Estos cantos fueron recogidos entre fines del siglo XVIII
y comienzos del XIX, pero se originaron mucho antes. Per-
tenecen al tiempo tanto como a quienes los crearon. Se los
puede llamar folklóricos, pero sólo para encontrarles una
categoría de pertenencia. Tal vez toda la verdadera litera-
tura le pertenezca al tiempo. A esa noción tan misteriosa
que significa "lo que dura algo que es susceptible de
cambio". La historia en general, y la historia de cada uno
en particular, es ese recorrido en espiral en el que el presen-
te resignifica el pasado. Espiral que nos envuelve, transpor-
ta y consume en su fuego.
Uno de los núcleos de este sitio de publicaciones es resca-
tar en nuestra lengua textos que provienen de otras. Y, a la
vez, preservar textos que se van perdiendo en el río invisi-
ble del tiempo.
1.
Allá humo, tiznado humo,
Allá está tu puerta,
Y huevo frito
Y pan con manteca,
Y los huesos de tu abuelo
Con los cuales pincharte a vos mismo.
2.
Una chica le tiró una manzana a una nube,
Y la nube se quedó con la manzana.
La chica le rezó a todas las nubes:
Hermanas nubes, devuélvanme mi manzana dorada.
Los invitados han llegado:
Los hermanos de mi madre y mis tíos.
Sus caballos son salvajes como hadas de montaña.
Cuando pisan el polvo
El polvo no se alza.
Cuando pisan sobre agua,
Sus cascos no se mojan.
3.
El cielo está esparcido de estrellas
Y la amplia llanura de ovejas.
Las ovejas no tienen pastor
Excepto por el loco Radoye
Y éste se ha dormido.
Su hermana Janja lo despierta:
Levántate, loco Radoye,
Tus ovejas se han ido por ahí.
Déjalas, hermana, déjalas,
Las brujas se hicieron una fiesta conmigo,
Madre me sacó el corazón a cuchillo,
Nuestra tía le sostenía la antorcha.
4.
El viento sopla, uno puede oler el romero silvestre,
Parece que mi amor está viniendo.
Si supiera de qué dirección
Sembraría albahaca dulce en su camino,
Y rosas rojas donde no hay camino.
Deja que mi amor venga por su perfume,
Por su perfume y no por la luz del día.
5.
Ara, Maro, las llanuras,
Y siembra tus penas.
Si la botones-de-oro crece para vos
Marchita querido para mí.
Si la dulce albahaca crece para vos
Ven a mí descalzo está noche.
Si las violetas crecen para vos,
Nos besaremos hasta mañana.
6.
A la más pequeña hoja de albahaca se la oyó llorar:
Silencioso rocío, ¿no caerías sobre mí?
Caí sobre ti dos días seguidos,
Pero hoy me distraje mirando
Al hada de la montaña discutiendo con un águila.
El hada dijo, la montaña es mía.
El águila dijo, no, es mía.
El hada rompió las alas del águila.
Los aguiluchos en el nido lloraron amargamente,
Amargamente lloraron en su dolor.
No lloren, aguiluchos en el nido, dije yo,
Los llevaré a la tierra de India
Cuyo amaranto crece hasta las rodillas de los caballos,
El trébol dulce hasta sus hombros
Y el sol nunca se pone.
Así los aguiluchos se consolaron.
7.
Dos hermanas que no tenían hermano
Hicieron uno de seda para compartir,
De blanca seda y de roja.
Para su cintura usaron madera de espino,
Ojos negros, dos piedras preciosas.
Para las cejas sanguijuelas marinas.
Pequeños dientes un collar de perlas.
Lo alimentaron con azúcar y miel dulce
Y le dijeron: ahora come y luego habla.
FUENTE
Charles Simic. The Horse Has Six Legs. An Anthology
of Serbian Poetry. Graywolf Press, 1992.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
No hay comentarios:
Publicar un comentario