martes, 29 de julio de 2014

MAGIA Y MÁSCARA

                           "Monasterio de San Francisco en las Colinas Sabi-
                                        nas", por Joseph Anton Koch (en 1808). Museo del
                                        Hermitage, San Petersburgo.

 (Llegando: "No, el nuestro no es el País de la Magia
                     Ha oído mal, seguro,
                     éste es el País de las Máscaras.")

 Cómo juegan las palabras
 Mágicas máscaras
 Juegan y juegan
 'Juegan solas'
 No se quedan quietas
 Tremolan
 Algunos dicen que no hay partida alguna sin ellas
 Sugieren desdoblan sintetizan trasfunden
 Algunos dicen (siempre con palabras) que como tienen
raíces, se hunden en lo real
 Y como tienen ramificaciones se elevan y divergen inte-
tando alcanzar todos los cielos
 Tienen la facilidad de buscarse o rechazarse entre sí
de combinar de mentar (nombrar/mentir) o mutar (cambiar/
enmudecer)
 De transfigurarse en contacto con sus semejantes
 ¿Seremos nosotros también verbos o pronombres o adjeti-
vos o preposiciones?

 Una letra (¡qué nombre tiene, obtiene y sostiene una peque-
ña y obstinada letra!) sincroniza
 lo que quiere significar y a la vez
 todo lo que no podemos decir
 Una letra encierra en su reja todos los significados
 y los muestra
 sin dejarlos partir
 Una letra puede representar el infinito
 Y el dorso de esa misma letra puede representar
 lo irrepresentable
 Pero eso no lo veremos nunca
 Entretanto (¡tanto!) alguien con un cuerpo
(a veces una foto hace las veces de ese cuerpo)
 hace de ojal por la que el hilo de esa letra
 entra y sale del mundo



 Ahora digamos que entramos en los patios (y los pathos)
 de los latinos
 Por un rato
 (Habiendo leído a Quignard)
 Que nos cruzamos con Catulo*, a su regreso de Bithynia,
esta mañana fresca y soleada de invierno, 56 años antes
de Cristo, en su jardín de la península de Sirmio. Sí, en
el jardín cubierto de olivos, en la parte que hace orilla con
el lago de Garda.
 Alfred Tennyson visitará este sitio en 1880, llegando a
remo desde la orilla de Desanzano.
 Y el gran Ezra (Pound) escribirá en 1912: "el deleite de
acostarse sobre lo que queda del recibidor de Catulo y es-
pecular el azur que subyace y las colinas que van hasta
Salo y Riva con sus olvidados dioses moviéndose desqui-
ciados entre ellas..."
 Y luego vendrá Gilbert Highet, alrededor de 1950, y di-
rá que en este jardín "dondequiera que se posa la mirada
hay colinas de fuertes huesos, y acantilados trepando más
y más alto a los Alpes". Y verá también "las interminables
olas que baten Sirmio, los olivos, torcidos en formas que
semejan esos prisioneros atormentados, lanzando sus bra-
zos salvajemente al aire", y sentiría sobre su rostro "la la-
crimosa violencia del incansable y apasionado viento".


 Catulo y sus avatares amorosos. Más bien sexuales. No
muchas veces aparece Lesbia en sus poemas (para mi
sorpresa).

 Usar el latín, para que las palabras pesen un poco más y
se hundan en el agua que corre apurada.
El peso dado por un desconocimiento mayor de lo que de-
cimos. Que las hace decir por sí mismas. Como si de esta
manera los significantes corrieran otras suertes.
Decir de nuevo con palabras antiguas. Y, si es posible, ti-
nnitus cieo, hacer resonar.
 ¿No se produce así una verdadera 'depuración y contracción
del material lingüístico'?

 Marguerite Duras habla del 'arrebato'/ 'arrebatada'. Ella lo
describe como la imagen que nos impondrá esta figura de
herida, exiliada de las cosas, que no osamos tocar pero que
nos hace su presa. Y es sorprendente que no lo haya rela-
cionado con otra forma de arrebato que aparece en una de
sus pesadillas más frecuentes: "El mar me fascina y me ate-
rroriza. Desde la infancia me espanta la idea de ser llevada
por las aguas."

 Ningún jardín 'puro', el amor. dümösus: lleno de maleza.
 omnis corpus partis vidissem, hoc nunc videbam
 el cuerpo que había visto, lo veía ahora en todas sus partes

 nunc impsum: ahora mismo


 ¿Cómo no ser uno la medida del tiempo?
 Sólo transcurre dentro nuestro. Podríamos llamar "tiempo"
tan sólo aquello que pasa por la memoria
 Ese tiempo desconoce las leyes del otro

 El otro tiempo, ése del cual hablamos todos, ése es al que
se refiere Catulo:
 "Desdichado Catulo, ¡que dejes de hacer tonterías y lo que
ves que se ha destruido lo consideres perdido!"

 Entonces hablamos, decimos etiam tunc 'por aquel tiempo'

 Para no ser sólo corpori dëservio, esclavos del cuerpo

 Y el amor para
 (animi stupeo)
 tener el alma en suspenso
 (etiamnunc)
 aún ahora
 (adhuc)
 todavía

 dulce est desipere in loco

 in loco: en el momento adecuado

 desipere
 desiderio ('deseo intenso, congoja, dolor de corazón')
 tanto   quantum
                                               desiderio
 intrincada madeja o panal     asidero
                                               doloramores

 El amor revolviéndose en su dolor y deseo intenso
 Duras: "El amor como deseo de poseer al otro al punto de
querer devorarlo". Indisociables: devoción y devoración
 El posible dorso funesto de la consagración

 Eso, o los amores ligeros
 (Catulo acerca del amor de Quintilia, alguna vez tratado
con ligereza, ahora muy lamentado)

 iunctae    mano en mano con

 Me gusta el sonido de estas palabras
 Parecen converger sobre el sentido
 vinnula dulce/suave/blanda
 tenellula tiernecilla/muy delicada

 Pound usa estas palabras para titular un poema suyo:
 "Blandula, Tenulla, Vagula". Alude así a un verso de Ae-
lius Espartanius, que refiere cómo el emperador Adriano
despide a su alma: Animula vagula blandula. "Oh pequeña
alma alegre, tú, yéndote lejos..."
 El término poundiano que no guarda relación con el poema
latino, es Tenulla, un neologismo que se nota que le agradó
por su resonancia, porque volvió a usarlo en más de una o-
casión.

 Mientras continúa la vida como assidus labor
 un trabajo incesante

 multum manatia fletu   'mojado con copiosas lágrimas'

 Nos lleva a la idea del exilis: 'pobre, sin ánimo, insubstan-
cial'

 (Ayer leía que Sartre le escribía a su Castor -así la llamaba-
"no puedo estar separado de usted, porque usted es como la
consistencia de mi persona". Sí, le gustaba tratarla de usted.
Algo parecido a expresarse por momentos en latín.)

 La vida:  vita summa brevis
 Una suerte de contabilidad de la vida: 'la breve suma de la
vida nos impide (prohibe) abrir una larga cuenta con la es-
peranza'

 La muerte: inferias son las ofrendas funerarias, 'a los espí-
ritus de los idos': leche, vino, miel, un racimo de flores o
un mechón de pelo

 La enfermedad de la muerte
 Duras cuenta que Peter Handke hizo una película sobre es-
te libro suyo, pero con otra interpretación: "La verdadera
enfermedad de la muerte, para él, entre el hombre y la mu-
jer, no es otra cosa que la falta de sentimiento."

 Una vez consumidos los manjares
 accisis dapibus

 Y mientras tanto, ducere diem ex die diferir de día en día
 dulcedo vitae los encantos de la vida
 incassum en vano
 inaniter inútilmente
 quoad? ¿hasta cuándo?

 También podríamos recorrer, en esta tarde soleada de invier-
no el patio de la casa de campo de Horacio, la que queda en
las Colinas Sabinas -actualmente llamadas Monte Gennaro-
la villa de 12 habitaciones, con sus atrios, tablinium, tricli-
nium, cryptoportoricus, adquirida poco después de publicar
las Sátiras. Fue Horacio el que inventó el nombre de Leuco-
noe, que significa "mente sencilla, mente-clara".
 "No pretendas saber, pues no está permitido,
 el fin que a mi y a ti, Leucónoe,
 nos tienen asignados los dioses..."
 Y seguramente toda ella estaba representada por un rostro,
 una vanae imagini,
 la semejanza insustancial, la apariencia.
 "Y todo esto no es más que locura"
 Leukaiphrenes llama Píndaro a la locura, 'juicios o pensa-
mientos blancos'.

 Locura
 la gaudia mutua los mutuos placeres
 Lucarium las fiestas que se celebraban en el bosque sagra-
do
 El lucifluus: de esas sombras brota o fluye luz

 Otra especie de locura:
 Lucet olim amanece en otro tiempo

 Quinto Horacio Flaco: "mientras hablamos huye el tiempo"

 O
 vocum concursio tropel de palabras

 Arrebatante pensamiento: ea omnifera
 "ella produce las cosas"

 Duras, nuevamente: "cuando el amor no se dice, tiene la
fuerza del cuerpo, la fuerza ciega e intacta del goce: queda
la milagrosa aparición de los amantes nimbados de sombra."

 Sí, locura
 ululatum tollere
 lanzar alaridos
 vel omnia silere
 o bien callarlo todo

 Entonces y ahora
 de mañana y de tarde
 aetatum agere
 pasar la vida
 o
 (parecido)
 spe agere
 vivir esperando
 y
 (interea)
 entre tanto
 este trabajo esta tarea
 usque a cunabulis
 desde el nacimiento:
 graviter ferre opus est
 es necesario, se necesita
 sentir mucho

 que lo que no se puede decir
 se diga solo/sólo
 amnis exiit
 "el río se desbordó"


NOTAS

* Gaius Valerius Catullus, nacido en 84 y muerto alrededor
de 54 a.C. De acuerdo al novelista Apuleius, Lesbia se llama-
ba en realidad Clodia y puede identificársela, sin absoluta
certidumbre, sin embargo, como la hermosa mujer de ese
nombre a la que Cicerón, el enemigo de su hermano Clodius,
atacó violentamente por su vida liberal en su Defensa de Cae-
lius.
 En los tiempos de Catullus se seguía la tradición Alejandrina
de ser un narrador simpatizante de los amores de otros (fuen-
te en la que abrevará Pound, como en tantas otras de la anti-
güedad). Pero, además de ello, Catullus será recordado como
un poeta del amor, creando a su vez una forma nueva en la li-
teratura Latina, la liviana, ingeniosa y breve pieza de poesía
que se hacía un lugar entre la épica y la tragedia.
 Catullus se inscribe en el movimiento de los Modernos Ale-
jandrinos, a los que Cicerón llamó irónicamente los Neoteri-
ci. Estos parten del gran poeta griego Callimachus (310/05-
240 a.C.) del cual nos hemos ocupado brevemente comentan-
do el que a criterio de muchos estudiosos es el mejor epigra-
ma de la historia.
 Catullus ejerció una gran influencia en Virgilio, quien lo
honra en muchos ecos verbales; y éstos vuelven a oirse en
las elegías de Tibullus, Propercio, y Ovidio, así como en la
lírica de Horacio, y en los epigramas satíricos de Marcial.
de


domingo, 20 de julio de 2014

LOROS HINDÚES QUE HABLAN EN TRES IDIOMAS




Esta tarde, por encima mío (les gustan los árboles altos y
si es posible de hoja perenne), parlotean grupos de loros.
Siempre andan en pandillas, a veces numerosas, diciéndo-
se cosas entre ramas o en pleno vuelo. Saben volar y hablar-
se al mismo tiempo.
 Me gustan porque siento todo eso que hacen como el pro-
ducto de una gran vitalidad. Si están preocupados por algo
- y no hay duda de que siempre tienen abundantes temas pa-
ra comentar- no parece ser por la muerte o la subsistencia.
 Digo esto, porque veo que muchos pájaros están signados
por el hecho de ser predadores o presas. Viven la gran mayor
parte de sus vidas sin distracción, dedicados ya sea a cazar
o a evitar ser cazados. 
 Estos loros, en cambio, eróticos al máximo, están siempre
en movimiento, siempre en grupo, raramente callados. Lo-
gran disimular perfectamente si sus ocupaciones principa-
les son conseguir agua, comida y refugio para pernoctar.
 No están, hasta donde aparece, centrados en las necesida-
des biológicas, sino en los temas sociales.
 No es casualidad, entonces, que me hayan recordado a los
tres loros hindúes acerca de los cuales había leído alguna
vez.
 Se los encuentra situados en tres poemas de la Antigua In-
dia. Cada uno de ellos pertenece a un idioma (cultura) dife-
rente. Es hora de presentarlos.

 El primero de los poemas fue escrito en sánscrito, la lengua
más culta de la India Antigua. Proviene de un texto llamado
Subhâsitartnakosa. Las palabras en sánscrito suelen ser tren-
citos de larga cola. La que siempre recuerdo de la época de
mis estudios budistas, proviene de un texto de Nagarjuna, un
filósofo mayor, sólo segundo ante el mismo Buda, y el mayor 'nihilista' de esa filosofía. Me gustaba su sonido, pe-
ro también su significado: "lo que no pertenece ni a la con-
ciencia ni a la inconciencia": Nevasaññanasaññayatana.
Bellísima.


 Al alba,
cuando el loro
estaba doblado imitando
sus gritos apasionados                       
delante de sus mayores,
la joven de ojos de gacela,
avergonzada,
lo ahogó todo
haciendo sonar
sus pilas de pulseras,
y golpeando las manos
como para hacer
que los niños bailen jugando.


 El segundo poema fue escrito en Tamil, una lengua muy ac-
tual que se habla predominantemente en el sur de la India.
Fue escrito por Kapilar(*) y pertenece a un libro llamado Aiñ-
kurunûru. Proviene de una parte del libro llamada "Diez so-
bre loros".


¡Puedan los loros sobrevivir
a la inundación del fin del tiempo!

Han causado este matraqueo
hecho por los largos brazos
de la mujer
con el espeso pelo negro
y muchas joyas resplandecientes.


* Kapilar es un poeta muy antiguo, que pertenece a una
tradición literaria que floreció entre el 300 a.C. y el 300 d.C.
Cuando murió su amigo, el rey Vêl Pâri, cometió el suicidio
ritual tamil, llamado Vadtakkiruttal, consistente en ayunar
hasta la muerte mirando hacia el oeste.

 El tercer poema, pertenece a la lengua prácrita, un idioma
vernacular, derivado del ancestral sánscrito, hablado en cier-
tas regiones del noreste de la India. Proviene de un texto lla-
mado Gâthâsaptasati.


Mira,

   rubíes y esmeraldas mezclados
   caen del cielo
   como un collar desatado
   de la garganta de una diosa del cielo.

Una hilera de loros.


 Ahora bien, estos tres loros sólo tienen dos cosas en común:
a) son todos loros y b) representan algo erótico. Lo interesan-
te es comprobar cómo cada cultura representa lo erótico de
una manera particular.

 El poema en sánscrito es casi un cuadro. Un cuadro embelle-
cido, si se pudiese decirlo así, por las palabras. No se deja
demasiado librado a la imaginación del lector. Todo está pre-
sente. La joven avergonzada por su "crimen", la función del
loro, los quejidos de amor...
 En cambio, el elemento erótico es mucho más difuso en el
poema tamil. Una vez más, el loro es una causa. El tema
(turai) del poema es llamado "el guardián del mijo". El
hombre que habla en el poema está elogiando a los loros
porque sus incursiones en los campos de mijo hacen surgir
a las mujeres que corren a espantarlos con palos y badajos.
Entonces los campos se tornan paisajes de citas y estos ver-
sos memoran alegres encuentros con mujeres como la des-
crita, con abundante cabellera negra y refulgentes joyas. El
loro es aquí no sólo un elemento causal, sino también para-
digmático, ya que su presencia alude a ciertos paradigmas
eróticos de los cuales forma parte, conduciendo el poema a
una tercera dimensión en la que predomina la resonancia,
la del amor vivido en algún momento y la renovada nostal-
gia que induce.
 Por fin, el poema prácrito no parece en modo alguno eróti-
co. Esto se debe a que su estilo justamente alude por ausen-
cia. Lo erótico depende tanto de la resonancia (dhvani) co-
mo de la simple dicción poética. Digamos que un hombre
está componiendo estos versos para atraer a una mujer. En
ese caso el vuelo descendente de los loros lleva la mirada
de la mujer de los cielos al suelo. Al que hay debajo de los
árboles, lugar de citas y encuentros amorosos. El tema del
collar puede referirse tanto a la pérdida de la inocencia de
la joven, como a la rotura del adorno durante el acto sexual.
 Para Mathurânâth Sâstri, el verso "es metafórico porque el
verde de las esmeraldas que caen es el del color de los lo-
ros y el rojo de los rubíes es el del pico de los mismos, y
su descenso es una indicación para esas mujeres de que ha
llegado la hora de saborear el amor."

 En todo caso, tanto el poema en tamil como el poema en
prácrito mantienen ausentes los objetos explícitamente e-
róticos, incitando al oyente (o lector) a cierto tipo de parti-
cipación literaria, mientras que el poema sánscrito parece
más bien un sistema cerrado que tiende a despertar nues-
tra admiración.

 En cuanto a lo erótico en sí, podríamos decir que se trata
del fantasma (a veces humo, a veces flamas) que le da sos-
tén y propósito a la vida humana.
 Eros lo sostiene todo (andando).
 Cuando Eros se esfuma o esconde, la vida se encaja.
 La vida o sus sujetos, esos 'parlantes' que venimos a ser
nosotros.

NOTA: los de la foto son papagayos. Los loros, como dije
al principio, vuelan rápido y se posan en árboles frondosos
y por breves lapsos. Han escapado, hasta ahora, a mi cáma-
ra.
 Los poemas citados, así como cierta parte de los comenta-
rios provienen de un hermoso libro de Martha Ann Selby,
llamado "Grow Long, Blessed Night. Love Poems from
Classical India", que publicó la Oxford Univ. Press en 2000.

CODA: el último párrafo de "El loro de Flaubert", uno de
los libros más logrados del gran Julian Barnes.
 Me condujeron al tercer pasillo. Me abrí paso cautelosa-
mente entre los estantes y después alcé la vista. Allí, en fi-
la, se encontraban los loros del Amazonas. Sólo quedaban
tres de los cincuenta que llegó a haber. El posible tono chi-
llón de sus colores quedaba difuminado bajo la capa de
polvo pesticida que los cubría. Me miraron los tres de for-
ma interrogadora, como otros tantos viejos casposos y
deshonrosos. Me quedé mirándolos durante un minuto más
o menos, y luego me escabullí lejos de allí.
 Quizá fuese uno de ellos.

viernes, 11 de julio de 2014

EN EL STRAGG



sencillamente me senté en un banco
los dos músicos sentados a mi izquierda
empezaron a tocar
y la calle inició su movimiento

la gente parecía ocupada y atenta a sus asuntos
no sabiendo que al sentarme los había puesto en marcha
en un mundo hasta entonces inexistente

pero es un asunto conocido:
el arte del disimulo en público está muy extendido
hasta el punto de que toda esta gente
hace como que es cierta
y si pudiese entrar en sus pensamientos
como me han sugerido a veces
incluso ellos mismos
sabría hasta qué punto creen creer lo que están creyendo

pero no es el momento:
la iglesia que está a mis espaldas, con jardines y todo
ha comenzado a desplazarse
esta vez sin intervención alguna de mi parte
y su movimiento que hace sonar algo más que campanarios
ha hecho que los músicos
dejasen de tocar
y la gente que pasaba
por supuesto se ha inmovilizado
y si no fuese por el perrito que mueve la cola
contento
creo que daría para preocuparse
ver pasar a la iglesia
camino del mar
que no muy lejos
parece la bandera
de un país maravilloso

naves
que inician sus viajes
a lugares que no conoceremos

viajes

al final
pareciera que
lo que no sabremos nunca
es lo que realmente vale

o por lo menos
parece que
vale la pena creer eso

y que los hilos invisibles
que verdaderamente
mueven el mundo
hicieran sus nudos
de seda
en las telas ocultas
de los corazones

pero los músicos han recomenzado
y la gente pasa y las naves de la iglesia
navegan sólo en el tiempo

y soy yo quien está detenido
en creer en un pensamiento
mientras gira el tambor del mundo
y las nubes pasan
la música extiende su tela
y el perrito observa el escenario

y la gente simplemente camina y conversa





POEMÍNIMO

                                            A salvo...
                               en su tormenta de lágrimas.