domingo, 28 de abril de 2013

LOS POEMAS DEL GULAG DE HORST BIENEK

 







Arrestado en Berlín Oriental a la edad de 21 años, acusado
de ofensa política, sentenciado a 25 años de trabajos forzados
y deportado al temible campo de trabajo-esclavo de Vorkuta,
Bienek dice "Yo no elegí los temas de mi poesía, ellos me
fueron impuestos."
 Su obra previa es de tono romántico, hablan del aislamiento
y del dolor, pero después de su detención, Bienek habla por
él y por millones.
 Parece un tema poco explorado de la literatura en general,
algo que divide las aguas: aquellos que han pasado por cir-
cunstancias catastróficas (guerras, orfandades tempranas,
genocidios, cataclismos, loqueros, prisiones, daños corporales importantes, persecución política, racial o ideológica) y aque-
llos que han vivido lejos de esas circunstancias que trastocan
y deforman cualquier rumbo previo. Y, a veces, hay que de-
cirlo, aunque suene paradojal y extraño -como todo lo real-
hasta se puede sentir un poco de envidia por aquellos que han debido soportar lo extremo y han sobrevivido, y en sus escritos
se dedican a dar cuenta de ello.

 Bienek nació en la Alta Silesia en 1930. Sin embargo, esta
zona ha estado bajo la administración polaca desde 1945.
Su madre era de origen polaco, y en su casa se hablaba
tanto en polaco como en alemán. Su pueblo natal, Gleiwitz,
fue justamente el lugar que los nazis eligieron para, disfra-
zados de soldados polacos, generar incidentes que dieron
excusa a la invasión de Polonia por sus ejércitos.

Horst Bienek murió en 1990.


TUNDRA

Paisaje de cenizas
Donde los tambores aturden
Al pasto oxidado que
Tañe en el viento-hielo.

Ninguno ha contemplado
Tu formulae
Rascas la piel solo
De los hombres que mueren.

Del moho de la tundra
Brota una bizarra
Y desconocida jungla
De alambre de púa.


VORKUTA

En Vorkuta ningún discípulo del Señor
camina la tundra que espumea verde.
Aquí no hay ningún alimentar a los cinco mil.
Aquí un sueño muere cada día
en el aún incierto amanecer.

En Vorkuta no se pudre ninguna ametralladora.
Quienquiera se canse escuchará la cantatat
de la tormenta de nieve en el alambre de púas
y bordará con su propia sangre
un interminable grabado en su negra camisa-katorga.

Ni en Vorkuta
es la oración de los muertos una oración
y los labios de los vivos
son labios oxidados, barras de hierro,
tras los cuales la lengua se ulcera y se pudre.

En Vorkuta ninguna viuda
cubre su cabello con un velo.
Sus pechos todavía tiemblan
cuando piensa en la soledad
que rodea al arqueante cuerpo de un hombre.

En Vorkuta nadie cava una tumba
para las esperanzas desmigajadas.
Y no hay nadie para llorar
cuando los cuepos abandonados
derivan por los ríos con la nieve derretida.

[Vorkuta: ciudad minera que forma parte del Gulag sovié-
tico, 50 kms al norte del Círculo Polar Artico. Es el mayor
Gulag de la parte europea de la Unión Soviética. Allí tuvo
lugar un levantamiento en 1952, seguido de una feroz repre-
sión. Luego de la caída de Beria (el monje negro de Stalin),
y de los once días de sangriento castigo a los rebeldes, algu-
nos prisioneros fueron liberados, aunque se los obligó a esta-
blecerse en esos remotos territorios.]


LOS DISPAROS DE MEDIANOCHE

1
Los primeros disparos se oyeron hacia la medianoche

2
Amo las mágicas fórmulas de la noche
Amo el sol negro de la noche en la tundra
Amo las flamígeras tormentas de la mañana
Pero ahora sufro los agonizantes disparos a la medianoche

3
Junto polvo para cubrir
a los muertos de la medianoche
que el cielo no enfurezca
cuando vea sus rostros
¿Pero quién junta para los sobrevivientes?

4
¡Tú caído! transforma
los agonizantes disparos de la medianoche
en madurante veranoy habrá un interminable festival
y ustedes los reyes
entre aquellos que serán alabados

5
La cosecha de Katorga ha llenado todos los graneros de
                                                                               [sueños
Los trabajadores de las montañas Urales han partido para
                                                                        [sus hogares
La tierra yace desierta y pudriéndose bajo el fuego polar


KATORGA*

Quién excepto
     yo mismo está aquí a mi lado
Sombra de la sombra de una ametralladora
     San Vladimir
     toda causa y toda ocasión
los fuegos se apagan
las sílabas mueren
     debajo de la lengua
     la palabra se desmorona

[* Katorga. En griego: galera. Es el sistema penal que rige
desde la Rusia Imperial hasta la Siberia soviética.]


LOS SILOS DEL TORMENTO

No llorados ni lamentados
Estamos paleando
En los silos del tormento
Donde la culpa de los vivientes,
La culpa de los muertos
Pero no la culpa de los que fueron asesinados
Ha sido almacenada por eras.

No llorados no lamentados
Estamos paleando
En los silos del tormento,
Midiendo la culpa:
Desde ahora a la eternidad.
Juntándola, clasificándola, almacenándola
Dentro del laberinto de categorías de la culpa
Que está señalado con cifras mágicas.

No llorados no lamentados
Estamos paleando
En los silos del tormento
Y nuestros doblados cuerpos
Se enderezan sólo por segundos
Cuando con inertes manos
Escribimos dígitos semejantes a esfinges en los muros.
(Registros del dolor).

Y encorvados ya no vemos
Cómo nuevos números están siendo
Insciptos por desconocidas manos,
Cómo redes mortíferas,
Tejidas desde el más y el menos,
Aparecen en los muros,
Coordinadas, nomogramas,Formulae, rezos,
Ecuaciones matemáticas de culpa y dolor,
Cálculos de pecado y arrepentimiento,
Paralelogramas de tormento.

Y a veces alguno de nosotros
Deja caer su pala
Sale caminando sediento
Y nunca regresa.

Pero todavía hay paleados
No llorados no lamentados
En los silos del tormento,
Al cual fuimos desaparecidos
Por los Comisarios de la Razón.


EL MITO DEL TIEMPO

El mito del tiempo se desintegra
Los pájaros se lamentan suavemente en el viento
Tú elegiste la celda en la que duermes
La verdad puede que viva tú pasaste los portones
Y te casaste con el sueño que lloras
Los pájaros se lamentan suavemente en el viento
El mito del tiempo se desintegra


BIBLIOGRAFIA

Johannes Bobrowski and Horst Bienek. Selected Poems. Penguin, 1971.


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