Al principio compraba vestigios de nubes noctilacentes
los últimos ejemplares vivos de insectos al borde de la
extinción, de las selvas de Manuvana o de los desier-
tos de Alajili (ese verde dorado que se perdería de todos
modos)
compraba cálices rotos
fragmentos de tejidos de frases de hombres drogados en
cobertizos inmundos de Guam
compraba planos dibujados en papel-de-sombra del sistema
capilar del llanto de las bellísimas mujeres párridas
lascas de gritos de parto o tortura, de gozantes y de deses-
perados
Lo paralizó visitar a Kramm:
Sin envase alguno: fragancias de la 'locura císmica de Ant-
mejer', de las 'epilepsias eufóricas de Molberg', de la rarí-
sima 'esquizofrenia para-minoide de Hegmann', de la 'abu-
lia abismal de Zolz'
El asiento de la 'Extenuación Instantánea Regia' de Cármora
Fluctuaciones del aire congelado (los ooxes)
y fluctuaciones de aire ardiente (las dinias)
Fogonazos de recorridas bajo luces vibrátiles de re-
flectores, silbidos ensordecedores de morteros y lluvia
de gases venenosos en las trincheras enroscadas y retor-
cidas de la cuenca del Brühl
Semillas de tormenta de Pritzl (y granadas de semillas tóxi-
cas de Staubern)
Rezagos de las mareas migratorias gigantes del mar de Umbia
Fragmentos del fenómeno de la súbita pulsión fulminante
de los verbos Asnamitas
Botellitas de las linfas de los sentimientos Ujara y también (!)
de la apatía escarbadora de Galbinen
Destellos de la mirada de una miríada de minúsculos artró-
podos destapados por sorpresa en Flinna (1)
Pedazos del anti-Wunderkammer: fragmentos entremezclados
de atrocidades, muchas de ellas invisibles (e impensables),
amontonadas en un rugiente Sebratorum
Manojos de rayos emergentes de los cadáveres enterrados
hace milenios en los campos de luna llena de Critchka
regresando al espacio primigenio
Esquirlas mnésicas de Hallover-Manteca
Viras de las inapagables voces internas estridulantes de los
soñadores de Nyudogumo (2)
Pantallazos de los quemadores de lenguajes de Adholdt, de
Prizzina y de Gurgu
Embriones alterados de las teogonías especulares de al- Hia-
run
Trozos de la hulla del fondo de la sustancia humana
NOTAS
(1) Probablemente una realidad metafórica. Es muy factible
que se refiera a las innumerables y minúsculas imágenes de
dioses -egipcios- que sólo los ojos de los muertos podían ver,
pintadas en el interior de los sarcófagos.
(2) Sin duda provenientes de los cadáveres metalizados, una
forma rara de embalsamamiento, de la época del hierro, en la
que los cuerpos se convertían por larguísimos procedimientos
que pueden haber llevado más de dos generaciones, en cables,
viras, zunchos, barras, hilos, espirales y columnas de metal
herrumbrados desde el naranja al violeta del óxido, destinada
a reproducir minuciosamente una idea excéntrica y perfecta del
funcionamiento de un cuerpo humano. La herrumbre es una
obvia metáfora de la sangre. Algunos lo atribuyen al procedi-
miento sagrado descubierto y transmitido por el dios Annubis,
el perro-chacal.
Una idea, asociable a todo esto, es la de un personaje de una
novela de Wolf Wondratschek: "Es el pensamiento lo que nos
hace mortales."
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