lunes, 12 de noviembre de 2012

LAS 20 (ENTRADAS A LAS CONVERSACIONES CON PAUL BOWLES)



Me gustan mucho los libros de entrevistas con escritores
(y artistas). Hay una suerte de intimidad revelada, aunque
sea a medias, además de la posibilidad de conocer ciertas
trastiendas de las obras de esos autores que nos han conmo-
vido o simplemente gustado.
Existe una buena serie de libros de entrevistas con escritores
en inglés: Hemingway, Cheever, W.C. Williams, Vonnegut,
Ishiguro, T. Williams, P. Roth, Walcott, Brodsky, entre mu-
chos otros, tienen un libro que recopila sus entrevistas.
Pero de todos ellos, éste es mi preferido. No sólo porque
Paul Bowles me resulta un escritor extraordinario y por-
que Paul Bowles me resulta un ser entrañable, sino porque
hay escritores a los cuales las entrevistas le prestan una
nueva manera de pensar y pensarse y otros que las detestan.
Tomo como representante de esta línea a Justin Cartwright,
que me decía que no les encontraba sentido y entonces casi 
nunca se prestaba a ellas. gustaban y que por eso no se presta-
ba a ellas.
Supongo, por los resultados, que además de estas posiciones
extremas, hay escritores que se prestan a estos diálogos con
gusto, pero los resultados son de lo más variables.

Es esa suerte de frialdad (distancia justa) que fue logrando,
con mucho trabajo interior, mezclada con su notable sensi-
bilidad, lo que han hecho de PB un artista único.

Las 19 entrevistas que agrupa "Conversations with Paul
Bowles", editado por Gena Dagel Caponi, a través de la
University Press de Mississippi en 1993, desbordan de co-
mentarios sutiles y precisos, tanto acerca de los lugares en
los que Bowles ha vivido -en este caso se trata predominan-
temente de Marruecos-, como de las personas con las que se
ha vinculado en su fructífera existencia. Un verdadero semi-
llar del cual resulta injusto elegir sólo unas pocas.


1.  De 'Paul Bowles en el exilio', por Jay McInerney (1985)

Jack Kerouac estuvo en Tánger en 1956, pero Bowles, que
estaba en Portugal en ese momento, no se encontró con él.
Cuando Allen Ginsberg llegó, Bowles estaba fuera de nuevo,
esta vez en Sri Lanka. "Jane me escribió una magnífica car-
ta", recuerda, "diciéndome que Ginsberg había llamado por
teléfono. Ella nunca había oído hablar de él. El dijo, en su
estilo descarado, 'Hola, habla Allen Ginsberg, el poeta bop'.
Ella dijo, '¿El qué?' El dijo, 'El poeta bop'. Y ella respondió,
'Al poeta lo tengo, pero ¿el poeta qué?' El dijo, "Bop, bop,
bop' Y ella dijo 'Bueno'. Entonces él dijo, ¿Crees en Dios,
Jane?' Y ella dijo, 'De ninguna manera voy a discutirlo por
teléfono. Mejor esperá hasta que Paul llegue a casa'.


2. Interview w. PB. Daniel Halpern, 1975.

H: Vos estás contra Sartre porque se toma la vida demasiado
en serio. Sin embargo cuando decís de tu vida que sólo estás
tratando de llevarla lo mejor que podés, me suena a mí como
si vos te tomaras el vivir muy seriamente.
PB: Ah, todos se toman su propia existencia seriamente, pero
eso es lo más lejos que llego. Si postulás que la vida misma
es seria, estás hablando fuera de lugar. Estás invadiendo la vi-
da de las otras personas. La vida de cada hombre tiene la cua-
lidad qué él le da, pero no puede decirse que la vida en sí mis-
ma tenga cualidad alguna. Si sufrimos, es porque no hemos
aprendido a no hacerlo. Tengo que recordarme eso a mí mis-
mo.
H: ¿Es la vida una experiencia penosa para vos?
PB: Tenés que seguir andando, y tratar al menos de mante-
ner una cara amable.


3. PB interviewed, por John Spilker, 1982.

JS: Sos capaz de explorar el inconsciente sin forzar ni distor-
sionar la sintaxis...
PB: Dado que la única forma de expresar una idea es a través
del lenguaje, se entiende que el lenguaje debería ser usado en
la forma más concisa y lúcida posible; la idea está enteramen-
te a merced de las palabras usadas para expresarla. La investi-
gación en una forma innovativa se lleva a cabo en otros depar-
tamentos del laboratorio literario, no aquí en el mío. Mi mayor
preocupación está en encontrar oraciones que traducirán mis
ideas con el máximo de precisión.


4. Conversation with PB, por Gena Caponi, 1986.

Bowles siempre ha declarado que regresó a Marruecos en
1947 a causa de un sueño. Le pregunto si aún sueña de noche,
y me dice qué sí lo hace, pero no guarda sus sueños, ni hace
uso de ellos para su ficción.
"Soy totalmente hedonista acerca de soñar. No me aporta na-
da pero es la parte más placentera del día. Sueño con lugares.
Muy raramente sueño con alguien que conozco. Hay gente,
pero sólo son personas que pasan, gente que conocí viajando.
Sueño con paisajes. O Nueva York. La mayor parte del tiem-
po estoy en Nueva York.


5. Interview with PB por Allen Hibbard, 1988.

AH: Frecuentemente escribís acerca de lugares diferentes de
aquel en el que estás al escribir.
PB: Hum, sí. Bueno, es natural.
(...)
Nunca me gusta escribir acerca del lugar en el que estoy. Pue-
do hacerlo a veces, si tengo que. Cuando estaba en mis días
de viajero siempre escribía acerca de otros lugares en los que
había estado. Eso es porque uno tiene que inventar la atmós-
fera. Esto es, recordar. Cuando se escribe acerca de un lugar
en el que uno está, se convierte en periodismo.


6. Interview with PB, por Ira Cohen, 1965.

PB: yo solía llevar un loro verde por ahí encima de mi hom-
bro. Lo llevé por todo el Sahara. Son muy buenos para viajar
con ellos. Están contentos, no sufren viajando. Intentá viajar
con un gato, y se pone mal. A los loros no les molesta trasla-
darse. Se aferran a una persona, y el lugar en el que están se
va al cuerno.
IC: Cuando hablás con un loro, ¿hay algún tono especial que
usás para colarte en el lenguaje del loro?
PB: Trato de imitarlos, sí. Naturalmente esa es la única cosa
que se puede hacer, supongo, imitarlos en orden de que ellos
te imiten después a vos. Tratás de hacer los mismos sonidos
que ellos hacen, porque cada uno es diferente. Ni uno solo
de ellos se parece a otro. Tienen diferentes voces, hablan en
diferentes tonos. Cada loro individual es diferente de todos
los demás.


7. (Daniel Halpern, 1975)

DH: ¿Porqué es que viajaste tanto? ¿Y a lugares tan remotos?
PB: Supongo que la primera razón es que siempre quise ale-
jarme lo más posible del lugar en el que nací. Lejos tanto geo-
gráfica como espiritualmente. Dejarlo atrás. Siempre me ale-
gra salir de Estados Unidos, y cuanto más lejos me voy más
feliz me siento, generalmente. Pero hay una cosa más: siento
que la vida es demasiado corta y el mundo está ahí para ser
visto y uno debería conocer tanto como sea posible. Uno per-
tenece al mundo entero, no sólo a una parte de él.



8. Conversation in Morocco: The Rolling Stone Interview.
Michael Rogers, 1974.

MR: ¿Qué hay acerca de las mujeres en Marruecos?
PB: Bueno, si oís ruidos en la calle y enviás a un marroquí a
la ventana y le decís, "¿Qué está pasando? Un montón de
gente en la calle?" ellos dicen, "No, sólo dos". Pero vos escu-
chás un ruido terrible así que decís, "¿Sólo dos?" y ellos
contestarán, "Pero el resto son mujeres." Las mujeres no son
personas. Las mujeres son decoración y son enviadas por
Dios para perpetuar la raza. Por ejemplo, no podés recibir
rasgos del lado materno de la familia, eso es imposible. No
pueden explicar cómo un bebé puede parecerse a la madre,
siendo la madre un vehículo.
MR: ¿Enseña esto el Islam?
PB: No exactamente. El Islam enseña que las mujeres son
criaturas muy peligrosas y que uno debe apartarse de ellas
lo más posible. No tengas trato con ellas, excepto, natural-
mente, que es una necesidad casarse y tener hijos. Esa es
la única razón que se supone válida para acercarse a las mu-
jeres en absoluto.


9. An Interview with PB., por Oliver Evans, 1971.

Cada una es diferente. No planeé El cielo protector en abso-
luto. Sabía que iba a desarrollarse en el desierto, y que iba a
ser básicamente la historia del profesor de "Un Episodio Dis-
tante". Era una novela autobiográfica, una novela de la me-
moria, esto es.
(...)
Estoy pensando en términos de la carrera de uno. La primera
novela que uno escribe a menudo se escribe sola: todo se
vuelca en ella y es generalmente la mejor novela que uno es-
cribe. En ese sentido fue autobiográfica: -la que estuve empo-
llando durante diez o quince años sin saberlo. Y salió de esa
manera. Pero la siguiente, Déjala que caiga, sí la planée mu-
cho. Fue completamente construída y alisada, hasta los deta-
lles de la decoración, la elección de elementos simbólicos en
las paredes, y así. Toda la cosa estuvo planeada. Tenía que
serlo. Era una historia de aventura, después de todo, en la
cual los detalles debían ser realistas. No podría haber exis-
tido otra forma de darle cualquier semblanza de realidad. Es
una historia completamente irreal, y todo el libro está cons-
truído en orden de conducir a esa situación imposible del
final. Parace imponer sus propios ritmos, usted sabe.


10. (Gena Caponi)

GC: ¿Leíste a Nabokov?
PB: Tanto como pude. Lo que dijo de Borges, eso fue horri-
ble. Lo puso en boca de su mujer- mi esposa se acordaba de
eso. Dijo que Borges era un paisaje con maravillosas facha-
das, hermosa arquitectura. Pero cuando vas ahí, no hay na-
da. Son como sets cinematográficos. Y además no es muy
atractivo ni simpatiza de un escritor que te haga saber que
él piensa que es grandioso.


11. (Jay McInerney)

La verdadera razón por la que empecé a traducir fue que
la Sra. Bowles estaba enferma y yo no podía escribir, por-
que sólo tenía veinte minutos y después me llamaban des-
de la planta baja. Uno necesita soledad y privacidad y un
tiempo más o menos ilimitado para escribir.
(...)
Aquí está mi mensaje [pausa y sonrisa]: todo se vuelve
peor. (Todo empeora).


12. An Interview with PB, por Karen LaLonde Alenier,
Francine Geraci y Ken Pottiger, 1984.

Sí, viajar en barco es lo mejor. Me subí a un barco en 1957,
y mientras estaba a bordo, me las ingenié para escribir un
largo artículo para Holiday y un entero, largo cuento. El
día que descendí del barco en Sri Lanka, le envié por co-
rreo uno a Holiday y uno a Harper's Bazaar. Solían pu-
blicar ficción... Trabajar a bordo de un barco es fácil por-
que tenés claras las horas de tus comidas. Es como estar
en el hospital. Es magnífico- nunca pasa nada... cada día
es igual al día anterior, al minuto, es perfecto para trabajar.
(...)
Te deja libre, absolutamente libre. No tenés responsabilidad
alguna, lo cual es maravilloso.


13. (Daniel Halpern)

Tuve la idea para El cielo protector viajando en un ómnibus
por la Quinta Avenida un día en el que iba ciudad arriba des-
de la Calle Décima.
(...)
Comencé a escribir (Déjala que caiga) en un carguero mien-
tras pasaba por Tánger una noche. Iba camino de Antwerp a
Colombo, en Ceilán, y pasamos por Tánger y me sentí muy
nostálgico- podía ver pálidas luces en la niebla y supe que
era Tánger. Tenía muchas ganas de detenerme y verla, pero
no pudiendo hacerlo, dado que el bote siguió de largo, creé
mi propio Tánger. Comencé por imaginarme que estaba pa-
rado sobre la colina mirando hacia el lugar donde yo estaba
sobre el barco. Me transporté a mi mismo desde la nave di-
recto a esas colinas y empecé ahí. Esa fue la primera parte
que escribí. Trabajé para atrás y para adelante, como fuera,
desde esa escena original.


14. (Gena Caponi)
GC: Una vez dijiste en una carta a tu editor de Random Hou-
se que todas tus historias eran misterios, siendo el misterio
la motivación de la conducta de los personajes. ¿Comienzas
con ese misterio, la motivación, en mente?
PB: A menudo no tengo ni idea de lo que voy a escribir cuan-
do me siento. Nunca planifico de antemano, de modo que
¿cómo podría conocer la motivación?
GC: Del inconciente.
PB: Exacto. ¿Y si viene del inconciente, como podría ser
errado?


15. PB Interview, por David Seiner, 1982.

PB: Uno escribe lo que escribe, uno no decide qué escribir,
uno escribe lo que sale. Cualquier cosa que uno escriba es
en cierto sentido autobiográfica, por supuesto. No factual-
mente, pero sí en un sentido poético.
DS: ¿De manera que no investigás para tus novelas?
PB: No, nunca. Son completamente intuitivas. Formadas
orgánicamente. Simplemente salen.
DS: ¿Te considerás un romántico?
PB: ¿Qué otra cosa podría uno ser? Sin duda no soy un cla-
sisista.


16. (Daniel Halpern, 1975)

H: En retrospectiva, ¿dirías que hay alguna cosa que ha per-
manecido importante para vos a lo largo de los años? ¿Algo
que has mantenido en tu escritura?
PB: La continuidad de la conciencia (lo conciente), la infini-
ta adaptabilidad de la conciencia humana a las circunstancias
externas, la absurdidad de todo, la desesperanza de todo este
aunto de vivir. He escrito muy poco estos últimos años. Pro-
bablemente porque emocionalmente todo se vuelve menos
intenso a medida que uno envejece. La motivación está en
un grado bastante más bajo, eso es todo.


17. (Michael Rogers, 1974)

Una vez que se han bailado hasta un estado de trance, los
Aissaoua, por ejemplo, comen escorpiones y cobras, les
arrancan la cabeza a mordiscones y se las tragan, o beben
agua hirviendo, o rompen botellas y se comen el vidrio
-los he visto hacerlo- o se arrojan en pilas de cactus. He
visto bailarines con la piel erizada de agujas de cactus, y
sangre por todas partes. Ésos son los Aissaoua.
Los Jilala se arrojan en fogatas y se queman. Podés ver a
uno que danza saltar dentro del fuego y yacer sobre las
brasas -y pensás, Dios mío, está muerto- y entonces él sa-
le con una expresión extática en la cara y se frota mano-
jos de ascuas por todo el cuerpo, en la boca, untándose,
y no hay señal de nada, y media hora más tarde está bai-
lando de nuevo, y es lavado, y no hay señales de nada-
ninguna quemadura.


18. (Daniel Halpern, 1975)

PB: A nadie le gusta sentirse solo. Lo sé porque siempre me
pienso a mí mismo como estando completamente solo, y me
imagino a la gente como parte de otra cosa.
H: ¿Y te gustaría unirte a la multitud?
PB: Es una necesidad universal. Siempre lo he querido. Des-
de la más temprana infancia. O para ser más exacto, desde la
primera vez que fui presentado a otro chico, lo cual ocurrió
cuando tenía cinco años.
H: ¿Y fuiste rechazado?
PB: Ya era demasiado tarde. Quería juntarme en mis propios
términos. Y ahora ya no importa.


19. (Alenier, Geraci, Pottiger, 1984)

(Acerca del Islamismo)
A-G-P: ¿Te parece una enseñanza autoritaria?
PB: No, pero la encuentro una enseñanza que inhibe el pen-
samiento.
A-G-P: ¿Te parece que esta cultura tiene algo que enseñarle
a Occidente?
PB: Ah, sí, mucho. Por supuesto. Ah, sí. Paciencia, en primer
lugar. Vivir tranquilamente, sin apuro. Por supuesto, a la ma-
yoría de los americanos les gustaría hacerlo de todas maneras.
Y la aceptación de la vida como viene, lo cual me parece que
es importante. Nunca dicen, "Voy a hacer esto la semana que
viene, el mes que viene, el año próximo" porque nunca están
seguros de si van a estar vivos. Siempre están preparados pa-
ra morir.


20. (Ira Cohen, 1965)

IC: ¿Alguna vez escuchaste grabaciones de voces de pájaros
enlentecidas? ¿Es cierto que sale como una pieza compuesta
de música ordenada?
PB: Absolutamente. Muy precisamente.
(...) Si enlenteces el canto de los pájaros lo suficiente, suena
como leones rugiendo. Le hace asumir a uno que su sentido
del tiempo debe ser bastante diferente, así que para ellos de-
be sonar como suena para nosotros cuando es enlentecida.
Obviamente el espectro de su sensibilidad debe ser bastante
diferente del nuestro, porque algunos de los tonos no pode-
mos siquiera oirlos. Asi que su sentido del tiempo obviamen-
te es también distinto, dado que va tan rápido que es muy
posible que entre ellos suene como gente hablando o como
leones rugiendo.
IC: ¿Cuál es el primer instrumento?
PB: Se supone que es el tambor, la palma de la mano, y la
voz.
IC: Esas son las más cercanas a la comunicación directa.
PB: La buena música sigue estando basada en eso. El aplau-
dir de las manos y la voz.












No hay comentarios: