lunes, 9 de enero de 2017
LA POESIA DE LOS MITOS DE LOS ORÍGENES
No era su intención y por eso lo han logrado.
Decía Michaux: "basta tener la intención de crear un poema
para matarlo".
En estos casos, en cambio, se cuenta lo que los sabios de
esos pueblos transmitieron para darle un orden al mundo.
La palabra 'orden' puede generar confusiones.
El escritor ante el ordenador, por ejemplo. Ahora ha salido
al mercado una suerte de máquina de escribir que disimula
el ordenador que tiene dentro. Es para que el escritor no sien-
ta que la máquina ordena las palabras por él, o que la máquina
le ordena qué escribir, y qué no.
Un esquimal (ellos se denominan Inuit) llamado Igjugarjuk
dice lo siguiente acerca de los chamanes, que son los provee-
dores de sabiduría de su pueblo: "La verdadera sabiduría só-
lo puede hallarse lejos de la gente, allá afuera, en la gran
soledad, y no se la encuentra en el juego, sino sólo a través
del sufrimiento. La soledad y el sufrimiento abren la mente
humana, y por lo tanto un chamán debe buscar su sabiduría
allí."
Los mitos de los orígenes intentan fijar algún punto de parti-
da. Un marco que lo abarca todo en su explicación.
El mito maya de la Creación comienza diciendo: "Es de lo
más necesario creer esto. Estas son las piedras preciosas que
nuestro Señor, el Padre, ha abandonado..."
Ciertamente, cada pueblo tiene que tener algo de elegido.
No es nada casual que el origen etimológico de una gran
cantidad de nombres de los pueblos signifique "los humanos".
Ese algo de elegido es una identidad. E idéntico, realmente
idéntico, no hay nada. Pero cada pueblo -y cada niño, si las
cosas van bien- tiene que distinguirse de los demás -de Lo
demás, de Lo otro- para adquirir una existencia que podría-
mos llamar 'propia'.
MITO GUARAO DE LOS ORÍGENES
Los Guarao son indios de Surinam, en América Central.
Al principio de los tiempos no existía la noche, era todo un
perpetuo día. La oscuridad la tenía metida un indio en su pe-
taca o baulito envuelta en una especie de paño y nadie lo sa-
bía.
Ahora se escuchó el trueno, se vio el relámpago en las nu-
bes, se deslizaba como culebra de candela.
El rayo es piedra de la lluvia; el rayo es el resplandor de la
lluvia en el mar de arriba [el cielo].
Desde lejos se veían el Arco Iris, la corona de plumas de la
culebra. Estaba desplegada en el aire secando sus plumas a
la luz del Sol.
De Fray Cesáreo de Armellada, reconstrucción de RR.
"Los waraos (o guaraos) que mueren sin ser bautizados se
transforman en mariposas con alas de pluma."
LA CREACIÓN DEL MUNDO HUMANO
Según los Guayakí de Paraguay
Los primeros ancestros de la gente vivían en una honda
tierra tenebrosa.
Los primeros ancestros de la gente partieron de la honda
tierra tenebrosa.
Todos emergieron.
Los sobacos de los primeros ancestros de la gente olían mal.
Su piel era amarga, su piel era muy oscura.
Por un camino de agua bellísima los primeros ancestros de
la gente partieron de la honda tierra tenebrosa.
Emergieron todos.
Como armadillos, los primeros ancestros de la gente escar-
baron sus salidas con las uñas.
Los primeros ancestros de la gente tenían las manos vacías,
sin arcos, sin flechas, sin tapones labiales.
Todas las mujeres tenían las manos vacías.
De John Bierhorst. The Mythology of the South American
Indians.
CÓMO LA HUMANIDAD RECIBIÓ EL FUEGO
Los indios Taulipang, de Guiana, América Central.
En los tiempos antiguos cuando la humanidad aún no tenía
el fuego, vivía allí una mujer llamada Polinosamóng. Ella
cargaba con un montón de leña hacia su casa y la puso en
la chimenea (hogar). Entonces se inclinó y el fuego surgió
de su panza y de su traste y encendió la madera. Cocinó
toda una pila de tortas de mandioca mientras que el resto
de la humanidad todavía hacía lo que podía, cocinándolas
en el sol.
Un día una muchacha vio cómo la anciana mujer hacía
fuego y se lo contó a todos los demás. Fueron a la vieja mu-
jer y le rogaron un poco de fuego, pero Polinosamóng, la
vieja sapo, no quería darles ni un poco y dijo que no tenía
ni para ella. Pero la gente no se iba a tragar las mentiras de
la vieja mujer y la agarraron y le ataron los brazos y piernas
y juntaron una enorme pila de leña, pusieron a la anciana
encima, y empujaron su panza: el fuego se disparó desde
su trasero.
El fuego se convirtió en piedra de fuego [pedernal], y aún
hoy la gente puede obtener fuego del pedernal, golpeándolo.
De Hugh Fox, First Fire. Central and South American Indian
Poetry. Muchas veces Prometeo, el habitual proveedor del
fuego, es representado como serpiente, sapo, etc. Es necesa-
rio recordar que Eva (la Madre Tierra) y la Serpiente (Padre
Serpiente/ Prometeo) constituyen el par mítico primordial.
MITO DE LA CREACIÓN
Indios Uitoto de Colombia
1.
Un fantasma, nada más existía en el comienzo; el Padre
tocó una ilusión, aferró algo misterioso. Nada existía. A
través de la acción de un sueño nuestro Padre Naimuena
[el que es o tiene un fantasma] guardó la imagen en su
cuerpo y ponderó largamente y pensó con profundidad.
2.
Nada existía, ni siquiera un palo para sostener la visión:
nuestro Padre ató la ilusión al hilo de un sueño y lo conser-
vó con el auxilio de su aliento. Pareció que él alcanzaba el
fondo de la aparición, pero allí no había nada. Nada existía
en verdad.
3.
Entonces el Padre volvió a investigar el fondo del misterio.
Ató la ilusión vacía al hilo del sueño y empujó la substancia
mágica sobre ello. Así con la ayuda de su sueño lo sostuvo
como un mechón de algodón crudo.
4.
Entonces él sujetó el fondo del espejismo y golpeó repetida-
mente sobre él, sentándose por fin encima de su soñada tierra.
5.
El fantasma-tierra ahora era suyo, y él escupió saliva repetida-
mente para que los bosques pudiesen crecer. Entonces se acos-
tó sobre su tierra y la cubrió con el techo del cielo. Como era
el dueño de la tierra ubicó sobre ella el cielo azul y el blanco.
6.
Desde entonces, Rafuema, "el hombre que tiene las narracio-
nes," sentado al pie de los cielos, reflexionó, y creó esta his-
toria para que pudiésemos escucharla aquí sobre la tierra.
[Los Uitoto de Colombia son, en todas sus acciones, pensa-
mientos, y sueños, guiados por los misteriosos procesos lu-
nares de crecimiento, Decrecimiento (luna menguante), y
re-crecimiento. El ser divino que reverencian más profunda-
mente es una representación no de lo inmodificable absoluto,
sino de los procesos de conversión, muerte y resurrección.
La tierra es una creación de la luna.]
K.T. Preus. La Religión y la Mitología de los Uitoto.
De Margot Astrov. American Indian Prose and Poetry.
Uno de los libros más bellos que he conocido. Y que tuve
la suerte de adquirir a los 25 años. En otras palabras, que
me ha acompañado mucho tiempo...
Un Canto de los Akán de Ghana.
EL CREADOR
El sendero cruza el río;
el río cruza el sendero.
¿Cuál es el más más viejo?
Nosotros hicimos el sendero y encontramos el río;
el río es de hace mucho,
del creador del universo.
El Akán es una lengua hermosa que incluye un número de
dialectos, como el Twi o el Fante, que se hablaba en el anti-
guo reino de Ashanti. Su Dios Supremo es Onyame o Nya-
me, el que ayuda a todos aquellos que no pueden ayudarse
a sí mismos, y Su sabiduría derrota a todos los problemas
humanos. De Jan Knappert. African Mythology.
El pequeño poema es de: Ulli Beier. African Poetry.
LA CREACIÓN
Los Fulani, de Nigeria.
En el inicio había una inmensa gota de leche.
Entonces Doondari vino y creó la piedra:
Entonces la piedra creó el hierro,
Y el hierro creó el fuego,
Y el fuego creó el agua,
Y el agua creó el aire.
Entonces Doondari descendió por segunda vez,
Y tomó los cinco elementos
Y les dio forma humana.
Pero el hombre era orgulloso:
Entonces Doondari creó la ceguera, y la ceguera derrotó al
[hombre.
Pero cuando la ceguera se tornó muy orgullosa,
Doondari creó el dormir, y el dormir venció a la ceguera;
Pero cuando el sueño se volvió demasiado orgulloso,
Doondari creó la preocupación, y la preocupación derrotó
[al sueño (dormir);
Pero cuando la preocupación se volvió demasiado orgullosa,
Doondari creó la muerte, y la muerte venció a la preocupación;
Pero entonces la muerte se tornó muy orgullosa:
Doondari descendió por tercera vez,
Y vino como Gueno, el eterno:
Y Gueno derrotó a la muerte.
De Jack Mapanje y Landeg White: Oral Poetry from Africa.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
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