lunes, 1 de septiembre de 2025

TRES POEMAS DEL LIBRO "INÚTILES MISTERIOS", de ROBERT R. RIVAS

    







      NESCU


 Nescu está bajando su velocípedo de los ganchos.

 Es tan extraño el velocípedo de Nescu, heredado al parecer

de sus abuelos monárquicos rumanos.

 Son dos ruedas, eso sí. Adelante y atrás.

 Pero cada rueda está compuesta por un enrevesado

de varias bandas que circulan en distintos radios,

en las más diversas direcciones.

 Los pedales actúan como una centrífuga.

 Las dos o tres pedaleadas iniciales son críticas.

 Si se las realiza bien, el velocípedo es una gacela.

 Pero un pequeño error puede tener consecuencias.

 Esas ruedas girando en una variedad prodigiosa de ritmos,

 sobre múltiples ejes a la vez,

 producen un diabólico enjambre 

 de avances y retrocesos, de disparadas

 y saltos y frenadas y vuelcos.

 ¡Y todo empeora cuando el aparato toma velocidad!

 Pero eso todos observamos con fijeza el rostro serio

 de Nescu. Serio y concentradísmo.

 Puede lograr dirigir la marcha o resultar ser dirigido

por el caos mismo.

 Parece que cada "paseo" fuese jugarse el destino.

 Nos hace pensar: ¿Cómo serán las preocupaciones

 de Nescu? ¿Se parecerán en algo a las nuestras?

 ¿Con nuestras monótonas y previsibles bicicletas?




        Y VIMOS


  Y vimos "plumeritos" vagando en el aire

  Y sentimos el olor del hinojo

  y el punzar del alambre de púas

  en cercos cruzados de apuro;

  y apretamos el "bicho canasto"

  que dormía en su celda bella y tosca

  Y cazamos mariposas amarillas

  a manotazos;

  y el deseo iba escarbando sus túneles

  en el cuerpo,

  huyendo, aprestándose,

  escondiéndose, a volar.


  Y vimos pescadores solitarios,

  mojados y encapotados

  como los mares y los cielos.

  A una hora en que el mundo

  amaina

  y te cierra el collar invisible

  sobre ánima y pecho. 


  Y vimos el vahído de la línea 

  una vez arrojada

  todavía en vuelo;

  curvas sinuosas del hilo

  que por un momento pesa

  lo mismo que nada.

  Y vimos

  el tirón de la plomada,

  llamando bruscamente al hilo flotante,

  chasqueando su "¡¿QUIÉN SOS?!"

  

  Y vimos barcos hurgando en la tormenta

  -en sus entrañas agitadas-

  arrancándole múltiples 

  pequeños monstruos.

  Y vimos hombres que temen

  a los aparejos

  y al chicotazo de las poleas,

  más que al oleaje, a la noche, 

  a la ajenidad inconcebible

  del abismo del mar.




          VISIONES


  La foto ésa

  la tengo todavía

  en el "agua primigenia".


  Tu rostro se desliza

  dentro y fuera

  de la invisibilidad.


  El ondear del agua

  es la frontera

  entre uno y otro lado

  de lo real.


  Temblando todavía

  entre ser y no ser

  tu rostro aparece

  dibujado

  y disuelto

  por el agua.


  Tu sonrisa

  recién asomó

  viniendo de ninguna parte

  y volvió delicioso

  el mundo.


No hay comentarios: