miércoles, 31 de julio de 2019

VIENDO PÁJAROS




 Sentado en el suelo, 
 entre árboles
 -este espacio no figura en los mapas-
 estando muy, demasiado
 locógico
 observando a los pájaros
 ese cuerpito -tembloroso, ágil, cabe-en-la-palma,
                inquieto- es la morada del pájaro

 fuera de ese cuerpito
     se extiende el mundo
        que quién sabe qué viene a ser 'el mundo'
                    para un pájaro

 ningún nombre:
        es lo que es
            (la definición de un dios)

 trota un poco
      inefable atención de sus pupilas

 ¿Y sus preocupaciones básicas?
    Comer (beber) - no ser matado
       Sí, seguramente eso se lleva una buena parte del tiempo

 pero, ¿para qué querría tiempo
                     un pájaro?
 podría vivir 5 minutos, o 5 años o 15

 (no se aburren)

 Pía o canta, según qué pájaro
   ¿Llama? ¿Avisa? ¿Clama? ¿Improvisa?
 Repite durante miles de generaciones
      el mismo pequeño 'canto'
 ¿Viene con todo aprendido?
 ¿O durante su existencia -y en ese caso le viene bien
               el tiempo- sigue aprendiendo cosas?

 Anida, empolla, alimenta, protege
    ¿Nociones de padres-hijos?
             ¿Abuelos-nietos?
                       Es ir muy lejos

 Cuanto más pequeños, más latidos

 Cuando se sienten esos 
          acelerados-delicadísimos latidos
                   cada uno
 mientras vuela o se detiene
       mira, vigila, busca, salta
           algo torpemente sobre el suelo,
                 dispersando hojas secas
                      pinzando con el pico una semilla
                           o una ramita seca para el nido
                                la cabeza girando a un lado
                                          al otro
      alerta -de ese alerta depende todo

  ahora alza vuelo

 Vuela un rato 
           para olvidarse





 NOTAS

 Había estado pensando en estos extraños versos de
alguien reconocido por su claridad y a quien mencioné
hace muy poco (W. C. Williams):

    El descenso 
               hecho de desesperanza
                       sin logros
    cae en la cuenta
             del nuevo despertar:
                         que es el revés
    de la desesperanza.
            Así, lo que no logramos,
   lo negado al amor,
       lo que hemos perdido de antemano 
                se vuelve descenso,
   sin fin, indestructible.

 Un rato más tarde -en este asunto hay que aprovechar lo
próximo (en el tiempo), ya que el magnetismo se pierde
con suma facilidad-, 'aparecen' estos versos de Rimbaud:

En medio de los más sorprendentes accidentes atmosféricos
una pareja joven se mantiene apartada sobre el arca
-¿puede esta antigua insociabilidad perdonarse?-
y canta, y vigila.

 Las 'razones' de esta asociación son tenues. Es preciso de-
jarlos venir, como corriendo sobre hilos finos como los de
una desprolija telaraña. No soy -para nada- un entendido
en la obra de Rimbaud, pero he registrado en algunos poe-
mas suyos ciertos animales con los que siento afinidad. 

 "tan pronto la idea del Diluvio fue apagándose, una liebre
se detuvo entre las esparcetas y las campanillas que se me-
cen, y dijo su plegaria al arco iris a través de la telaraña."

 Juro que había olvidado que mencionaba una telaraña. Las
palabras, ideas, imágenes y sensaciones 'se pegan' por fue-
ra de la conciencia. Otra manera de decirlo es que el escrito
se convierte en una línea arrastrada bajo el agua, repleta de
atractivos anzuelos.

 En otro lado menciona a los castores: "Construyeron los
castores. Las tazas de café humeaban en los cafetines."

 ¿Pájaros? Muy diferentes a los de mi escrito:

 "¿Es en esas noches sin fondo que duermes y te exilias,
 millón de pájaros de oro, oh futuro Vigor?"

 La liebre es, para mí, equiparable al gorrión. No daré
arruinadoras explicaciones. Sólo que me es más fácil ima-
ginar sangrar a una liebre que a un gorrión, pero tampoco
tengo la más fugaz idea de porqué.
 Todo lo contrario del autor de Una temporada en el in-
fierno (¿una crónica poética de su relación con Verlaine?),
que decía: Sólo yo tengo la clave de este desfile salvaje.


martes, 30 de julio de 2019

BANDERAS



  
                       "...frágil como eres
                       a veces me pregunto
                       de dónde te vienen esas vastas riquezas de sombra"
                                                    Nicolas BOUVIER

En las noches de viento
restalla la gigantesca bandera de mis vecinos

no puedo evitar 
mientras la masa oscura de unos árboles
se recortan contra el cielo perforado
y las ventanas de mi sueño
se astillan en mil partes

pensar cuan increíblemente patrióticos
deben ser mis vecinos

 A las 3 de la mañana
me doy cuenta de que la noche es sólo
una gran sombra que proyecta el mundo sobre sí mismo

 y siento a la poesía
desgarrarse como la sombra de una sombra,
 la sombra de una nube migratoria
           solitaria sobre las flores
 la sombra de un suspiro 
           en las pestañas dormidas
 la sombra de la tela de la noche
           ondulándose

 la indicación de una ausencia de la ausencia
    a qué distante cercanía ¡imponderable!
      y, sin embargo
 -ese leve y flotante 'sin embargo'-
 no ha sellado su espera

 anida en una palabra
      que anida en un silencio fresco

 el filo exterior de la sombra del verso
   corta abierta la carne de lo real
    como el chasquido de la bandera inmensa
      saja la lámina del aire

  la sombra bebe la gota de sangre
        de ese apenas

 " tocada por el dardo de la dulzura" H.M.

de pronto la noche es un desierto cuya negra arena
se ha ido acarreando durante toda la vida
y que justo ahora decide poner su huevo
de oscuridad

 el viento, me doy cuenta ahora, no está más
         se ha ido quién sabe adónde
 y, sin el viento,
    la bandera se ha enroscado como un murciélago
          herido 
              alrededor del impávido mástil
     
 la sombra que había cobrado existencia al despertar
 -porque ése es el ser de las sombras- 
    se esfuma, y también parece desaparecer;
 pero, en lugar de eso, se ovilla lenta pero constantemente
   en el carretel-lámpara 
     del corazón

 siendo el corazón-carretel,
 me atrevo a sostener,
 la única memoria y existencia
 que cuenta




 


martes, 9 de julio de 2019

JURI VELLA, UN POETA INDÍGENA SIBERIANO

    


  EL CIELO DE DIFERENTES COLORES

  Una vez un pobre cazador abrió su humeante chum. Res-
piró profundo. El cielo voló al interior del chum. Se convir-
tió en bienestar y felicidad. Todavía vive ahí con el hombre.
(de los cuentos de la Abuela Nengi)


 Vivo bajo el cielo de colores,
 y los colores son tan familiares:
 el cielo melancólico,
 el tierno
 que puede ser muy fresco, pero un poco triste.
 El cielo alegre que
 a veces puede ser tan frío.
 Puede ser elegante, pero también juguetón.
 El cielo brillante,
 el cielo rojo,
 el cielo bondadoso,
 bello como una novia.
 Indefenso como un chico y fuerte.
 El cielo de amarillo,
 el cielo de verde,
 el cielo de azul, y de violeta.
 El cielo también puede ser veloz
 o puede quedarse quieto.
 Tanto puede ser ruidoso
 como muy muy callado.
 Y alto,
 y bajo,
 y denso,
 y seco,
 y disperso,
 y mojado.
 Plateado.
 Dorado.
 Azulino.
 Puede ser un oficial que se pavonea,
 o tipo-Nenet simple y tan próximo.
 Mi cielo reside en la parte anaranjada del vaso
 que mi hija lleva en sus manos.
 El cielo está en el amigable chum abierto
 que mi Abuelita abrió para vos.
 El cielo es un panorama puesto en tu ventana,
 tan espacioso,
 ligero,
 sin barrotes,
 con un marco cerúleo,
 con persianas chirriantes
 y margaritas en el alféizar.
 Con el rostro de tu madre,
 sonriendo como en un retrato.
 El cielo puede acostarse sobre la tierra.
 O sobre el océano,
 o en la tundra.
 Para descansar después de la cacería más dura,
 o después de pescar,
 o después de la boda.
 El cielo puede estar por encima del mundo
 por encima de las estrellas
 por encima de los soles
 por encima de las galaxias también.
 El cielo puede volverse tan ingrávido
 y tan silencioso como el ala de una mariposa
 el cielo puede...
 ¡Pero No!
 ¡No!
 No conozco ningún otro cielo.
 ¡No!
 No puede convertirse en otro cielo.
 ¡No!
 No puede convertirse en ninguna otra cosa que el cielo.
 Mi cielo es de diferentes colores
 Vos también vivís bajo el mismo cielo.



EL CUARTO DOLOR

 ¡Oh, taiga!
 No hay taiga, fue desmontada.
 ¡Oh, mi tierra natal!
 Ya no queda tierra,
 ha sido transformada en caminos metalizados,
 ha sido transformada en atareados, duros, pozos abiertos
 ha sido transformada en suburbios de piedra.
 ¿A quién puedo dirigirle esto?
 ¿Yo que sobrevivo a mi desgracia?
 Los ríos y lagos y mares
 están llenos de petróleo.
 Y las astas del último reno de mi abuelo
 y sus calaveras
 han sido convertidas en souvenirs.
 ¿Pronto, tal vez, los amantes de lo exótico
 me atraparán?
 ¡Oh, tundra!
 Hoy viajaré a tu espacio polar.
 ¡Oh-oh.oh!
 ¡Eso es todo lo que queda de la tundra!
 Dejame sorber el último trago de tu aire fresco
 como un souvenir.
 Y como un souvenir
 dejame obtener el éltimo trago de sentido puro.
 ¡Tundra!
 Dejame ver una sola vez
 cómo el sol tocará suavemente 
 tus estrábicos ojos.
 Pero antes del verdadero atardecer
 la tundra se encuentra conmigo
 con una aurora radioactiva
 y una venenosa lluvia ácida...
 ¡Oh, horror!



 DEL LIBRO 'SOLEDAD'

 Atravesando techos blancos,
 las chimeneas de las estufas de los chums,
 el fino humo alto
 de mi campamento provisorio
 están girando apuradas en busca de
 los lugares,
donde los ríos aún no están congelados,
 los lugares,
 donde los lagos aún no están congelados.
 ¿Por qué están tan demorados?
 El invierno ya los ha rebasado no sólo por detrás
 sino delante,
 hacia arriba con envolventes barridas
 un camino pavimentado con otras bandadas.
 Sus alas
 ya están golpeando remolinos nevosos 
 laboriosamente
 dolorosamente
 golpean en mi cara,
 y tocan mi corazón.
 ¿Acerca de qué están gritando los jóvenes?
 ¿De qué se trata?
 ¿De qué están parloteando valiente pero preocupadamente
 los gansos más experimentados?
 Después de todo, no es la primera vez
 que escucho su canción de despedida,
 y no puedo entender por qué
 me inunda de dolor.
 ¿Por qué?
 ¿Tal vez hoy
 soy como la bandada demorada?
 Es posible despegar ahora,
 pero mañana será demasiado tarde...



 JURI VELLA es un poeta indígena de la Siberia Occiden-
tal, del pequeño grupo de los Nenets del Bosque (unas 2000
personas). Poco antes del fin de la era soviética, decidió de-
jar su trabajo de cazador en una granja estatal, y se mudó 
con su familia al bosque, convirtiéndose en pastor de renos,
 y regresando a la forma de vida de sus ancestros. Durante
el régimen soviético, todas las poblaciones indígenas nóma-
des y semi-nómades fueron obligadas a sedentarizarse y a 
trabajar en granjas colectivas. En tiempos de gran escasez,
Juri se hizo cargo de una enorme familia compuesta por su
esposa, cuatro hijas, sus maridos y sus niños. Habita una re-
gión que provee el 80% del petróleo de Rusia. A causa de
ello, los pueblos indígenas, los Khanty y los Nenets, de la
zona, son en cierta forma perseguidos por las petroleras 
que aspiran a la completa explotación de los recursos natu-
rales. Éste es el mundo que reflejan sus poemas.
 (Extraído de Eva Toulouze, Tartu, Estonia. Agosto de 2011.)

Juri Vella es un seudónimo. Su nombre verdadero es Yurii
Kalevich Aivaseda. Nació en 1948 y murió en septiembre
de 2013. Existe un documental, Yuri Vella's World, que filmó
Liivo Niglas en 2003. En él aparece la lucha de la gente indí-
gena por retener su mundo, frente a la agresión ambiental in-
mensa que significa la explotación petrolífera en la zona.
Sus poemas aparecen también en una antología publicada por
Alexander Vaschenko: Way of Kinship. Anthology of Native Siberian Literature. Univ. of Minnesota Press, 2010.


FUENTE

 Modern Poetry in Translation. Third series- Number Six-
teen. The Dialect of the Tribe. Londres, 2011.


Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)