sábado, 30 de marzo de 2019

BARRIOS MENTALES

 digamos (¿para simplificar un poco?) que había un solo
libro. uno solo para tener, para comprar, para pedir pres-
tado, para leer. uno solo.
 digamos (¿para jugar un poco?) que ese libro se llamase
de una manera simple pero a la vez indescifrable si se in-
tentase traducirlo
 por ejemplo, que en inglés fuese algo como "there, there"
 ¿"ahí, ahí"?
 ¿"ahí ahí"?
 ¿"bueno, bueno"?
 ¿"algo así"?
 el presunto lector de un sólo libro 
queda entre embrujado y atascado en el título
 por más que lee y avanza las páginas, el título
 vuelve a retraerlo al principio, como si cada intento de lec-
tura fuese en realidad un intento de escapar del título que 
lo mantiene maniatado
 atrapado como un chicle pegado al cerebro (en lugar del
zapato... y ahí viene, claro: "pero qué... ¿tenés un zapato
en la cabeza?"
 escucha decir a una de esas voces interiores que fueran de
otros y que sólo precisan de un leve empujón para soltar su
grabada y única cancioncilla
 para después apagarse
 en algunos casos para siempre; si no vuelve a surgir un
empujoncito, un toque preciso con el bordecito del taco,
en ese barrio de la mente
 sí, la mente es como calles, con amplias secciones que
uno siente que por prevención o rechazo, no recorrerá
nunca
 su superficie está siempre en ciernes
 es una ciudad que en realidad no está     todavía
y tal vez nunca

 digamos que el lector de ese único libro
 se siente
 un poco más cerca del borde de la muerte
 no de la muerte como al final del camino,
 sino de la muerte como al costado del camino,
 a los dos costados del camino
 y arriba y abajo del camino, también
 (como si el mármol gastado dejase ver su interior de car-
                  mesí)

cuando el vehículo ara al haber perdido la huella 
en un camino de tierra
puede pasarse lo que queda de rosca
buscando esa huella
que tal vez no es que la haya 'perdido'
como creía,
sino que se terminó,
que no existe más

se había terminado esa huella y
entre como venía y la noche,
no había manera de darse cuenta
de que la huella en verdad
se había acabado
aca-ba-do

la noche árida
-noches, también, de terciopelo-
pero noche de yuyales ásperos
sólo habitados por indiferentes alimañas

el pulso, el pulsar
de esas páginas de vida
que corren como un guión invisible
que el viento hace pasar
las páginas, ¡cuidado! demasiado

deprisa
o bien hacia atrás
a raudales
o demasiado despacio
clavado en un párrafo
que no se llega a leer
por el idioma desconocido
o la letra borroneada
o el velo de las lágrimas

no, tampoco es la historia de tu vida
-que es un libreto inhallable

es el pasaje del mundo al mundo
el mundo pasa a través 
tuyo
(y de los otros, claro)
pasa... sin cambiar de estado
el mundo, indiferente como los yuyales
y como sus alimañas
y como el resto de la noche
y las estrellas
y los olores y sonidos
que vuelven tan inocentemente creíbles
sus decorados

no, no es que estás solo
sino que sólo estás
cuando te das cuenta de esa soledad
de ese botón desabrochado
o faltante
que desata el raudal de la pérdida
la hemorragia de realidad
¡a la que no le interesa ni podría interesarle
si es o no fatal!

el raudal
rauda
se diría
si lo inorgánico fuese también un lenguaje
un lenguaje para apagar al fin
los destellos que arden, las fogatas
lejanas del cuerpo, los recuerdos crudos
y los cocinados
la batería completa de artilugios
para seguir pensando y creyendo
pensando y creyendo
que se existe
que hay algo, hay alguien
en lugar de la película muda
que rueda en un cine inexistente
de un barrio ilocalizable

sí, me tomo esto, me fumo esto otro
conversamos,
apaciguo, revierto, despejo
suelto al fin el botón
el tornillo la clave
el armisticio 'secreto'
el eco de la infancia
la tela que simula eficazmente 
¡y cuánto!
ser un camino
una línea
dirigida
de trazos


NOTA (NECESARIA)
Este es el tipo de textos que no me gusta escribir.
Pero lo único que elijo es si ponerlo en la página o no.
Se dirá que es elección suficiente.
Sí, pero tengo que vérmelas con el desvelado que lo escri-
bió.
Este apuesta al sentido oculto y perdido. Algo así como
que "el texto sabe".
Y lo respeto.
Si yo no le diera existencia, ¿quién podría hacerlo?
Después de este texto, dictó otro.
A ese no estuve dispuesto a darle el mismo lugar.
Y estoy seguro de que más de uno coincidirá conmigo.
Elegir los textos se puede decir que es una tarea endiablada.
Fíjense sino qué quería que publique:


 EL DESEO


Deberá permanecer en el lugar del deseo
ya que no podrá lanzarse de él.
En el punto álgido y preciso
en el que el deseo encendido
debe permanecer para no arder en dolor puro.
Deberá ser el arco y la cuerda
extendidos al máximo,
y la flecha que vibra
sin vuelo,
soportando-tensión-imposible

"fui como hierbas -y no me arrancaron"
 fui como flecha -y no me arrojaron.

No, no podemos darle lugar a semejante sinsentido.
Nos disculpamos con Pessoa, y callamos.



No hay comentarios: