Estos textos son, junto con algunos escritos sumerios,
los más antiguos que se hayan registrado. Pertenecen a la
etapa conocida como del Reino Antiguo, entre 2464 y 2355
a.C. Se trata de ensalmos o conjuros, o bien 'declaraciones'
inscriptas en los sarcófagos y en las paredes internas de las
pirámides de Saqqara. Se cuenta que en la ciudad de Memfis,
su ciudad en el Nilo, existían ochenta pirámides, que se ex-
tendían a lo largo de más de 150 kilómetros en el horizonte.
Y que los Faraones, verdaderos dictadores mezcla de reyes y
de dioses, indicaban con ellas a su pueblo, el sentido de la
permanencia y de la eternidad. En el caso de Egipto se trata
de la escritura jeroglífica, mientras que los sumerios utiliza-
ban la escritura cuneiforme. Los textos que siguen son de
tipo funerario: acompañaban la resurrección de los reyes
una vez muertos en su camino de ascenso al cielo. Pertene-
cen a una tradición de la literatura mística, que luego vere-
mos entre los griegos, los sufíes persas, los hebreos, los ára-
bes, y que más adelante aparecerán en la literatura europea,
dentro y fuera del cristianismo.
En el tercero de estos escritos, el rey, al ingresar al cielo,
se convierte en un dios que conquista a otros dioses, devo-
rándolos. Esta verdadera orgía mística asienta su omnipo-
tencia divina.
EL REY MUERTO VUELA HACIA EL CIELO
El rey viajero se eleva alejándose de la gente común,
abandonando la tierra en busca del firmamento.
Oh Dios de la ciudad, él está frente a ti.
Él empuja contra el cielo como una garza,
él besa el aire como un halcón,
y salta hacia el interior del cielo como un saltamontes.
EL REY MUERTO VUELA HACIA EL CIELO
Como un ánade real el rey muerto vuela alejándose de
[nosotros.
Él arranca sus alas del halconero
y gira hacia el cielo como un barrilete suelto.
El rey está liberado de aquellos que lo enfermaron,
elevándose por encima de sus enemigos.
EL REY MUERTO SE COME A LOS DIOSES
El cielo es un cuenco oscuro, las estrellas mueren y caen.
Los arcos celestiales vibran,
los huesos de los dioses terrestres tiemblan y los planetas
[se detienen
cuando avistan al rey en toda su potencia,
el dios que se alimenta de su padre y se come a su madre.
El rey es una torre de sabiduría tal
que ni siquiera su madre puede discernir su nombre.
Su gloria está en el cielo, su fuerza yace en el horizonte,
como la de su padre del dios solar Atum que lo ha concebido.
Atum concibió al rey,
pero el rey muerto tiene aún más dominio.
Su espíritu vital lo rodea,
sus cualidades yacen a sus pies,
él está envuelto en dioses y las cobras se enroscan en su
[frente*.
Sus serpientes guía decoran su ceño
y miran dentro de las almas,
preparadas para disparar fuego contra sus enemigos.
La cabeza del rey está sobre su torso.
Él es el toro del cielo
que ataca y conquista todo.
Él vive de la sustancia de los dioses,
se alimenta de sus miembros y entrañas,
aún cuando ellos han hinchado sus cuerpos con magia
en Nesisi, la isla de fuego.
El rey está preparado
y sus espíritus están ensamblados
y él aparece como el poderoso, Senor de los Ministros Sa-
[grados.
Él está sentado de espaldas con el dios terreno Geb
y dicta juicio
con el Uno cuyo nombre está oculto
en este día en el que Los Más Antiguos son masacrados.
Él cena con comidas sacrificiales,
uniendo a las víctimas
en preparación para la fiesta.
El rey muerto come hombres y vive de los dioses
y para enviar mensajes tiene mensajeros:
Kehau el Pinzador de Cuernos los enlaza como a bueyes,
y la Serpiente de Cabeza Erguida
supervisa y conduce a las víctimas,
y el Amo del Sangriento Sacrificio los amarra.
El dios lunar Khons, Corredor con Cuchillos,
los estrangula para el rey
y les arranca las entrañas.
Él es el mensajero que el rey envía para mantenerlos ama-
[rrados.
Shezmu, el dios de la prensa del vino, los corta en tiras
y cocina la cena para el rey
en su chimenea nocturna.
Él es el que goza de su magia
y se traga su espíritu.
Los grandes son para el desayuno,
los medianos son para la cena
y los pequeñitos son para los bocadillos de medianoche.
Los ancianos y las mujeres son quemados para el incienso.
Las estrellas poderosas del cielo del norte
arden fuegos bajo los calderos
con los muslos de sus mayores.
Los habitantes del cielo cuidan de ellos y barren la
[chimenea
con las piernas de sus mujeres.
Él ha viajado a través de los dos firmamentos
y ha caminado ambas orillas del Nilo.
Él es omnipotente
y su poder sobre los poderosos es absoluto.
Él es un icono sagrado, el más sagrado de todos los iconos
[de omnipotencia
y come como carne cruda
a quienquiera encuentra a su paso.
Él se para el primero sobre el horizonte entre la nobleza.
[un dios más antiguo que los más antiguos.
Miles están a sus pies,
cientos se sacrifican por él.
Orión, padre de los dioses, le ha asignado su hazaña de
[poder.
El rey muerto aparece de nuevo en los cielos,
el coronado Señor del Horizonte.
Él partió los espinazos, drenó las médulas,
y arrancó los corazones de los dioses.
Él se comió la roja corona usada por el Rey del Bajo Egipto.
Él se tragó la corona verde de la diosa Wadjet, guardiana
[del Bajo Egipto.
Él se alimenta con los pulmones de los Sabios,
Él se sacia con sus corazones y su magia.
Él no lamerá las fétidas sustancias de la corona roja.
Él florece y disfruta con la magia en su panza.
Sus dignidades son inmaculadas.
Él se ha tragado la inteligencia de todos los dioses.
El rey muerto vive para siempre.
Su linde es infinito.
Él hace lo que quiere
dado que habita el horizonte interminable.
Observen cómo sus espíritus llenan su estómago.
Sus almas le pertenecen.
Él cocina los dioses sobrantes en una sopa de hueso.
Sus almas le pertenecen
y sus sombras también.
En su pirámide entre aquellos que viven sobre la tierra
[de Egipto,
el rey muerto asciende y aparece
para siempre y siempre.
* Se refiere a la diadema en forma de cobra del rey que te-
nía el poder de quemar a sus enemigos.
FUENTES
Tony Barnstone/ Willis Barnstone. Literatures of the Middle
East. From Antiquity to the Present. Prentice Hall, 2003.
También Miriam Lichteim, Ancient Egyptian Literature,
Vol. I: The Old Kingdom. Univ. of California Press, 1976.
En este libro se encuentra otro Texto de las Pirámides,
en este caso denominado "Texto de la Pirámide de Teti"
(Sexta Dinastía), que es muy poético:
TEXTO DE LA PIRÁMIDE DE TETI
¡Oh tú, que abarcas la inmensidad con tu paso,
Que siembras estrellas como esmeraldas, como mala-
quitas, como turquesas!
¡Tú que eres verde, verde como es Teti,
Verde como un junco viviente!
Lichteim apunta que la magnífica imagen de la diosa sem-
brando estrellas -cuya luz se suponía verde- conectada con
la imagen del junco verde -en este caso como símbolo de la
vida- producen el efecto de una "joya poética". Nosotros po-
demos también, sin mayor esfuerzo, relacionar la metáfora
de Lichteim con las joyas mencionadas en el texto.
La ilustración que acompaña estas traducciones proviene de
una excelente colección de textos egipcios en castellano:
Josep Soler. Poesía y teatro del Antiguo Egipto. Etnos,
1993.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
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