Lejos de los árboles
nuestro cacique pacta
con dos emisarios,
casi sin gestos
distraído miré las nubes
como si fuesen nuestras señales de humo
pero muy embellecidas
y transformándose
despacio
en el espacio
poseídas por un tiempo
mucho mucho más amplio que el nuestro
cuando vuelvo a mirar
ya el conciliábulo había concluído
el cacique cabalgaba hacia nosotros
como un águila desplegada
enérgico
hizo unas pocas señas
y nuestros caballos se agitaron
al reconocerlas
no sonaban tambores
estábamos ya muy lejos de los campamentos
el aire se afinó en un segundo
hasta el punto de cortarnos
al respirar
corría briosa como caballos frescos
nuestra sangre
y entonces vuelvo a mirar al cielo-
nubes negras cuya gran belleza está ahora envuelta
en mantos de violencia
vienen a nuestro encuentro
de todas las colinas
de los numerosos bosques
de las largas veras ocultas del río
surgen ahora nuestros incontables hermanos
el cacique alza
el estandarte emplumado
y la mañana se enciende con nuestros gritos
mientras la lluvia
deja caer sobre nosotros
su mágico mensaje
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