miércoles, 18 de diciembre de 2019

TRES TEXTOS SUELTOS

 1.

 En las salopas -perdón, a veces me olvido de que muchos 
lectores no hablan en licmian- en las cañerías de esas casas
circulaban ruidos extraños. Cómo música de torturados. 
 Si se abría una mompa - otra vez perdón, es evidente que
quise decir "grifo"- la música se ponía en movimiento: se 
sentía el volar súbito de cien mil murciélagos -¡cuánto ter-
ciopelo!, murciélagos flix, con los labios apenas untados 
de vainilla- y unos címbalos amenazantes -¿para qué?- de
fondo, como si una tormenta pugnase por brotar de todas
las mompas de la ciudad.
 De noche sólo un reflujo. Sin apagarse del todo, se suavi-
zaba y los sonidos se alejaban hacia las cuevas, los cuartos.
 ¡Sarosta! Habían construido esas ciudades sobre cemen-
terios de guerra. Nuestra casa... venía allá lejos, una cha-
lupa solitaria en un sigmag -océano- de rocas rodadoras.


 2.

 Lo irreparable
 Lo irreparable siempre va a tener que tener que ver con
el paso del tiempo 
 Sino, no hay irreparabilidad posible.

 Lo irreparable es lo que una de las paredes de nuestras
construcciones ambulantes -se hizo lo mejor que se pudo-
 Una de las paredes, quiero decir, se dedica a mantener
a lo irreparable del lado de afuera
 Lo ajeno (enajenante)
 La locura
        (que viene a ser el sinsentido cargado al máximo de
          sentido)
 Lo inexorable
 Lo incontrolable

 No alcanzan las paredes, por supuesto

 Y queda (Now you're talking!) el "habitante" de la construc-
ción ambulatoria. ¿Es confiable?
 Es su propio inquilino...         El inquilino

 Éste trata de distraerse de la pesadilla que significaría tener
que estar atendiendo todo el tiempo a las filtraciones, los de-
fectos de construcción, las nuevas y cambiantes amenazas,
las puertas, los techos, las ventanas y todo aquello que man-
tiene andando a la construcción ambulatoria en medio de tan-
tas acechanzas.
 ¡Ahínco! (Eso es lo que hay que tener en este mundo)



 3.

 "En directa", solía decirse de la marcha elegida con ciertos
vehículos mecánicos.
 "Voy en directa"
 Suena, ahora, a certidumbre.
 ¿Había certidumbre en esa época, o es tan sólo otra creencia
improbable?
 Habría que volver a escuchar esos motores.
 A oler su combustible
 Siempre resulta: "¿Es así, o acaso ignoramos lo esencial?"

 John Ashbery se cruza en la ruta. Entre las múltiples incom-
presibles cosas que habla, se escurre justo esta: "Vuelve, án-
gel, por favor. Permite que olamos tu olor celestial de nuevo."

 ¿Es nafta de aviación, o diésel, o mezcla de nafta y diésel co-
mo el extinto DKW?

 Siglas (DKW) que nos remiten al cerco invisible. sentirse
un checo en 1950, o un húngaro o hasta un rumano, en los
setenta. 
 Todo reside en qué amplitud requiere el rodeo que hay que 
dar para no ser aplastado por el sistema.

 Algunos están atribulados
 Siempre hay una gama de reacciones posibles.
 Otros usan como combustible una rabia de segunda, inútil
para procesos activos; afuera de ellos -que son por lejos los
más numerosos- hay siempre un puñado que está de fiesta,
avivando sin importarles las llamas de los consumidos con
sus ingeniocínicas inequidades.
 Casi nadie es realmente consciente de nada.
 Otro raro acierto de Ashbery, debo reconocerlo, aparece en
este instante: 

  Como una atribulada madre mece la cuna
  sin importarle el niño que llora

 ¡Claro que él dice otra cosa! Siempre estamos diciendo otra
cosa.


1 comentario:

Carmen Troncoso Baeza dijo...

Las casas tienen tanta vida, que a veces hay que hacerse un espacio para no tropezar con ella