bombín de
fieltro. Ni la taza en la que tomaba el té.
No está filmado el primer encuentro con Milena,
cuando ella se aprestaba a traducirlo al checo.
Nadie encuentra su lámpara de mesa, ni la llave
del ascensor de la 36 Niklasstrasse, ni sus cuadernos
de aprendizaje de hebreo.
Nadie sabe qué había en los 10 o 12 cuadernos que
Dora le ayudó a echar al fuego.

Sabemos, en cambio, con qué dulzura les escribió
a sus padres una carta en la que les pedía que no
fuesen a verlo a la clínica Hoffman en Kierling, el
día antes de morir.

Sabemos que no se habla o piensa de ningún otro
escritor como se habla o piensa o siente de él.
Pero no sabemos porqué.


2 comentarios:

Arquiloco de Paros dijo...

Extraordinario poema, Robert, realmente lo siento así; acaso todos nos preguntamos algunas de éstas cosas pero no dimos con el tempo necesario para enhebrarlas en tan brillantes versos. Slds. Un gusto leerte.

Robert Rivas dijo...

Me considero muy afortunado, querido Arquíloco, por contar con tu aprecio. Ya sabemos lo q le pasó a la familia de Lykambes por defraudarte.
Un abrazo.