miércoles, 12 de octubre de 2011
SEIS POEMAS DE TOMAS TRANSTRÖMER
Pocos días antes de conocerse la premiación de Tomas Trans-
trömer, almorcé con Arturo Carrera y no sé cómo hablamos de
este gran poeta sueco, a quien él tuvo el placer de conocer en Malmö. Tranströmer sufre desde hace décadas una parálisis
parcial residuo de un accidente cerebrovascular.
Desde entonces, me cuenta Arturo, escribe menos, y se dedi-
ca más a la música. Como sólo puede usar la mano izquierda,
toca el piano con esa mano, lo cual me recordó la historia
del 7° hijo de los Wittgenstein, Paul, que luego del suicidio de
los dos hermanos mayores -aparentemente verdaderos genios
musicales-, se convirtió en concertista de piano, sufriendo la
desgracia de perder el brazo derecho en la Primera Guerra
Mundial. Aún así continuó su carrera artística y en 1931 Ra-
vel compuso para él -era una familia muy rica, debemos re-
cordar- el Concierto para la mano izquierda. En un reciente
libro de Jean Echenoz que cuenta la vida de Ravel, hay al-
gunas secuencias dedicadas justamente a la relación entre
Ravel y Paul. Al parecer éste interpretaba el concierto a su
modo, sacando y agregando, hecho que disgustaba sobrema-
nera al puntilloso Ravel. Vale la pena rescatar este párrafo:
"Le ha dirigido una breve nota en la que le recalca que su in-
terpretación puede calificarse de imitación, y le insta con fir-
meza a interpretar en lo sucesivo su obra rigurosamente tal
como está escrita. Cuando Wittgenstein, ofendido, le escribe
en respuesta que los intérpretes no deben ser esclavos, Ravel
le contesta en cuatro palabras. Los intérpretes son esclavos."
Retomaremos esta línea de pensamiento luego, al hablar del
tema de la traducción.
Adelanto ahora estas seis versiones de poemas de Tranströmer,
agregándolas a los escasos libros publicados en castellano de
este autor.
I. DESPUÉS DE UNA MUERTE
Una vez hubo una colisión
que dejó detrás suyo una larga, resplandeciente cola de cometa.
Nos hace quedar adentro. Genera nieve en las películas de la
tele.
Se fija en frías gotas sobre los cables del teléfono.
Uno todavía puede ir despacio en los esquíes en el sol de
invierno
a través de la maleza en la que cuelgan unas pocas hojas.
Parecen páginas arrancadas de viejas guías telefónicas.
Nombres tragados por el frío.
Todavía es hermoso sentir latir el corazón
pero a menudo la sombra parece más real que el cuerpo.
El samurai se ve insignificante
a un lado de su armadura de escamas de dragón negras.
II. SYROS
En el puerto de Syros buques mercantes abandonados
permanecen ociosos
Mástil junto a mástil junto a mástil. Amarrados
durante muchos años:
CAPE RION, Monrovia.
KRITOS, Andros.
SCOTIA, Panamá.
Oscuras pinturas en el agua,
que fueron colgadas una junto a la otra.
Como objetos de juego de nuestra infancia, vueltas gigan-
tescas.
que nos recuerdan
aquello que nunca llegamos a ser.
XELATRUS, Piraeus.
CASSIOPEIA, Monrovia.
El mar ya no los recorre.
Pero cuando recién llegamos a Syros, era de noche,
vimos mástil junto a mástil junto a mástil
a la luz de la luna y pensamos:
¡qué flota poderosa, qué espléndidas conexiones!
III. BOCETO EN OCTUBRE
El remolcador cubierto de costras de óxido.
¿Qué hace acá tan tierra adentro?
Es una pesada lámpara extinguida por el frío.
Pero los árboles tienen colores salvajes: señales a la otra
orilla.
Como si la gente quisiera que vayan a buscarla.
En mi camino a casa veo brotar los hongos a lo ancho del
pasto.
Son los dedos, estirándose en busca de auxilio, de alguien en
la oscuridad de ahí abajo.
Le pertenecemos a la tierra.
IV. EN LAS AFUERAS
Hombres de overol del mismo color de la tierra
emergen de un foso.
Es un lugar transitorio, empatado, ni campo ni ciudad.
Las grúas de construcción en el horizonte quieren dar el gran
salto, pero los relojes están en contra de ello.
Cañerías de hormigón dispersas alrededor
lamen la luz con frías lenguas.
Talleres dedicados al automotor
ocupan antiguos graneros.
Las piedras arrojan sombras agudas como objetos
en la superficie de la luna.
Y estos lugares continúan creciendo
como la tierra comprada con la moneda de Judas
el campo de un alfarero
para enterrar extraños.
V. LA CONGREGACIÓN DISPERSA
I
Nos preparamos y mostramos nuestra casa.
El visitante pensó: ustedes viven bien.
La pocilga deben tenerla en su interior.
II
En el interior de la iglesia, columnas y bóvedas
blancas como el yeso, como la escayola
alrededor del brazo roto de la fe.
III
En el interior de la iglesia hay un plato para limosnas
que lentamente se alza del suelo
y flota a lo largo de los bancos.
IV
Pero las campanas de la iglesia han ido bajo tierra.
Cuelgan de los caños del alcantarillado.
Cuando damos un paso, ellas suenan.
V
Nicodemo el sonámbulo está en camino
a la Dirección. ¿Quién tiene la Dirección?
No sé. Pero hacia ahí es donde estamos yendo.
VI. RIELES
Noche, dos de la mañana: luz de la luna. El tren
se ha detenido
en el medio de la llanura. Distantes puntos luminosos
de un pueblo parpadean fríos en el horizonte.
Como cuando alguien se ha ido tan lejos en un sueño
que nunca recordará que estuvo ahí
cuando regrese a su cuarto.
Como cuando alguien se mete tan profundo en una
enfermedad
que todos sus días anteriores se tornan puntos centelleantes,
un enjambre, frío y débil en el horizonte.
El tren permanece perfectamente quieto.
Dos de la mañana: plenilunio, escasas estrellas.
ALGUNOS COMENTARIOS
Tomas Tranströmer es uno de los grandes poetas suecos. Hay
varios. La poesía sueca, a partir de 1930, se vuelve riquísima.
En ambos sentidos. Tres poetas premiados con el Nobel: La-
gerkvist en 1951, Harry Martinson (tempranamente huérfano
y luego navegante que dijera "no me quedó ningún recuerdo
bueno de la infancia") en 1974 y ahora T.T.; y varios grandes
poetas entre los que destaco a Gunnar Ekelof, para muchos el
mayor sueco del siglo XX, y a Artur Lundkvist, autor del ex-
traordinario "Journeys in Dream and Imagination", donde narra
sus experiencias dentro del coma y saliendo de él, luego de su-
frir un infarto masivo durante una conferencia en 1981. Su mu-
jer, también poeta, María Wine, le cantó y leyó poemas duran-
te su estado comatoso, ante el desdén médico. Y éste es el re-
lato poeticamente asombroso acerca de lo que experimentaba
Lundkvist durante esos meses.
También hay que nombrar a Erik Lindegren ("Amo el día en
nuestros cuatro ojos/lo invisible de estas flores/ el ombligo de
las palabras..."), Kjell Hjern, Östen Sjöstrand, Folke Isaksson,
Lars Lundkvist (no, no hay parentesco), Kertin Thorék y Lars
Gustafsson, que además de poeta es novelista y también can-
didato al más famoso de los premios literarios.
En lengua castellana es mucho lo que se le debe a Francisco
J. Uriz, que ha compilado una tremenda antología llamada
"Poesía Nórdica", de más de 1000 páginas, además de haber
realizado traducciones muy completas de la obra de Harry
Martinson (Antología Poética) y de Artur Lundkvist (Huellas
en la tierra).
La poesía de Tomas Tranströmer, me parece, es una poesía
plena de imágenes. No tanto imágenes de un sueño, sino las
que vería alguien que recién despierta. Su melodía es austera.
Su presencia, mínima. Como casi todos los poetas de su nacio-
nalidad, está impresionado por la naturaleza. Su lenguaje logra
ser, también, 'naturalmente' poético. Su mirada es lo particular
de su poesía. T.T. es un observador poético. En uno de sus
poemas, "Bálticas", escribe:
"A veces te despiertas en la noche
y rápido arrojas las palabras
sobre el papel más cercano, o en los márgenes de un diario,
(¡las palabras brillando de significado!)
pero a la mañana: las mismas palabras ya no dicen nada
garabatos, intentos malogrados.
O fragmentos de un gran estilo nocturno que pasó arrastrán-
dose."
A veces nos sorprende saliendo de ese personaje que sólo
observa y describe, y adquiere como en estos versos, tonali-
dades subjetivas: "Después de un día negro toco a Haydn/
y siento un humilde calor en las manos".
Hay, eso es muy notorio, una gran humildad en Tranströmer,
además de una mitigada tristeza: "Tengo unas riberas muy ba-
jas, si la muerte subiese dos centímetros me inundaría."
En varias ocasiones fue criticado por las nuevas generaciones
por no haberse politizado en los '60, y más tarde. Una polémica
acerca del lugar de los poetas que prefiero dejar en otro cuarto,
al menos por ahora.
ACERCA DE LA TRADUCCIÓN
Creo que la traducción, especialmente si no es una traducción
por encargo o un modo de ganarse la vida, es un acto de amor.
Amor o Admirador. Si no se siente eso por el autor o por la
obra, ¿para qué intentarlo? No creo, entonces, que el traductor
sea un traidor. Al traducir trato de permanecer lo más cerca
posible del texto original: el que debe morir en su idioma, para
renacer en el nuestro. Me atengo a las palabras y a sus sentidos
y sólo luego, a la musicalidad.
Desisto de antemano de leer traducciones rimadas. Para darle
nueva rima a un verso en otra lengua será necesario sacrificar
demasiado. Versiones rimadas= versiones desechadas.
A mi modo de ver hay una zona intermedia entre la conscien-
cia y lo inconsciente de un poeta cuando escribe, que juega un
papel fundamental en el resultado poético y esa 'zona', ese
'algo' es el GUSTO. Porque es el gusto del poeta el que va a ter-
minar eligiendo la versión final, el cómo va a ser presentado en
sociedad un poema dado. Es el gusto el que va a terminar ta-
chando una expresión o sustituyéndola por otra. (¿Se acuerdan
de que Alejandra Pizarnik colgaba con chinches papelitos con palabras, y luego iba revisándolos y combinándolos? Eso es
el gusto de Alejandra en acción).
El gusto, que está a mitad de camino entre todo lo aprendido
y de lo que sabe sin que sepamos cómo sabe en nosotros mis-
mos. La extimidad. ¿Porqué me gusta lo que me gusta y no me
gusta lo que no me gusta? Sabemos que hay un saber que ayu-
da a la creación de algo y otro saber que impide o estropea.
Es probable que sea por eso que tantos artistas hayan eludido
o denostado al psicoanálisis. La fuente amenazada por un co-
nocimiento indecuado. Esa fuente que proviene de mi descono-
cido. Rilke lo llamaba "lo Abierto" (das Offene). "¿Qué es lo
Abierto?", se pregunta Gérard Pommier: "Se trata de un instan-
te, en el cual, sin que ningún límite haga obstáculo, los seres y
las cosas entran en el espacio de una percepción pura". Abierto,
en este sentido, significa lo sin límite. Por eso agrega Pommier,
"(el poeta) se sostiene en el lugar mismo de una falla, la del
código que está en la base del lenguaje. Porque ocupa el lugar
de la causa del deseo, del lugar vacío que da su relieve al otro
del lenguaje, el poeta conoce una forma de aniquilamiento".
Después de leer los poemas de Tranströmer, estas palabras
vuelven a adquirir vitalidad. Ésa es la mirada del poeta sueco,
una mirada en la que él se ofrece a los objetos del mundo, per-
diéndose en ellos, salvo por ese hilo, ese verso-hilo que lo sos-
tiene aún ligado a sí mismo, luego de "haberse ido tan lejos en
el sueño..."
Se las llama 'versiones cuidadas', porque cuidar (viene de "pen-
sar", "prestar atención", "poner solicitud") es una de las
manifestaciones más plenas del amor.
En algún momento no muy lejano, agregaré una antología de
poetas suecos. Por ahora, adelanto un poema de Harry Mar-
tinson que tradujo Auden (se dedicó durante cierto tiempo a
traducir al poeta navegante).
LA NAVE CABLEADORA
En latitud 15 grados Norte, longitud 61 grados Oeste,
entre Barbados y Tortuga, pescamos a la superficie
el cable Atlántico,
alzamos nuestras linternas
y emparchamos goma fresca sobre la herida de su dorso.
Cuando pusimos nuestros oídos sobre el lugar lastimado
escuchamos como zumbaba en su interior.
Uno de nosotros dijo:
"Son los millonarios de Montreal y de Saint Johns
que están hablando
acerca del precio del azúcar de Cuba y acerca
de la rebaja de nuestros salarios."
En un círculo de lámparas permanecimos pensando
largo rato,
nosotros, pacientes pescadores de cable,
después lo bajamos ya reparado
a su hogar en el mar.
BIBLIOGRAFIA
TOMAS TRANSTRÖMER
1.The Great Enigma: New Collected Poems. New Directions,
2006.
2. Selected Poems, 1954-1986. Ecco, 2000.
3. The Half-Finished Heaven: the Best Poems of TT, 2001.
4. The Sorrow Gondola. Green Integer, 2010.
5. The Deleted World. Enitharmin, 2006.
En castellano hay una edición en Hiperión.
Ya mencioné al notable Francisco J. Uriz: Poesía Nórdica,
Ediciones de la Torre, 1999.
Jean Echenoz. Ravel. Anagrama, 2007.
Octavio Paz, en Versiones y Diversiones, Moritz, 1978, tiene
una sección dedicada a 4 poetas suecos (Ekelöf, Lundkvist, Lindegren y Martinson).
Gérard Pommier. La excepción femenina. Alianza, 1986.
El poema de Martinson es de "The Forest of Chilhood". Poems
from Sweden, de Wiliam Jay Smith y Leif Sjöberg. New Rivers,
1996.
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