sábado, 23 de enero de 2021

LOS PÁJAROS DESPIERTAN A LAS MAÑANAS

  


    Había encontrado este fragmento:

    "Ya los pájaros despertaron a los trenes

     que andan desatados esgrimiendo

          el poder de fuego de sus bocinas y motores

       El día está en marcha"


     Me senté en el jardín y no me llevó mucho tiempo

     esta comprobación trascendente:

     sin los pájaros no se despiertan las mañanas.

     Es otra cosa lo que hacen:

     están despiertas sin haber despertado.

     La filosa pregunta de Pessoa

     "¿cuándo despertaré de estar despierto?",

     al fin encontraba una posible respuesta:

     "cuando canten los pájaros".


      Sacan a la mañana de su estado neutro.

      La encienden por todos lados.

      Hasta entonces: apagada, por más sol que sobrase.


      Mirándolos 'operar'

      minúsculas naves aéreas

      se aprende algo:

      ¡SABEN volar!

      Retorno y revisión de la evidencia:

      los pájaros SABEN volar


       Nunca se equivocan, no chocan contra nada,

      mucho menos entre ellos.

      Giro largo a la izquierda, giro cortito a la derecha.

      Inmediatez absoluta.

      SABEN lo que pueden hacer y lo que no. 

      Sin pensar. Sin aprender. SABEN.


     Otra cosa notable es que, salvo por las aves depredadoras,

     todas las especies conviven sin molestarse entre sí.

     Si vienen a comer las moras que cayeron del árbol,

     cada una hace lo suyo, no importa el tamaño.

     Palomas, pechos rojos, zorzales, gorriones, colibríes:

     ojos atentos al peligro SIEMPRE, pero no entre ellos.

    (Tal vez sea una de esas cosas que resultan imposibles

    para siempre: saber qué ven y qué significan los pájaros 

    de otras especies para los pájaros.)


     Van y vienen. De pronto, sin ninguna orden visible o

     sonora, emerge una bandada numerosa de un árbol.


     Este pecho gris se para acá, salta allá, 

     vuela corto a otro lado, recorre. 

     No parece tener nada que ver con la comida.

     Tampoco ese volar tan sencillo, en largas ondas,

     bastante alto,

     y, en apariencia, inmensamente placentero

     que realizan al atardecer los gorriones

     tiene una explicación.


     No habría nada de malo

     ninguna clase de horror

     en pasar de la vida a la muerte

     sentado

     en ese silencio maravilloso

     de ver volar a los gorriones

     sin entender

     ni pensar

     en lo que hacen.

     

    

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