Sale de la casa:
la ciudad está sólida
De una pieza. Sólida.
Sin movimiento alguno.
Ni las nubes se mueven.
Es la misma ciudad pero vista desde varios ángulos
Hace rato que no hay música en sus sueños
¿Puede haber alguien en el interior de roca
de la ciudad?
No lo sabe
Se da cuenta de que su casa forma parte
de la ciudad petrificada
Él mismo: no está tan seguro
Ha salido de su casa
¿Podría volver a entrar?
Parpadea (algo es algo)
Los pensamientos hablan en el interior de su cabeza
Le alegra albergar ese hormiguero
aunque no entienda realmente
nada
de lo que hacen y hablan esas hormigas.
Sale de la casa:
la costa está cerca
Pero apunta para allá, para 'el otro lado'
O sea que su casa está sobre el agua
Es un agua espesa
No hay algo que pueda llamarse oleaje
solo un suave paso de ondas
largas y lentas
invisibles como el tiempo
No se sabe todavía
si su casa se aleja de la costa
o si se acerca
A veces parece una cosa
y al rato la contraria
Hay sol y sería un magnífico día de playa
si no fuera...
La casa es un mirador
Hace rato que no aparecen en sus sueños
ni enanos, ni hipopótamos,
ni vendedores ambulantes
Se puede tocar la brisa con la yema de los dedos
Le sorprende lo silenciosa que resulta
una brisa
cuando no se frota contra algo
Sale de la casa
El río es color chocolate claro
y corre repleto de basura
y de objetos varios que va arrastrando
Lleva un ritmo preocupante
como si viniera de atrás otro río
bastante más grande
y este solo fuese la punta inicial
del verdadero
Y ya produce desmoronamientos laterales
Su casa está en el borde
como detenida en una foto antigua
como parada sobre una pelota de goma
Hace rato que no sueña que es él mismo
siempre otros
en los que vagamente reconoce a alguien
sin ninguna certidumbre de nada
El río ahora parece de aguas rabiosas
No se puede entender nada
a partir de esa clase de ira
A nadie se le ocurriría
ir hasta la casa a buscar
un aparejo de pesca,
una línea de anzuelos,
una red cualquiera.
Sale de la casa:
una tribu se ha instalado
en derredor de la casa y de la desprolija
llanura de los aledaños
Observa figuras humanas
pero son como sombras y no se llega
a distinguir
qué hacen
Y sin embargo están cerca
Se escuchan sus voces, se perciben sus olores
Pero nadie se dirige a él
y su casa parece que debiera
ir desdibujándose
en el viento caliente
que no sopla, sino que da vueltas
en redondo
Hace rato que no sueña con pedales, ni con remos,
ni con raquetas de nieve
De las pequeñas cabañas
-que le hacen pensar que se trata de una tribu
muy pobre-
brota un humo finito
como si proviniera de un fuego
escuálido, muy enfermo
Sí, si se pudiera caminar por ahí, lo haría
por supuesto.
Sale de la casa:
la mira
Se da cuenta enseguida de que no hay casa
no está su propio cuerpo;
solo existe su mirada
Hace rato que no sueña con mapaches
revolviendo la basura
con árboles abrazándose al viento
con timbres de bicicletas despertándose
en el sueño de la infancia
Ve mucha gente que hacía rato que no veía
Ve lo que sienten
y ve cómo él siente lo que sienten
Tan naturalmente
sucede todo esto:
este casi nada de sentir sintiendo
Sale de la casa de sí mismo
sale y sale
como de abajo de la tierra
como de adentro del tiempo
y del aire
No se puede impedir, evitar,
siquiera obstaculizar
que de pronto la casa
lo absorba por completo a su interior
o que él absorba por completo la casa
a su interior
y esta casa, a la vez, desaparezca.
Ahora los sueños soñaban con nada,
eran como bolsas de aire ondeando en el viento.
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