sábado, 7 de mayo de 2016
LOS POEMAS DE LA MELANCOLÍA DE ROBERT WALSER
Estas son versiones del único libro de poemas que publica-
se Robert Walser en vida. Son escritos tempranos traídos al
inglés por el excelente poeta y traductor Michael Hamburger,
que no llegó a dar a luz estos escritos, ya que murió poco an-
tes de hacerlo. Sin embargo, dejó unas notas en una carta del
22 de mayo de 2007, en las que menciona la anticipación que
podía hacerse de los problemas psicológicos de Walser que, recordemos, pasó internado psiquiátricamente los últimos 30
años de su vida. Recuerda también Hamburger que parece ha
ber cierta continuidad o contigüidad entre estos poemas y el
famoso Scardanelli de Hölderlin, quien también terminase en
el asilo las últimas décadas de su existencia (de 1802 a 1843).
En ese poema, datado en 1807, Hölderlin declama: "Yo, señor
mío, ya no tengo el mismo nombre". Preguntado Walser si se-
guía escribiendo durante su larga internación, éste respondió:
"No estoy aquí para escribir sino para estar loco".
A UN COSTADO
Tomo mi paseo diario;
esto me conduce ni lejos ni ancho
y a casa; entonces sin habla
ni sonido se me pone a un costado.
NIEVE
Está nevando, nevando, cubre la tierra entera
con una pesada pila, tan ancha, tan ancha.
Tan dolorosamente se tambalea desde el cielo,
este remolino por todos lados, la nieve, la nieve.
Esto te da a vos, oh, una amplificación, un descanso,
este mundo de blancura oprimida me debilita.
Tan pequeño al principio, luego grande, mi anhelo
se convierte en lágrimas calientes que me invaden, ardiendo.
ABATIMIENTO
Por tanto tanto tiempo he esperado tonos
dulces y saludos, un sonido alegre.
Ahora me abato: ni un tarareo, ni un tañido,
sólo nieblas derivando, y éstas abundan.
Lo que en secreto cantaba desde un oscuro escondite,
tú, tristeza, ahora endulza mi arrastrante paso.
COMO DE COSTUMBRE
La lámpara todavía está ahí,
la mesa también está ahí,
y yo estoy en la habitación;
y mi añoranza, me temo,
todavía suspira, como de costumbre.
Cobardía, ¿todavía estás ahí?
¿Y, mentira, tú también?
Un oscuro 'sí' yo oigo:
la tristeza todavía está ahí,
en la habitación yo persevero
como de costumbre.
DECEPCIÓN
Ahora las manos cansadas otra vez,
ahora las piernas cansadas otra vez,
una oscuridad que no se eleva.
Me río, para que las firmes paredes se corran.
Pero ahora estoy estoy mintiendo, confieso;
estoy llorando, sin embargo.
DEMASIADO FILOSÓFICO
Qué fantasmal en su hundimiento
y en su creciente es mi vida.
Para mí mismo me veo saludando con la mano
y desaparezco del saludante.
Como risa me veo a mí mismo
y luego como la más profunda tristeza,
después como un salvaje tejedor de palabras;
sin embargo todo su hunde, se va abajo.
Y seguramente en todo momento
nunca he podido tener razón.
Vagabundear por lugares olvidados
siempre ha sido mi situación.
ATARDECER
Amarillo-negro en la nieve delante mío
un caminito brilla y vientos bajo árboles.
Atardece, y los colores
humedecen pesadamente el aire.
Los árboles bajo los que camino
tienen ramas como los chicos manos;
suplican interminablemente,
indeciblemente queribles, cuando el caminante se detiene
[y se queda parado.
Jardines y cercos distantes
arden en la oscura confusión,
y un brillante cielo, helado-de-miedo,
ve estirarse las manos de los chicos.
MÁS
Quise detenerme, quedarme quieto
pero fui empujado más y más,
más allá de los árboles que eran todos negros,
pero bajo esos árboles negros
quise detenerme, quedarme quieto,
sin embargo fui llevado más y más,
pasando prados que eran verdes,
pero junto a esos prados verdes
yo sólo quería parar, quedarme quieto,
y fui llevado más y más,
pasando casuchas de los pobres;
en una de esas pobres casuchas
quise detenerme de todas maneras
para contemplar su pobreza
y cómo su humo tan lentamente
se enrula en el cielo, anhelo
detenerme aquí mucho tiempo,
dije todo esto y me reí,
el humo surgió sonriendo humeantemente,
fui empujado más y más.
TEMOR
Quisiera
que las casas se soltasen
y fueran por mí.
Eso sería aterrador.
Quisiera
que mi corazón pudiese torcerse,
mi razón congelarse.
Eso sería aterrador.
Lo que es más espantoso de todo
quisiera apretar contra mí.
Anhelo el máximo posible
de agonía.
Y SE FUE
Sin una palabra saludó con su sombrero
y se fue, dicen acerca del hombre que viaja.
Arrancó las hojas de todos los árboles
y se fue, dicen acerca del grosero otoño.
Sonriendo compartió sus favores, la gracia
y se fue, dicen de su majestad.
Durante la noche golpeó la puerta
y se fue, dicen del sincero dolor.
Llorando él apuntó a su corazón
y se fue, dicen acerca del pobre hombre.
LUZ OPRESIVA
Dos árboles se yerguen desnudos en la nieve,
los cielos, agotados por la luz,
se mueven camino a casa y aquí debajo
sólo la tristeza se cruza en mi vista.
Y detrás de los árboles se avecinan
casas tan altas, tan oscuras.
Ahora se dice algo en la pesadumbre,
ahora los perros comienzan a ladrar.
Ahora los queridos, redondas
lámparas-luna se encienden en la casa.
Y ahora está saliendo,
boquea como una herida.
Qué pequeñas son nuestras vidas acá
y qué vasta la nada.
Los cielos, agotados por la luz,
le dieron a la nieve todo lo que poseen.
Los dos altos árboles inclinan
sus cabezas, como para conversar.
Las nubes derivan a través de la quietud,
bailan a través del universo.
EN LA LUZ DE LA LUNA
Pensé cuando la noche era profunda
que las estrellas debían estar cantando,
ya que, despierto de mi sueño,
oí un suave tañido.
Pero era una pequeña arpa
que atravesó las paredes de mi cuarto,
y a través del frío, y la filosa
noche sonó como la fatalidad.
Pensé en luchas vanas, vanos enredos,
la oración, la maldición fue soplada lejos,
y por un buen rato escuché los cantos,
yací largamente despierto.
FUENTE
Modern Poetry in Translation. Third Series, Number Eight.
Getting it Across. Londres, 2007.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
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