sábado, 27 de febrero de 2021

EL NOMBRE DE ESO

 

 En Blilkla tienen un nombre para eso

  un nombre preciso

  exacto

  al que les llevó 7 mil años

  arribar


  Pero nosotros no lo hemos

  recibido


  (Ese nombre pulido

   tallado

   extraído 

   y purificado

   del ser mismo de la cosa)


   Al carecer de ese término

   nos vemos obligados a describir

   bordear

   circunvalar

   escribir interminablemente

   borrascas de palabras

   bosquejos, borradores,

  intentos fallidos

    tachados

   por otros intentos 

    más fallidos todavía


  Acerca de la falta en ser

  acerca del agujero-vacío

  acerca (sin acercarnos siquiera)

    del sinsentido

       esencial

  de la falla primera

     que precipita

    la sucesión de fallas

    que sería interminable

    si no existiese

  esa otra falta

    que las absorbe a todas

    en su interior sin espacio


  Es la deserción de todas las clases de fuerzas

  es la inoperancia de los sistemas

  es el desenchufe de la máquina simbólica

    que lo insufla todo artificialmente


  Es el fin de las fuerzas y de los esfuerzos

  es el arranque de los cables de la causa inicial

  la detención de los ríos y de todo lo que se mueve

  para que todo siga moviéndose

  

  Es la parálisis del deseo

  la traición final del lenguaje

  la pérdida del tapón del foso de la angustia

  la desconexión del sujeto

  la mirada sin nada que ver

    ni nadie que vea


 Aunque los de Blilkla 

   nos dieran la palabra

   ya es tarde


 No sabríamos qué hacer con ella


 La miraríamos como a una piedra

   esférica y cerrada

   en la palma de la mano

   justo antes de que la arrebataran

   la furia del oleaje

   y la voracidad de las tormentas


 

EL BREVE DESMAYO DEL COLUMPIO

 'El breve desmayo del columpio'

  El momento de saber algo sin el qué

  Ese momento que ya lo ha explicado todo 

         (cuanto se puede explicar)

  Es el niño, una vez más, el que lo sabe


   Si alguien escribiese sólo ese verso

             ya hubiese escrito lo suficiente

   En y sobre la existencia


   'El breve desmayo del columpio' 

domingo, 21 de febrero de 2021

UNA DETENCIÓN EN BARSTOW

 

                                                           Para Alex


 Una breve detención.

 Llegamos con los ojos llenos de lágrimas invisibles

por la asombrosa música que, con la cabina cerrada

y a todo volumen, veníamos escuchando.

 Juro que las colinas celestes parecían traídas de la India

 en ese instante

 El olor de la nafta nos excitaba las narinas

    como si fuésemos un par de caballos colocados

    en los cajones de largada

 Juraría que la pista-ruta ondeaba por su cuenta

 Los vapores del calor, la respiración del desierto,

la nafta rebosando gases de alto octanaje,

nos sumergieron en los amaneceres de Aurangabad.

Había paisajes hasta donde alcanzaba la vista

para cualquier parte, paisajes que no podrías recorrer

siquiera con cuatro resurrecciones seguidas.

El cielo no daba la impresión de interesarse por nada.

El empleado de la gasolinera,

que no nos había mirado en ningún momento,

sonrió raro al cobrarnos: se estaba meando encima.


NOTA agregada en agosto de 2023.

  "se imaginó conduciendo, ideando audaces cambios de

carril, estratégicos cambios de marcha, por la ruta de 

Hollywood a San Bernardino y todo recto, más allá de

Barstow, más allá de Baker, directa al centro, duro y blan-

co del mundo." Joan Didion, en la magnífica "Según venga

el juego" ("Play It As It Lays")


 No hay que confundir Barstow con Braclaw, una pequeña

localidad de Ucrania. (Ni a Ucrania con Urania, que es la musa

de la Astronomía y de la Astrología.) Por otra parte Gatow, es

un barrio histórico de Berlín.

 


PARODIANDO (UN POCO) A BRECHT

 Yo, R.R., soy de los grandes lagos

    y de los bosques del norte

Mi madre debió mudarse a esa ciudad hecha

    de viento, hielo y nieve

    mientras yo estaba pensando quién sabe qué

    en su vientre.

 El frío que sufrió mi madre

     parece que permanecerá dentro mío 

   hasta encontrarse con la muerte.




 NOTA

 Algo más de un año después me encuentro con estos versos

de Joseph Brodsky, que vienen al caso:


  He nacido y crecido en las ciénagas bálticas, al amor

 de las olas de zinc, que siempre revientan a pares,

 y es de aquí que provienen las rimas, y de aquí, 

                                                             la voz apagada

 que se trenza entre ellas como el pelo mojado

 si es que aquélla se llega a trenzar.


 Un caso raro el de Brodsky para mí: admirable ensayista,

parece saberlo todo acerca de la poesía, pero salvo excep-

ciones (como los versos recién citados), no me soplan la

piel sus poemas, por más fama que carguen.


lunes, 15 de febrero de 2021

POEMAS DE STEFAN HERTMANS

 






EL VUELO


 Las compuertas junto al mar están abiertas,

la tierra se retira silenciosamente

gorgoteando entre las cañas y se enrosca

de regreso a la orilla del río.


Están corriendo y saltando.

Nadan contra el tiempo y la corriente.

Sus hocicos coronan la línea del agua,

sus ojos negros y parpadeantes.


Entonces saltan a la costa

avanzando apurados, siguen y siguen,

las orillas de la muerte fundiéndose detrás suyo.

Pieles y garras se están secando.


A lo lejos y tenue en sus oídos

todavía hay un rugir; luego cae el silencio

en sus martilleantes corazones.




LA COSECHA


Él había presenciado la siega,

y el sonido que hace la caída

antes de que los tallos de maíz se quiebren.


Hileras que había visto, e hileras,

aún más hileras que cayeron detrás

del canto de la guadaña,


el siseo de las glotonas

bocas de metal.


Alambre de púa rodea el laberinto,

la piel brilla en el cercado,

y para dormir hay paja.


Eso que yace en el suelo

podría haber traído frutos,

pero la cosecha fracasó


en su propio barro,

en su propia carne,

y nadie ve el cereal.




EL VADO


Una curva en el camino de tierra

que el río acompaña.


No hay arena pero hay semillas

que, cosidas por las heridas,

nunca germinaron,

se pudrieron antes de la cosecha.


Los nombres son de hierro, son de piedra.

Una tierra que empuja su camino

dentro de sus propias profundidades y es reflejada

en un vacío cielo.


Los pozos están llenos,

las voces incontables.


El pasto está creciendo grueso y opulento

como el pasto en todas partes, brilla y frota

a pesar de todo lo que sabe.

Ya el cuclillo ha arrojado su ojo

sobre un nido vacío.


El ganado pasta lánguidamente aquí

en el mórbido crecimiento de la paz.




LA BALSA


De repente en el río hay una balsa.

Entra despacio a la vista pasando la curva

basculando hacia los vivientes.


No hay nadie que no 

la haya visto, el silencio es inmenso

y oscuro, las orillas están sedientas


de sangre, la balsa deriva y gira,

y no pasa después de todo.


Algo está ahí que alguna vez

tuvo una forma y ya no se mueve.

Silenciosamente se desliza fuera del mundo.


Deriva y se queda. Carga a los muchos

que vendrán luego sumisos.

sin forma.



El escritor de origen belga-flamenco Stefan Hertmans

recibió como legado de su abuelo un cuaderno de apun-

tes de la Primera Guerra Mundial. Hertmans usó ese

cuaderno como base para su visionaria recreación de las

experiencias de su abuelo (o de un hombre en esa guerra),

en el frente de Flandes. Mientras escribía su novela Gue-

rra y trementina, publicada en 2015, Hertmans escribió 

estos cuatro poemas. La acción relatada se situó en Terva-

ete, situada en una curva del río Yser, en 1914. Las tropas

belgas contenían allí el avance alemán con altísimo costo.

Durante las mareas altas del 26 al 29 de octubre, las esclu-

sas de Nieuwpoort fueron abiertas gradualmente, inundan-

do los alrededores,  y deteniendo el avance alemán hacia el

mar. Un preludio de la guerra de trincheras que se avecina-

ba.

Los cuadernos de su abuelo Urbain son convertidos en una

experiencia-novela-memoria, en la gran novela del nieto.

Refiere la historia de la tragedia que significó su participa-

ción en esa espantosa guerra, a la vez que su narración re-

corre el siglo XX. Cita en ella a W.G. Sebald, un maestro

del siglo a mi entender: "Nunca, así dijo, habría creído lo

largos que pueden llegar a ser los días, el tiempo y la vida

para quien ha quedado relegado a una vía muerta."

Ese pasado, para Hertmans sigue vivo e irresuelto 60 años 

después de la segunda gran guerra -años que el poeta llama

no tanto de paz como de no-guerra.


La versión al inglés de estos poemas es de Donald Gardner.

FUENTE







Modern Poetry in Translation. No 3 2014. The Singing of

the Scythe. Poetry of the First World War., 2014.




 Versiones al castellano: Robert R. Rivas

viernes, 12 de febrero de 2021

DIEZ POETAS COREANOS DEL SIGLO XIX

  




SOBRE LAS RUINAS DE UN PALACIO

               NAM BYÖNG-CH'OL (1817-1863)


Sobre las ruinas de un palacio enterrado en el silencio

el otoño viene a vestir los árboles de rojo.

Mientras que el viento del oeste sopla sobre las tumbas reales.

Las montañas y los ríos se bañan en luz nocturna.

Mientras lánguidas lágrimas brotan en mis ojos, me pregunto

Si su consagración de toda una vida a Buda les hizo algún bien.

La pena y la rabia se convierten en sentimientos heredados.

Muchos sujetos leales ocuparon los cuartos en vano.




 BEBIENDO SOLO EN UNA NOCHE PRIMAVERAL

                     AN JUNG-SÖP, (s. XIX)


Habiéndome complacido en un sueño primaveral, 

        me desembriago al atardecer-

Para ver la luna brillando sobre las flores del ciruelo.

Por fin me he decidido a llevar una vida simple, 

         despreocupada:

Prefiero comprar un conjunto de clásicos que fértiles

          parcelas de tierra.




LA COLINA DE LA LUNA LLENA

              YI KYÖNG-MIN (1814-1883)


Ahora quinientos años de gloria real se han ido,

Su pompa no ha dejado otro rastro que exuberantes pinos.

Sobre las ruinas donde las flores han marchitado, 

                           reina la tristeza;

El canto del ruiseñor profundiza el pathos sobre los terrenos

                            del castillo.

 Los campos labrados invaden las escalinatas del palacio;

El pasto de la primavera, impertérrito, crece sobre las barandas.

Aunque apena a mi corazón ver esto,

 Los reinados se alzan y caen como un arroyo que fluye.




EL DOLOR DE UNA VIUDA

         CHÖNG SANG-KWAN (Principios del s. XIX)


En el día festivo de la Luna Llena de otoño

Una viuda llora todo el día ante un túmulo en la colina.

Allá en el valle, el arroz se ha convertido en oro;

Lo que ella plantó con su hombre, ahora debe comerlo sola.





HOJAS CAÍDAS ALREDEDOR DE UN POZO
DE PIEDRA

                                 HONG KIL-JU  (1786-1841)


Ne gusta sentarme a la sombra de un olmo exuberante.

Supera a las flores en gracia y belleza.

Mejor no barras, entreteniéndote junto al pozo;

Deja que las hojas del otoño cubran el suelo.




CRISANTEMOS

            SHIN WI  (1769-1847)


Compartir el vino con un visitante es un placer,

Pero no me molesta beber solo.

Temiendo que los crisantemos se rían de mi botella vacía,

Envío mis libros y saco como garantía del pago posterior.




EL PUESTO MARCIAL

                             YI HI-BAL (1768-1849)


Mientras cae el atardecer sobre el castillo de frontera, 

                           me inclino solitario sobre la barandilla.

La tonada de la pipa del enemigo flota sobre las torres.

Yo pregunto, "¿Dónde está la línea que nos separa de China?"

Sonriendo, tú apuntas más allá del río donde se vislumbra

                            una montaña.




OYENDO A LOS GANSOS SALVAJES

                        KANG WI (1820-1884)


¿Para qué necesitan preocuparse por el sustento?

Si viene el otoño o se va la primavera, ¿deberían ocuparse?

Su único placer es permanecer despreocupados en el aire frío;

Pocas veces descienden al barro, permaneciendo por encima

                                   de las nubes.




EL ESTANQUE ILUMINADO POR LA LUNA

                                 YI GÖN-CH'ANG (1852-1898)


Incapaz de dormir a causa de la luna llena,

Salgo de mi cabaña y camino hasta el estanque.

Las flores de loto han derramado sus pétalos,

sin embargo aún permanece su fragancia.

Una suave brisa levanta las hojas de loto;

En lo profundo del agua brilla una estrella.

Hundo mi mano en el estanque para atraparla.

El frescor del agua me punza hasta el hueso.




VIENDO A YÖNG-JAE EN SUEÑOS

                    HWANG HYÖN (1855-1910)


Lo que más me duele en el mundo

Es ver a mis amigos sólo en sueños;

La alegría dura sólo un momento;

Despierto de nuevo a mi gran tristeza.

El viento sopla y el bambú frota;

La nieve arroja luz sobre la ventana vacía.

Me pongo la ropa y salgo, solo:

El frío cielo tachonado de incontables estrellas.



La Dinastía Joseon, a la que pertenecen estos poetas y poemas,

se extendió en Corea durante cinco siglos, entre 1392 y 1897.

Puede percibirse en estos escritos la continuidad de la riquísi-

ma tradición poética coreana. Esta poesía recién dejó de escri-

birse en chino gracias al primer sistema fonético de escritura 

corena, el Hun-min-jöng-üm, que ahora se llama Hangül, y

que fuera inventado por el Rey Seyong el Grande (1397-1450)

y sus eruditos de la corte y que fue promulgado por orden real

en el siglo XV. Aún después de esta orden, muchos escritores

siguieron escribiendo en chino, y esto siguió siendo así hasta

fines de la Dinastía Joseon.



FUENTE


Sung-il Lee. The Moonlit Pond. Korean Classical Poems

in Chinese. Copper Canyon Press, 1998.




Versiones al castellano: Robert R. Rivas


Otros textos vinculados:

OCHO POETAS COREANOS, SIGLOS XIV A XVI

POESIA CLASICA DE COREA

4 POETAS MEDIEVALES COREANOS

lunes, 8 de febrero de 2021

TEXTOS QUE SE QUEDARON SIN LIBRO

 1. LA PUERTA


  Se abre por fin la puerta

  y el terrorífico guardián

 -apartándose-  

 se cubre el rostro con la manga.


 De pronto, K. es libre.


 Recibe el viento huracanado

 que esa palabra suelta en su interior.


 ¿Qué viene a ser,

 se pregunta,

 una puerta sin guardián,

 y qué su otro lado?


 Cruzar esa puerta

 ¿es acaso entrar en la vida?


 ¿No es la libertad

 el estado de depender totalmente

 del despotismo del azar?




 2. PERTENENCIA


 Tenía un llanto

 tan...

 recóndito

 que parecía, en esos momentos,

 pertenecer a otra civilización.


 O que todos los demás

 pertenecíamos a algo

 que todavía no era

 una civilización.




 3. MARES Y MAREAS


 Usted está en el mar

 se dijo

 y usted perdió los remos


 'Y el botecito también',

 le susurró su voz


 Usted ha desatado

 los nudos 

 que fijan las direcciones


 El mar ahora es ese cuerpo

 en el que el corazón casi nunca duerme

 Usted mismo es la marea y el oleaje


 Usted es su propio 

 indesentrañable 

 misterio


 Ahora, nade




4. EL PADRE (versión a)


 Reconoce entre todas las voces

 la voz de su padre

 si es que las pulsiones son voces


 Se es una derivación

 de lo insabible de un padre


 De quien resulta peligroso tener partes

 y aún más peligroso no tener nada


 En este caso:

 si amara al padre que lo odiaba,

 o si odiara al padre que lo odiaba,

 si se desearan el innacimiento o la muerte...

 ¿cómo componer una vida?


 Sin buscarlo lo encuentra

 la voz de su padre

 No pueden decirse una sola palabra

 Y en ese silencio no habita el descanso



EL PADRE (versión b)


No es frecuente en absoluto tener

     la impresión de la voz del padre

Sus fragmentos, sus resonancias,

     sus alteraciones, en cambio, sí.


Lo que creo  que se tiene de un padre

     piezas magnéticas que querríamos alejar,

         son sus pulsiones.


El padre es en el doble fondo un desconocido

   (doble, porque todos lo somos y porque el fondo

        justamente vienen a ser las pulsiones.


Ahora bien: resulta peligroso 

     ser poseído por fragmentos grandes

           de las pulsiones de un padre.

Pero aún más peligros tal vez

   no tener ni vestigios de ellas.


Con este, entre tantos otros asuntos,

hay que arreglarse


Él decía... 

Lo demás está dicho. Y lo dicho dicho está.




 5. IMPRESIONES


 Hablar en balbuz,

 disfrutando de las corrientes

 provisorias 

 de confianza.


 Logrando que los pensamientos sientan


 Por las noches

 esperar sobre el lecho del cuerpo

 que el mar oscuro

 traiga el sueño entre su oleaje


 Por la mañana

 grandes contramareas


 Alguna vez sentimos

 que podíamos hablar directamente

 tanto con las aves como con los ríos


 y hasta malentendernos

 

 

 


   

domingo, 7 de febrero de 2021

RELACIONES

¿A MODO DE DIGRESIÓN?


¿Es necesario permitir que se produzcan estas relaciones? 

Siempre (bueno, no quiero decir desde siempre) pensé que

los grandes poetas requieren grandes memorias. Entonces

ellos simplemente (no es tan simple, pero sucede, y sucede

tanto que se termina creyendo en eso) dejan que 'el sistema'

asocie un elemento actual con uno de la memoria. O varios.

Y eso suele llevar a encadenamientos sucesivos. ¿Es

lícito el procedimiento? ¡Por supuesto! ¿Qué haría sin estas

conexiones asociativas de cada escritor la literatura?


Entonces, si uno lee uno de los drásticos 'poemas' del

Dr. (Gottfried) Benn, del libro llamado Morgue, descubre

en un texto llamado "La novia del negro" lo siguiente:

   "Entonces sobre almohadas de oscura sangre

   se recostaba el cuello de una mujer rubia.

   El sol rabiaba en sus cabellos

   y lamía los pálidos muslos

   y se arrodillaba ante los pechos un poco más oscuros,

   aún sin deformar por los pecados y los partos.

   Un negro junto a ella: la coz de algún caballo

   le había destrozado los ojos y la frente..."


 Esta descripción despertó de inmediato el recuerdo de algo

leído en el bellísimo libro de Cynan Jones, llamado La tejo-

nera, que dice así:


  "Se acercó a la yegua [se trata de la mujer del narrador],

llamándola, y empezó a darle palmadas en la ijada, y la

yegua se sacudía el agua de la testa y se alejó de la charca

con ella.

  Más allá de la charca, al otro lado de los árboles, una ban-

dada de grajos volaba en círculo, y los observó graznar y 

volar en círculo mientras almohazaba a la yegua. Ésta, al

parecer irritada, retrocedió unos pasos, y ella hizo ademán

de seguirla pero de pronto se detuvo y se quedó contemplan-

do por un momento la casa de labranza, a unos cientos de me-

tros, y pensó en lo que llevaba dentro. La invadió un hondo

sentimiento de abundancia y felicidad, un sentimiento que la

recorría sencilla y plenamente. Y entonces la yegua la coceó.

(...) Ya tenía el cerebro muerto cuando él llegó, y lo que vio

en realidad solo era su cuerpo, que seguía funcionando sis-

temáticamente."


 A su vez, rememorar (y copiar) este fragmento me recordó

inevitablemente la muerte de otra mujer amada (muy amada)

por su marido. Se trata de una novela maravillosa (créanme

que no exagero) de Denis Johnson, Sueños de trenes. Porque 

en esta historia también mueren la mujer y la hija del protago-

nista, un hombre sencillo, un jornalero del Oeste norteameri-

cano de principios del siglo XX. Digo que también mueren

su mujer y su hija, porque en "La tejonera" la mujer que mue-

re estaba embarazada ("y pensó en lo que llevaba dentro"). 

 He aquí un párrafo de este libro, que trata acerca de uno de

los primeros encuentros de la pareja:


 "Desplegaron el mantel junto al hilo de agua de un arro-

yuelo estacional que discurría sobre la hierba y se tumba-

ron juntos. A Grainier aquel prado le parecía hermoso. Al-

guien debería pintarlo, le dijo a Gladys. Los ranúnculos se

mecían bajo la brisa y a las margaritas les temblaban los 

pétalos. Y sin embargo, más lejos, al otro lado del prado,

parecían inmóviles.

 -Ahora mismo creo que entiendo todo lo que existe -dijo 

Gladys."


   Benn nos confronta con el lado más duro y siniestro de la

muerte. En su Morgue los cuerpos están inermes y la muer-

te los ha despojado de sentido. En cambio, tanto el personaje 

de Jones como el de Johnson (¡hasta hay cierta similitud en 

los apellidos, aunque Jones es galés y Johnson es... "nació 

en Munich, pero se crió en Tokyo, Manila y Washington"!)

cargan de amor a esas mujeres muertas de tal modo que retie-

nen una parte fundamental de las mismas.


En Morgue hay un poema que se titula Réquiem. 

"Dos en cada mesa. Hombres y mujeres

en cruz. Cerca, desnudos, y pese a ello, sin dolor.

El cráneo abierto. El pecho partido en la mitad. Los

cuerpos engendran ahora por última vez."


Pero el título del poema magnetiza otra asociación: ¿cómo

no pensar en Anna Akhmátova, cuando se escucha ese nom-

bre?

Dice la gran poeta rusa al inicio de ese libro bello y terrible:


"En los años terribles de Yezhov* estuve diecisiete meses pa-

rada en las filas frente a las cárceles de Leningrado. Una

vez alguien me reconoció. La mujer de labios azules, que es-

taba detrás de mí y que seguramente jamás había oído mi

nombre, recobrándose del aturdimiento tan común para to-

dos nosotros, me preguntó al oído (allí todos hablaban en

voz baja...):


 -Y esto, ¿puede usted describirlo?

 Y yo dije:

 -Sí, puedo.


Entonces una especie de sonrisa rozó aquello, que antes ha-

bía sido su rostro."


* Nicolai Yezhov, jefe de la Policía Política en los peores

años de la purga estalinista, entre 1936 y 1938.


Denis Johnson. Sueño de trenes. Random House, 2016.

Gottfried Benn. Morgue. Incluído en Poesía 1912-1920.

Alción, 2002.

Cynan Jones. La tejonera. Turner, 2014.

Anna Akhmátova. Réquiem. Cátedra, 2006 (existen varias 

versiones).