domingo, 13 de marzo de 2016
OTROS POEMAS DEL GRAN TOMAS TRANSTRÖMER
Nació en Estocolmo en 1931. Ha vivido muchos años en
Runmarö, una isla del Archipiélago de Estocolmo, un lu-
gar que muy posiblemente sienta como su verdadero ho-
garo. Ha trabajado unos cuantos años en Västeräs como
psicólogo y ahora ha regresado a Estocolmo. A los 60 años
sufrió un ataque que le dejó el lado derecho semi-paralizado,
y le privó del habla. Sin embargo siguió escribiendo hasta su
muerte, a los 83 años, en marzo de 2015.
He descubierto, en la re-lectura de este párrafo, la reiteración
de la palabra "años". La/s he dejado ahí, porque la relación
de los poemas de Tranströmer con el tiempo debe de haberlas
sembrado.
ROCA DEL ÁGUILA
Detrás del vidrio del vivero
los reptiles
inmóviles.
Una mujer cuelga el lavado
en el silencio.
La muerte se encalma.
En las profundidades del suelo
mi alma se desliza
como un cometa.
TARDE DE DICIEMBRE 1972
Acá vengo, el hombre invisible, tal vez empleado
por una Gran Memoria para vivir en este momento.
Y estoy manejando frente
a la cerrada iglesia blanca- un santo de madera está parado
sonriendo, indefenso, como si le hubiesen quitado los lentes.
Está solo. Todo lo demás es ahora, ahora, ahora. La ley de
gravedad nos aprieta
contra nuestro trabajo de día contra nuestras camas de noche.
La guerra.
EL ÁRBOL Y EL CIELO
Hay un árbol caminando por ahí bajo la lluvia,
nos pasa corriendo en el diluvio gris
Tiene un mandato. Recoge vida
de la lluvia como un mirlo en un huerto.
Cuando la lluvia para también lo hace el árbol.
Ahí está, quieto en noches claras
esperando como nosotros el momento
en el que los copos de nieve florecen en el espacio.
LISBOA
En el barrio de Alfama los tranvías amarillos cantaban
en las cuestas empinadas.
Había dos prisiones. Una era para ladrones.
Saludaban a través de las ventanas enrejadas.
Gritaban para ser fotografiados.
"Pero aquí", dijo el conductor riéndose como un hombre
dividido en dos,
"aquí están los políticos." Vi la fachada la fachada la fachada
y muy alto en una ventana un hombre
que tenía un telescopio pegado al ojo y miraba por sobre
el mar.
La ropa lavada colgaba en un aire azul. Las paredes estaban
calientes.
Las moscas leían letras microscópicas.
Seis años después le pregunté a una mujer de Lisboa:
"¿Es cierto, o lo he soñado?"
EN LO HONDO DE EUROPA
Yo una cáscara oscura flotando entre dos cerrojos de
portones
descanso en la cama de hotel mientras la ciudad a mi
alrededor despierta.
El silencioso clamor y la luz gris entran a raudales
y me alzan lentamente al siguiente nivel: la mañana.
Horizonte escuchado en secreto. Quieren decir algo los
muertos.
Ellos fuman pero no comen, no respiran pero aun conservan
sus voces.
Habré de apurarme por las calles como uno de ellos.
La ennegrecida catedral, pesada como una luna, causa flujo
y reflujo.
UN BOCETO DE 1844
La cara de William Turner es de color marrón-curtido.
Ha colocado su caballete lejos entre las rompientes.
Seguimos el cable verde-plata hasta las profundidades.
El camina por el agua en el vasto reino de almacenaje
de la muerte.
Un tren llega. Vení más cerca.
Lluvia, lluvia viajando sobre nosotros.
CUATRO HAIKUS
Cuando llegue la hora
el viento ciego vendrá a descansar
contra las fachadas.
He estado en ese lugar-
por toda una pared encalada
las moscas se amontonan y amontonan.
Aquí donde ardió el sol...
un mástil sosteniendo una vela negra
desde hace mucho mucho tiempo
Una revelación.
El manzano de toda la vida.
El mar está cerca.
MÚSICA LENTA
El edificio está cerrado. El sol entra por las ventanas
y calienta la superficie de los escritorios
que son lo suficientemente fuertes como para soportar
la carga del destino humano.
Estamos afuera, hoy, sobre la larga ancha cuesta.
Muchos visten ropas oscuras. Podés pararte en el sol con
los ojos cerrados
y sentirte siendo empujado lentamente hacia adelante.
Casi nunca bajo hasta el agua. Pero acá estoy ahora,
entre grandes rocas con pacíficas espaldas.
Rocas que han migrado lentamente hacia atrás emergiendo
de las olas.
CARA A CARA
En febrero el vivir se quedó quieto.
Los pájaros volaban a desgano y el alma
se raspaba contra el paisaje como un bote
se raspa contra el muelle al que está atado.
Los árboles permanecían con sus espaldas vueltas hacia mi.
La profunda nieve era medida con pajas muertas.
Las pisadas envejecían sobre la corteza.
Bajo una lona el lenguaje añoraba.
Un día algo vino a la ventana.
Dejé caer el trabajo, miré hacia arriba.
Los colores destellaban. Todo se dio vuelta.
La tierra y yo saltamos el uno hacia el otro.
UNA ELEGÍA
Abro la primera puerta.
Es un amplio cuarto iluminado de sol.
Un pesado auto pasa en la calle
y hace temblar la porcelana.
Abro la puerta número dos.
¡Amigos! Ustedes bebieron la oscuridad
y se volvieron visibles.
Puerta número tres. Un estrecho cuarto de hotel.
Vista a la calle trasera.
Una lámpara chispeante sobre el asfalto.
Hermoso residuo de experiencias.
PÁJAROS DE LA MAÑANA
Crece, toma mi lugar.
Me empuja a un costado.
Me tira del nido.
El poema está listo.
FUENTE
Tomas Tranströmer. The Great Enigma. New Collected
Poems. New Directions, 2006.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
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