Viven, sin saberlo ni importarles, en medio de lo aleatorio.
Son 'momentistas', una tontería muy seria.
En invierno no pueden creer que vendrá el verano.
El momento en el que viven es todo su universo.
¿Lo saben? Parecería que por lo menos lo intuyen.
Un poquito. Apenas una rendija por donde eso se filtra.
El tiempo.
El momentismo, de todas maneras está completo.
Cuando son chicos no pueden creer que serán adultos.
("No pueden" no es en sentido figurado.)
Ni hablar de la vejez o de la muerte.
Después de todo, resulta una variante del budismo,
aunque ellos no lo sepan, ya que ni Buda ni las diversas
formas del budismo, pertenecen a su momento.
¿Están encerrados? Se sienten perfectamente libres de
estarlo, en todo caso. Nada de ayeres, ni de mañanas.
El momento es un canasto a veces casi esférico, otras,
las más, ovalado.
Es muy elástico y muy resistente. Pueden rodar con él
por las calles, las pendientes, y hasta por los ríos y los
riscos.
El momento es su límite.
No está en sus planes -porque ciertamente carecen por
completo de ellos-, desbordarlo.
NOTA
El Principio
el Principal
¡el Príncipe!
de los instantes
de toda una vida.
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