domingo, 31 de enero de 2021

UNA TEMPORADA OCULTA

 

 De un cuaderno -que ya no existe. Releído y ligeramente comentado.

 Al cual acude este verso de Valéry Larbaud, en las dos versiones que tengo

 guardadas.

 "oh lágrimas inminentes, lavad todos mis pecados"

 "oh lágrimas que afloráis, ¡lavad todas mis culpas!"

 ¿Culpas o pecados? Algo me dice que no son para nada la misma cosa.


 "Últimos días de diciembre del 84. Noches inundadas de sue-

ños y de tormentas inquietantes. Pensando la noche anterior en

el peso del día que viene. 

 A la mañana paso a buscar a D. Anoche le había preguntado

(cuando él a su vez me preguntó cuándo volvía a casa): "¿vos

me lo preguntás porque me extrañás o por preguntarme nomás?"

¡Cuánto me revela ahora releer esto! ¡En qué estado de insensi-

bilidad anestésica tenía que estar!  Él me contestó: "por pregun-

tarte nomás", con una soltura conmovedora. Pero esa noche no 

quiso (sabiduría inconsciente) venir conmigo."


 "Uno sabe muy bien que es una convicción muy profunda. Va-

ya a saber hasta dónde su hunden las raíces de esta convicción.

¿Cómo arrancarla? Si la naturaleza de una convicción es justa-

mente formar parte de uno. Tal vez la parte más "uno mismo"

de uno. Entonces, ¿quién sería el que arranca?

 Y también: si no se arrancan esas raíces, no se arranca. Enca-

jado en el dolor de la pasión, que sabemos que es engañosa...

¿Cómo hacerse a un lado? ¿Saliendo de sí? ¿Por alguna de las

dos salidas conocidas?

 ¿Cómo olvidarse de uno mismo si se está poseso? Estás atra-

vesado en tu propio camino."

 (¿Y cómo narrar un sufrimiento ya antiguo? Inevitable posi-

ción crítica. Y necesidad de respetar lo sentido.)


 "¿El atravesamiento de lo que está atravesado vendría con una 

caída definitiva en la desesperación, o con una catástrofe?

 Construcción de un aparato casero de elevación de durmientes 

de quebracho. No es tarea para fines de semana. Por lo menos

no para estos fines de semana."


 "La vida de escritor pleno, ¿Dónde estaría? ¿Este era mi ser

definitivo? ¿Esto es lo que me esperaba desde el futuro sin

que yo lo sospechara? ¿No debí sospecharlo? Y en ese caso,

¿no debí cambiar de camino? ¿O eso que nos espera desde el

futuro es lo que se ha bautizado destino? ¿Este iba a caminar

conmigo lo que faltaba? Lo (me) miré de soslayo en un mo-

mento de distracción. No, a este lo iba a abandonar en alguna

parte a la primera de cambio. Engañaría al destino. Le entrega-

ría al entregado y saldría corriendo sin que me pescara. ¿Po-

dría decirse un día "he engañado a mi destino?"."


 "Le pregunto a D., que está sentado conmigo en el club: "¿qué

estás pensando?". -"Nada. Que si dicen que el sol evapora el

agua de la lluvia, ¿Cómo es que no evapora el agua de la pile-

ta?""


 "¿Y la vida del viajero vagabundo? ¿Por qué no? En estos 

días he leído con fruición -la poca fruición que le queda a un 

condenado- una guía de viajes muy buena acerca del África 

Occidental Francesa.

Tanto la leí, que me quedó para siempre la sensación de que 

el menos una pequeña fracción mía había estado ahí: Sierra 

Leona, Dakar, Dahomey,Abidjan, Ghana, The Gambia... La

 suposición de que irse es ir-se-de-sí. ¿Cuál era -lo sé muy bien- 

el Upanishad que dice: "Lo que está aquí también está allí, y lo 

que está allí también está aquí"?"


 "Abandonar todo. Quebrarse el eje, el corazón, el pecho, la

existencia, como una rama. "¡Muy interesantes pensamientos",

dice la otra parte de mi mente, "si contásemos con el monto

de energías necesario para ese viaje, no necesitaríamos hacer-

lo!""


 "Anotación. Dice Mary Austin: "Uno puede regalar un canto

a un amigo, o legarlo a la tribu al morir; o uno puede morir

sin haberlo cantado a nadie más que a su Dios."

 La misma Mary Austin oyó a un anciano de la tribu yokut

cantar su Canto de Muerte: Toda mi vida/ yo he estado/

buscando.

 Entre los guaraníes algunos cantos son asequibles a todo el

mundo, mientras que otros sólo pueden ser revelados a los

miembros de la misma tribu o a veces sólo a unas pocas per-

sonas de mucha confianza. Además del lenguaje corriente,

los guaraníes tienen otro dos: uno es el lenguaje religioso

("las palabras de los situados arriba de nosotros") usado por

los ancianos y ancianas que han recibido las comunicaciones

de la divinidad; y el otro es un lenguaje secreto del que sólo

se han podido averiguar algunas palabras, frases y oraciones,

y que se revela únicamente a los iniciados. Y hay entre ellos

otra clase de cantos ("los cantos verdaderos") que son ininte-

ligibles aún para sus propios cantores." Habría una vida se-

creta en nosotros, y otra aún más secreta dentro de la prime-

ra. Tal vez éramos otra cosa que lo que pensábamos que éra-

mos. La esperanza suele disfrazarse. Y a veces logra confun-

dirnos."


 "(Al caminar, diría, le circula la diosa. Le pedirías que camine,

siempre, que pase, que siga pasando, que jamás se detenga, ni 

se siente, ni hable, ni entre en los gestos humanos que tanto 

nos usan y cansan.)"


 "Otra tarde, D., sobre una revista dedicada a Wilander: "Uh, a 

esta revista la voy a leer hasta que se terminen las palabras...""


 "Recordé, por supuesto -¿cómo no iba a recordarlo, si sufrir

parece mi única actividad más o menos continua?- que Dos-

toievsky decía que todo escritor tenía que "sufrir mucho

e indescriptiblemente" para poder comprender la vida y escri-

bir bien. No sólo se pone en trance lo de vida y escritura, su

precio y su valor y sentido, sino que cuando se sufre hasta ese

grado -y nadie ha podido medir los sufrimientos, su verdadero

peso, diferenciado de la carga emocional que se le agrega o,

también, el goce que hay en juego- no creo que se pueda ha-

cer casi nada. Ni siquiera -¿o habría que decir 'menos toda-

vía'?, escribir. Después, después."


 Pero pasado el tiempo, ese sufrimiento sufre (a su vez) trans-

formaciones. Durante cierto tiempo uno puede condolerse. 

Uno que ya no es o no se siente (la misma cosa) el que era 

(al menos del todo), se mira desde otro lugar, pero sigue to-

mando partido por lo que sentía entonces. Pero a medida que 

pasan los años, ya no es igual. Ese sufrimiento me resulta pa-

tético y me produce rechazo. Más rechazo que vergüenza, pe-

ro también hay vergüenza a raudales.


 En ese estado sólo (y solo) se saca tierra de un lugar para

ponerla en otro. En un momento, a la noche, sintió que se

destapaba un monstruo en su interior. Un monstruo destruc-

tivo. Volarle la cabeza al monstruo. Che, ¿quién está al man-

do de esto? La tierra parece que se hubiese volcado en el co-

razón.


 "Sale de madrugada a recorrer los ghats. La impresión de so-

ledad y de silencio en un mundo habitualmente atiborrado de

todo -ruidos, gente, colores- no trae verdadera calma. La con-

dición de extranjero, de observador a la vez del entorno y de

sí mismo, la impresión de ser un intruso en su mundo real-

alucinante, no se pierde en ningún momento. En el ghat de

Chauki, un letrero que dice: "El Ganga es el cordón umbili-

cal de la cultura india". Lo lee distraídamente. La metáfora

es insuficiente. Está parado ahí, en el lugar que imaginó lo

sacaría de sí mismo, lo 'salvaría' convirtiéndolo en un extra-

ño de sí mismo, y no corta el cordón. Se resiste a ser un río

que corre y corre y ninguna otra cosa."





 "Doloroso deseo. Imágenes. ¿Por qué tantas imágenes? Insa-

ciables imágenes. Inolvidable olvido era uno de sus nombres."


 "La muerte nos recorre con los ojos cerrados.

 En los cuerpos llueve en silencio.

 Vangan, 1217-1300: "My last word?/ Spoken before time

began." Son los poemas japoneses zen a la muerte.

 En cambio, él se dice: "So I sing the same old song/ Over

and over.""


 "Todos los barcos dejan puerto.

 Un puerto que piensa. En otra cosa. En algo."


 ""Impaciencia es el cardumen de mi cuerpo"

 Me gustan los virajes de los cardúmenes, pero este no vira.

Sólo tiene la multitud del cardumen, su miedo, su vibración.

 ¿Dicho a quién?"


 "Acá el aire está lleno de mitos, historias, fantasmas. Los

vivos y los muertos habitan el mismo aire. Las hogueras al

borde del río unen para siempre ambos 'bandos'. Los muer-

tos -si se los puede llamar así- están pasando al aire. El río

se llena de cenizas, en las que se bañan los vivos -si es, de

nuevo, 'que se los puede llamar así'. Este sitio te tienta con

dejarte llevar, abandonarte. Es la filosofía que surgió de es-

te pueblo, es la filosofía que lo construyó. Acá la vida y la 

muerte están todo el tiempo en todas partes.

 Y, mientras tanto, la música incesante de la radio, transmi-

tida a todos los rincones de la ciudad por enormes altavoces

montados en postes solitarios e innumerables, me estaba vol-

viendo insano."


 "Se lo llama la "abertura de Brahma": una abertura en la par-

te alta de la cabeza a través de la cual la luz u otras formas

de energía pueden entrar en el cuerpo humano. También se lo

conoce como "el conducto dorado", y se lo emplea a su vez

para abandonar ese cuerpo cuando adviene la muerte."


 "Dice Michaux: "no todo el mundo es mago. Hay muertos

confusos, enfermos. Otros se vuelven locos. Aquí entran en

juego los psiquiatras para muertos... Su misión es la de orien-

tar a estos desgraciados, curarles de los males que les ha traí-

do la muerte. Esta profesión exige mucho tacto."

 El consuelo también está agujereado por una broma.

 Se puede seguir sufriendo del otro lado. Así que sólo queda

reírse." 


 "H. me cuenta -en estos mismos tiempos- que al atardecer,

en su estudio, deja entrar la luz, se sienta en un sillón y se

queda en paz.

 Le respondería con un Michauazo: "no tengo la imaginación

de la felicidad".

 Aceptaría cualquier paz. De rezago, de sobras, paz recogida

de la basura, cualquier clase de paz."


 "Anota los nombres de los sucesivos ghats. Desde el último,

Assi, situado en la ribera curva de Benarés, hacia acá: 

"¡voy a conocer esto!" Nunca se llega al final, por supuesto.

Demasiados obstáculos. "Y sin embargo", decía Michaux,

en medio de su desgracia, "¡cuántos obstáculos ya superé!""

 


 "Tu dosis de agonía. Si se la pudiera transformar en otro mate-

rial.

 O bien descolgarla del tejido del cuerpo.

 Como un nido. El nido del mal. O el nido del dolor.

 Alguien sugeriría: "Atreverse a ser lo que no se es".

 H. me dijo una vez, recuerdo bien hasta el lugar donde me

lo dijo, después de escucharme decir lo que sentía: "¡Arró-

jalo!" Y yo hacía el gesto, pero las manos volvían llenas. 

Es difícil arrojarlo cuando se tiene el corazón agarrotado.

 Es lo que se llama 'el salto'. Entre Aún no y nunca más.

Un par de días después me entero de que Kierkegaard lla-

ma Individuo al protagonista de ese salto. Él también habla

del famoso "aquí y ahora", esa posición mística -y perfecta.

Del otro lado, de este lado, está la Angustia."


 "Mañana termina este año.

 Con H. hablábamos de la mujer. Ya sabemos cómo piensa

él acerca de las mujeres. O de la mujer (que no es para nada

lo mismo). Es en ese pasaje, entre la mujer y las mujeres 

que se puede perder el camino. "Lo único que es tuyo", me

dijo, "son tu poesía y tu imaginación". Nada sostiene real-

mente bien, pero es posible que en esa forma de sentir a las

mujeres haya algo. Sostenerse en el amor de una mujer, con

los avatares y fantasmas que eso conlleva, o sostenerse en la

batalla contra la/las mujeres, que lo único que quieren es po-

seerte."


 "El corazón, una vez más. 'Atado con alambres'. ¿Un corazón

argentino? Con todo lo que eso connotaría. Los reproches, 

los argumentos con su fibra de razón, son los alambres.

 Anotación: "Sólo unos pocos pensamientos, transmitidos con

gran fuerza, de magos y ascetas hindúes y musulmanes, de san-

tos cristianos y también de algunos moribundos han conseguido

atravesar ese muro, aunque por poco tiempo...""


 "Ganga: ¿aguas sagradas o aguas salvajes? ¿Tocadas y usadas

por dioses -ya se sabe que hay miles de dioses en la India, mu-

chos de ellos supongo que medio perdidos o desocupados- o

como parte de una naturaleza salvaje, desentendida de los hu-

manos? Aguas que no se encausan, aguas que se niegan a su-

frir la física del agua."


 "Nos reunimos algunas veces con C. para trabajar en escultu-

ras en su pequeño taller. Me dedico a hacer nucas. Laberin-

tos. Sembradíos de piedras. Rejillas de desagüe, con alguna

rata perdida por ahí. Nuca-picadora-de-carne. Hormigueros.

Nidos de avispas. Paredes enrejadas."


 "El pellizco de la luz

 La piel lisa de la luz

 La noche no tiene fronteras

 Una caricia de la luz

  abre la caja cerrada de un cuerpo"


 "Arrancar las raíces del yo

 (Es una metáfora)

 El fuego del deseo y sus sombras

 Y el reverso de los nombres"


 "En la pantalla de los sueños 

     sonreía con los ojos ocultos en la sombra"


 "Enfrente del ghat de Chousatti, aparece un hombre ofrecién-

dole una barca. Tenía la sensación -de esas certeras- de que

recién había descendido de una. Suenan unas campanas tipo

trino: alguien festeja con rezos. Un buey enorme lo mira

como preguntándole -un poco- si va a aceptar el ofrecimien-

to del hombre. Puede que trabajen juntos, piensa."


"Alguien llama. Se trata de lo que está en el 'interior' de cual-

quier llamado. Sin llamado no hay nada. El secreto de un lla-

mado es que se trata de un llamado. Alguien llama."


 "Y todas esas fuerzas que al no tener adónde ir, se debatían,

se enroscaban entre sí, encuentran un cauce. Que enseguida

puede tomarse como un rumbo.

 "Mira", escribió Van Gogh a su hermano, "las pasiones

son las velas del botecito." Sí, pero el viento es el llamado."


 "Fuimos, casualmente, unos días a la playa con D. Estaba R.

con su familia ampliada. Larga conversación con R. Días

muy ricos. Cuidando a D. y compartiendo experiencias con

él."


 "Es agobiante la memoria de sí mismo.

 Harta.

 Hoy, en la clínica, un paciente que siempre viene a recibir-

me me muestra, al llegar, la boca abierta. Señala abajo de la

lengua y dice: "tengo un nervio cortado".  Luego me cuenta

acerca de la paloma que hay en el parque -una torcaza heri-

da, que se está reponiendo- y dice que habría que darle la 

pastilla celeste de él para que se cure más rápido (el Stela-

zine...). Cuando le pregunto qué necesita para el nervio cor-

tado, dice, con ternura, "una pastillita". Y se va con su forma

continua de ser discontinuo, de estar y no estar al mismo tiem-

po."


 "Un anhelo cuya cuota de imposibilidad lo convierte en gran

anhelo. En inglés hay una palabra preciosa para eso: crave.

No sólo parece excavar con su sonido, sino que está impreg-

nada de la homonimia cercana de grave. Y, si uno está lo su-

ficientemente alivianado como para producir un esbozo de 

ala, hasta puede hacer girar grave en gravy."


 "Llegar a la otra orilla.

 La otra orilla del Ganga está desierta, como si cumpliera

la función de ser justamente la otra orilla, no conformándose

con representar una metáfora. Eso cuando había bajado la 

niebla. Por la mañana el río discurre sólo como un sonido

bajo esa inmersión de la ciudad en el espesor de la niebla. 

¿Una manera de amortiguar el colorido casi insoportable 

del día en Benarés? Los crematorios y los ghats están de

este lado del río. Este se llama Kedar. La palabra encendió

-a esas horas todo el material psíquico es fácilmente com-

bustible- corridas de asociaciones por la hierba mental.

Quedarse, ¿qué dar? Dar... El templo con franjas celestes

y rosas de Kedar estaba abierto. Imitó lo que veía hacer a

un hombre con la cabeza rasurada. Los hindúes van al tem-

plo para ver a su dios, para que este se les revele. A ese ac-

to, para continuar con  las asociaciones que venían sucedién-

dose, se le llama darshan. Es el acto de la revelación, de la

visión divina. Permaneció en el templo un buen rato. La men-

te disparaba salvas de frases y fragmentos de imágenes re-

cordadas. Era un verdadero cruce de caminos, una encrucija-

da a la que concurrían filas de buscadores como torrentes.

Venían y pasaban, se los llevaba la corriente del río en la

niebla. Se trataba, después de todo, de salir: salir de la cár-

cel del orgullo. Dimitir. Entonces el sufrimiento se licuaría,

llevándose consigo al yo que lo engendra y aferra..."


 "Hace un rato, cuando me senté a escribir, experimenté el

sentimiento de soledad más intenso que recuerde.

 "Y un poco después leí una de las cosas más bellas que he

leído: 

      "Yo soy el camino, pero soy el no-camino,

        noviembre en verano, la fábula del día,

        la nominación de las mañanas."

 (Atribuido a un tal Antimero, poeta griego, pero con una

fecha que desmiente esa posibilidad: "1200 a.C.".)"

  

 "Es poner la palabra precisa

 "Es precisar poner la palabra

 "Es poner precisa la palabra


  "Un real poco cargado o demasiado cargado."


 Se cruzaba, por supuesto, la idea de -¿o era el mandato de?-

renunciar al sufrimiento. Pero resultaba igual de imposible que

renunciar a un dolor físico intenso: una fractura ósea, por ejem-

plo. "¿Fractura expuesta? Tratá de pensar en otra cosa." "¿Có-

lico renal? No pienses en él y se irá solo." Salto de metáfora en

metáfora como de piedra a piedra en un río para no ser arrastra-

do por la corriente. Lo cierto es que no se renuncia de un saque.

Eso, me parece, es irrealizable. Se renuncia de a poco y sin dar-

se cuenta. De modo que no es en realidad una renuncia. Va,

gota a gota, perdiendo su fuerza eso. En las dos direcciones:

el yo pierde interés en eso y eso pierde interés en mí. No soy

elegido por el sufrimiento.

 Es posible que toda renuncia sea, en el fondo, dejar de espe-

rar. No es consciente la espera. Pero siempre estamos esperan-

do algo. Y si la renuncia consiste en dejar de esperar, en dejar

de esperanzarse, he ahí expuesta su dificultad.

 Es evidente, en este punto (o momento), la relación que hay

entre renuncia sacrificio.


 Hay un momento en el que uno sabe cómo son las cosas.

 Es un saber que estabiliza algo, al mismo tiempo que pro-

duce el peligro en el que se navega. El sufrimiento ése, ¿qué

viene a ser? Cuando se desarticula la máquina, su mecanis-

mo, se pierde el sentido. Cierta navegación interna -que a

veces parece ser la única a la que tenemos acceso, se detiene.

 Lessness es la palabra mágica que inventó Beckett.


 "Ayer estuve con Octavio Paz. Al regreso, pasé a buscar a D.,

que estaba personificado en "Harry el Sucio". Con voz carras-

posa hace que atiende el teléfono, pregunta y se ríe solo, ta-

pándose a medias la boca. "Jue, Jue, por eso me dicen el Su-

cio..." Tiene varios personajes por los que transita: Wilander,

el dueño del hotel 5 estrellas, el detective, el mago, etcétera.

Formó una 'patota' en el colegio, y tres de ellos son investiga-

dores privados. Hace unos días recibió un misterioso llamado,

aparentemente en clave, que está intentando descifrar.

 También: al regresar de ver a Paz, el hogar-familia perdidos.

Pienso: "antes me hubiese roto el pecho. Alguna protección na-

tural está funcionando.""


 El ardor. (Ahora es un libro de Roberto Calasso). 

 El ardor ¿candor? Lo que quema. Lo que casi no puede ni

tocarse. Ni por la luz de la luna. Ni por la sombra de la voz.

En carne viva.

Corazones ardiendo uno pegado al otro, mezclándose

sin mezclarse: "Quién sos?"


 "Hay que leer", decía entonces, "La herida oculta", de Lu-

crecio (98-55 a.C.), acerca del amor y el deseo..."

 Ahora volví a leerlo. Igual y distinto, lo que el tiempo va

haciendo con nosotros.

 H. decía en esos días que se me veía 'atormentado'.

 Deseo-dios que no necesita ideas ni conoce razón alguna.

 Deseo-dios que quiere saciarse y seguir insaciable para

siempre, siempre, siempre.


 "Ofrendas, onduladas en su abandono por el ir y venir de 

las orillas del río.

 Un chico frotándose los dientes con una rama de neem.

 Pequeños barriletes, casi siempre, buscando infructuosa-

mente escapar de su atadura.

 Niñas sonrientes amasando excrementos de vaca, para ali-

mentar hornillos, mientras charlan.

 Las varas negras que se acumulan para una cremación.

 Peregrinos de larguísimas crines pasan con miradas que

podrían derribar un muro de arcilla."


 "Cuando se siente la mayor necesidad de amor, este no pue-

de venir. Es simplemente así. La demanda de amor, impide

que te den ese amor. Le hace obstáculo. El amor viene cuan-

do no se lo reclama. ¿Cuando no lo necesitamos tanto? ¿O

acaso esa 'necesidad' también tiene doble fondo? 

 El senti miente.

 Nagarjuna siempre me simpatizó mucho. El nihilista total.

¡Qué envidiable desapego, endiablada lucidez! Para él, como

para Sankara, hay dos tipos de realidad: una relativa y otra

verdadera. Ahora bien, la verdadera realidad es imposible de

conocer. Y si fuese posible conocerla, sería imposible de ense-

ñar. Y si se la pudiese enseñar, sería imposible de aprender.

 Todo es máscara, nada revelará la verdadera naturaleza de-

trás de las máscaras, los rostros y las apariencias. ¡Pero la 

máscara de la belleza es tan convincente!"


 "Con D. jugamos Carioca. Él es Kakeki Koku Kuzuki (antes

había sido el ruso Unanglov). Yo soy Canadian Pacific. Es

por el campeonato mundial, por supuesto."


 Después de un profundo dolor, dice Emily Dickinson, llega 

una sensación formal . No entiendo lo que quiso decir. Sufrir 

cansa. Hay un punto en el que el cansancio de sufrir es lo que 

nos alivia, o algo parecido. Y quedan palabras vagando por la 

niebla de la voz. 

 Y me vienen unas líneas de Michaux: 

         "¡Ríndete, corazón! Ya hemos luchado bastante.

         Y que mi vida se detenga. No hemos sido cobardes.

         Hicimos lo que pudimos."


 Para expresarlo más sucintamente: después de todo era solo

la historia de mi vida la que estaba en juego.


  "Looking at you in the light of your eyes"


 "El combustible de la pasión - aún no ha sido aislado

 Es la ausencia, sí, pero la ausencia ¿está dónde?"


  "Viaje en micro a Monte, con D. y su amigo L. Partimos de

Boulevard Mitre y Boulevard Las Heras, en Brandsen. De no-

che. Iba amaneciendo con todos ya sentados en el micro. D.

comenta que "no sale el sol" sino que "se mueve la tierra".

Cierta decepción cuando les digo que Monte es efectivamen-

te parecido a Brandsen. D. se ríe del pasamontañas de L., 

mientras escribe en su cuaderno bajo un título enorme: "MI-

CRO". Hoy se despertó solo, en cuanto prendí la luz y se le-

vantó sin cansancio, a pesar de haber dormido mucho menos

que de costumbre. Ya en Monte veo familias y grupos de hom-

bres, de condiciones sociales muy distintas, y siento que aún

estando solo no estoy aislado. ¡Las conversaciones! El día es

hermosísimo. La laguna, vista desde la explanada -y los gran-

des sillones del Hotel- es serena, magnífica. Agitación de los

pinos que veo sin oír. Lejos de todo. El tejido de angustia que

vibra al estirarse el corazón no consigue trastornarme."


 



 

 



 


 


 


 


 




 

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