Anna Enquist es su nombre literario. Nació Christa Widlund-
Broer, en Amsterdam, el 19 de julio de 1945, en los últimos
días de la guerra, con los nazis huyendo de Holanda. Justa-
mente en estos días estoy leyendo una novela acerca de ese
lugar y esa época, escrita por un autor rescatado del olvido,
Willem Frederik Hermans, titulada El cuarto oscuro de Da-
mocles.
Además de poeta, Anna es psicoanalista y se ha dedicado tam-
bién a la música. Aparte de varios libros de poesía, el primero
de los cuales apareció causando bastante suceso en 1991, Anna
ha escrito también algunas novelas.
ESTACIONES
Después de yacer poseída por el arado
la tierra yace doblada, huesuda.
Lo que está muy hondo ha surgido sin resistencia.
Ninguna piel áspera ha recibido arcilla, huir
está impedido para quien se abre de esa manera.
La tierra gime bajo el pasto,
llorando su añoranza del acero
-ven el próximo año, regresa-. El tardío sol
calienta la tierra pólder que sueña aparentemente
con ser hendida dividida quemada.
SILENCIADA
Arraigada más sólidamente que nunca
en la realidad- Diciembre, en mi bici,
tormenta alrededor de mi cabeza- compro
un libro que dice
cómo el tiempo pierde su dominio.
Durante meses tomo de la vida
no más de lo que me pertenece. El autor
está paralizado y enfermo. Él no puede hablar.
Oh, nubes cabalgando el viento, oh canto, oh amor.
SEGURIDAD
Dondequiera durmiésemos ese verano,
cada noche la lechuza gritaba
su boscoso llamado. ¿El mismo?
¿Lechuza? - Así es como suena una lechuza
había dicho alguien, y nosotros
creímos y recordamos.
DE REPENTE
De repente perdí
el poder de retener
calor. Ahora que los chicos
han dejado la casa, resoplé
¡sí! Repté bajo
aún más frazadas. La estufa
rugía. El más calentito de nosotros dos
ya no podía
darme calor. Tirité
y temblé como si estuviese
cara a cara con la muerte.
Que era el caso, en realidad. La muerte
y yo estábamos en un terraplén.
Entre nosotros no había nada sino
una considerable distancia.
JULIO
Es verano ahora; el jardín
está lleno de gente muerta de calor; los perros
están jadeando y las frambuesas
están grandes como cabezas de duendes.
La humedad rodea nuestros vidrios:
se conversa acerca del precio de las bicicletas
y los pasajes aéreos, y todo el rato
un campo interminable de hielo se estira dentro mío.
ESCAPE
En la jaula del día y de la noche,
la jaula de los mandados,
latas de cerveza, el mejor trabajo.
En la jaula del álbum de fotos,
del amor. En la jaula del arte,
en la jaula de saber:
Levantate, aferrá las barras,
tomá el máximo de aire y
rompete el corazón en pedazos.
ENCOGIMIENTO
Cómo los días se me escapan, siempre
uno nuevo sopla contra la ventana.
Un chico sombrío en la cocina ya no
come de mis platos. Escasa
es la vieja vida que se siente como siempre.
Entretanto mis horas se vuelan; son
las verdaderas. Lo que golpea contra mi ventana
es la vida genuina, el presente
que come, que come de mí.
INVASIÓN
En el desnudo rechazo, viento en mi pelo,
estamos parados y vos mirás. Con todas tus fuerzas
me mirás, imagen de amor.
Y yo, entro gateando a través
de tus ojos llenos de lágrimas, me deslizo por los senderos
[de tus nervios,
salto sobre láminas de mielina, el susurro
de las sinapsis, el ARN fuerza a las proteínas
a alinearse en mi imagen:
soy tallada, cincelada, en tu cerebro
hasta que mueras, hasta que te mueras.
FUENTE
Modern Poetry in Translation. New Series. N° 12. Winter
1997. Dutch and Flemish Issue.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)