martes, 9 de julio de 2019

JURI VELLA, UN POETA INDÍGENA SIBERIANO

    


  EL CIELO DE DIFERENTES COLORES

  Una vez un pobre cazador abrió su humeante chum. Res-
piró profundo. El cielo voló al interior del chum. Se convir-
tió en bienestar y felicidad. Todavía vive ahí con el hombre.
(de los cuentos de la Abuela Nengi)


 Vivo bajo el cielo de colores,
 y los colores son tan familiares:
 el cielo melancólico,
 el tierno
 que puede ser muy fresco, pero un poco triste.
 El cielo alegre que
 a veces puede ser tan frío.
 Puede ser elegante, pero también juguetón.
 El cielo brillante,
 el cielo rojo,
 el cielo bondadoso,
 bello como una novia.
 Indefenso como un chico y fuerte.
 El cielo de amarillo,
 el cielo de verde,
 el cielo de azul, y de violeta.
 El cielo también puede ser veloz
 o puede quedarse quieto.
 Tanto puede ser ruidoso
 como muy muy callado.
 Y alto,
 y bajo,
 y denso,
 y seco,
 y disperso,
 y mojado.
 Plateado.
 Dorado.
 Azulino.
 Puede ser un oficial que se pavonea,
 o tipo-Nenet simple y tan próximo.
 Mi cielo reside en la parte anaranjada del vaso
 que mi hija lleva en sus manos.
 El cielo está en el amigable chum abierto
 que mi Abuelita abrió para vos.
 El cielo es un panorama puesto en tu ventana,
 tan espacioso,
 ligero,
 sin barrotes,
 con un marco cerúleo,
 con persianas chirriantes
 y margaritas en el alféizar.
 Con el rostro de tu madre,
 sonriendo como en un retrato.
 El cielo puede acostarse sobre la tierra.
 O sobre el océano,
 o en la tundra.
 Para descansar después de la cacería más dura,
 o después de pescar,
 o después de la boda.
 El cielo puede estar por encima del mundo
 por encima de las estrellas
 por encima de los soles
 por encima de las galaxias también.
 El cielo puede volverse tan ingrávido
 y tan silencioso como el ala de una mariposa
 el cielo puede...
 ¡Pero No!
 ¡No!
 No conozco ningún otro cielo.
 ¡No!
 No puede convertirse en otro cielo.
 ¡No!
 No puede convertirse en ninguna otra cosa que el cielo.
 Mi cielo es de diferentes colores
 Vos también vivís bajo el mismo cielo.



EL CUARTO DOLOR

 ¡Oh, taiga!
 No hay taiga, fue desmontada.
 ¡Oh, mi tierra natal!
 Ya no queda tierra,
 ha sido transformada en caminos metalizados,
 ha sido transformada en atareados, duros, pozos abiertos
 ha sido transformada en suburbios de piedra.
 ¿A quién puedo dirigirle esto?
 ¿Yo que sobrevivo a mi desgracia?
 Los ríos y lagos y mares
 están llenos de petróleo.
 Y las astas del último reno de mi abuelo
 y sus calaveras
 han sido convertidas en souvenirs.
 ¿Pronto, tal vez, los amantes de lo exótico
 me atraparán?
 ¡Oh, tundra!
 Hoy viajaré a tu espacio polar.
 ¡Oh-oh.oh!
 ¡Eso es todo lo que queda de la tundra!
 Dejame sorber el último trago de tu aire fresco
 como un souvenir.
 Y como un souvenir
 dejame obtener el éltimo trago de sentido puro.
 ¡Tundra!
 Dejame ver una sola vez
 cómo el sol tocará suavemente 
 tus estrábicos ojos.
 Pero antes del verdadero atardecer
 la tundra se encuentra conmigo
 con una aurora radioactiva
 y una venenosa lluvia ácida...
 ¡Oh, horror!



 DEL LIBRO 'SOLEDAD'

 Atravesando techos blancos,
 las chimeneas de las estufas de los chums,
 el fino humo alto
 de mi campamento provisorio
 están girando apuradas en busca de
 los lugares,
donde los ríos aún no están congelados,
 los lugares,
 donde los lagos aún no están congelados.
 ¿Por qué están tan demorados?
 El invierno ya los ha rebasado no sólo por detrás
 sino delante,
 hacia arriba con envolventes barridas
 un camino pavimentado con otras bandadas.
 Sus alas
 ya están golpeando remolinos nevosos 
 laboriosamente
 dolorosamente
 golpean en mi cara,
 y tocan mi corazón.
 ¿Acerca de qué están gritando los jóvenes?
 ¿De qué se trata?
 ¿De qué están parloteando valiente pero preocupadamente
 los gansos más experimentados?
 Después de todo, no es la primera vez
 que escucho su canción de despedida,
 y no puedo entender por qué
 me inunda de dolor.
 ¿Por qué?
 ¿Tal vez hoy
 soy como la bandada demorada?
 Es posible despegar ahora,
 pero mañana será demasiado tarde...



 JURI VELLA es un poeta indígena de la Siberia Occiden-
tal, del pequeño grupo de los Nenets del Bosque (unas 2000
personas). Poco antes del fin de la era soviética, decidió de-
jar su trabajo de cazador en una granja estatal, y se mudó 
con su familia al bosque, convirtiéndose en pastor de renos,
 y regresando a la forma de vida de sus ancestros. Durante
el régimen soviético, todas las poblaciones indígenas nóma-
des y semi-nómades fueron obligadas a sedentarizarse y a 
trabajar en granjas colectivas. En tiempos de gran escasez,
Juri se hizo cargo de una enorme familia compuesta por su
esposa, cuatro hijas, sus maridos y sus niños. Habita una re-
gión que provee el 80% del petróleo de Rusia. A causa de
ello, los pueblos indígenas, los Khanty y los Nenets, de la
zona, son en cierta forma perseguidos por las petroleras 
que aspiran a la completa explotación de los recursos natu-
rales. Éste es el mundo que reflejan sus poemas.
 (Extraído de Eva Toulouze, Tartu, Estonia. Agosto de 2011.)

Juri Vella es un seudónimo. Su nombre verdadero es Yurii
Kalevich Aivaseda. Nació en 1948 y murió en septiembre
de 2013. Existe un documental, Yuri Vella's World, que filmó
Liivo Niglas en 2003. En él aparece la lucha de la gente indí-
gena por retener su mundo, frente a la agresión ambiental in-
mensa que significa la explotación petrolífera en la zona.
Sus poemas aparecen también en una antología publicada por
Alexander Vaschenko: Way of Kinship. Anthology of Native Siberian Literature. Univ. of Minnesota Press, 2010.


FUENTE

 Modern Poetry in Translation. Third series- Number Six-
teen. The Dialect of the Tribe. Londres, 2011.


Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)



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