LA MOSCA
Se sentó en el tronco de un sauce
mirando
parte de la batalla de Crécy,
los gritos,
los jadeos,
los gruñidos,
los saltos y las caídas.
Durante la decimocuarta carga
de la caballería francesa
se apareó
con una mosca macho de ojos marrones
que era de Vadincourt.
Ella frotó sus patas entre sí
mientras se sentaba en un caballo destripado
meditando
acerca de la inmortalidad de las moscas.
Con alivio se posó
en la lengua azul
del Duque de Clervaux.
Cuando se hubo asentado el silencio
y sólo el suspiro de la putrefacción
circulaba suavemente entre los cuerpos
y sólo
unos pocos brazos y piernas
todavía se contraían a tirones bajo los árboles,
entonces comenzó a poner sus huevos
sobre el único ojo
de Johann Uhr,
el Armero Real.
Y así ocurrió
que fue comida por un vencejo
que huía
de los incendios de Estrées.
Miroslav Holub, nació en Pilsen en 1923 y murió en Praga
en 1998..
Es uno de los grandes poetas checos. Y un destacado inmu-
nólogo (¡qué bien nos vendría tenerlo en estos tiempos!).
NOTA
Recuerdo ahora (25/12) una recopilación que hiciera Augusto
Monterroso acerca de las apariciones de moscas en la literatu-
ra. Y agrego esta otra:
La veo fuera de la ventana, una mosca, el sol en la espalda,
frotándose las patitas, disfrutando de la luz matinal.
El sol y la sombra a punto de trocarse, ella ya lo sabe
vuela de súbito para zumbar junto a otra ventana.
Yang Wanli, poeta de la Dinastía Tang.
FUENTE
Jeffery Paine. The Poetry of Our World. An International
Anthology of Contemporary Poetry. Perennial, 2000.
Versión del inglés: Robert R. Rivas (c)
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