LA AGENDA
No sé qué hacer:
la mitad de los nombres de mi agenda
están bloqueados por una cruz invisible
y las llaves en mis bolsillos pertenecen a cerraduras
que hace rato han sido cambiadas.
Tengo que compartir mis febriles noches
con cada una de las casas en las que viví.
Por la mañana unos extraños me llevan a mi
casa en la tierra-de-nadie.
Me recargo a mí mismo como un imán
que se vuelve loco cuando cae la oscuridad:
todo y todos quieren aferrarse a mí
sólo para morir cuando la corriente se apaga.
Mi tiempo es como el tiempo que podemos leer
en un reloj heredado
y no me animo a comprar uno nuevo.
LA CASA DE MI ABUELO
La tormenta hace temblar la casa
pero los viejos ejemplares de Mecánica Popular
de mi abuelo yacen firmes en su lugar
polvorientas, descoloridas y amarillentas
y llenas de fotos
de sensacionales cosas mecánicas
pasadas de moda ya hace veinte años.
-Si yo abriera las puertas de la casa
se volarían en todas las direcciones.
En cambio pongo mi oído contra la pared
donde descansan los clavos oxidados de mi abuelo
en madera que ya eran viejas
cuando él la compró.
Y a través de las pausas de la tormenta
lo oigo manejando a través de los caminos
en un enorme auto Americano
cuyo motor suena mejor y mejor
cada vez que se detiene
lo repara y lo arranca de nuevo.
De EL TEMBLOR DE LA MANO EN NOVIEMBRE
3
Cuando el sol por fin brilla en noviembre
brilla tan poderosamente
que hasta los ciegos están sorprendidos
oyendo el estrépito de sus sombras
4
Una buena tierra donde morir, ésta:
una carpa sobre una planicie interminable,
la carpa abierta a las cuatro esquinas del mundo.
No puedes pensar más allá de viento y estrellas.
16
¡Por el amor de Dios no te establezcas en una ciudad!
Cada ciudad tiene su cementerio.
Constrúyete una casa de madera sobre una meseta plana
y pídele a tu Señor un buen golpe de rayo.
43
Noviembre es por cierto el mes de la oscuridad.
Cuando por fin sale el sol
se parece a la sonrisa de un dictador
cuando elogia la paz en su país.
44
Debajo de la oscuridad de noviembre yace la tierra.
Debajo de la tierra yacen los muertos.
Mientras la tierra yace, algunos de ellos carecen de cabeza
y en ese sentido semejan a los gobernantes de la tierra.
45
Esta calavera nació en algún momento de una mujer.
Pero su portador la ha moldeado, así como es.
A través de las cavidades oculares vacías todavía puedes
[ver
la voluntad que la mantuvo erguida cuando la espada del
[verdugo giró.
51
Él, sentado esperando la muerte, ése soy yo.
Él, que no puede creer en la muerte, ése soy yo.
Él, que ha vivido hasta ahora, ése soy yo.
Él, que no puede creer que ha vivido, ése soy yo.
65
Mis palabras son fortuitas. No símbolos.
Sin embargo de cuando en cuando reconozco algo
como el contorno de un pescado sacado a la tierra
en un campamento militar romano en Bretaña.
Henrik Nordbrandt, como cualquiera puede comprobar
aunque sea leyendo estos tres poemas, es un notable poe-
ta. Nació en Dinamarca en 1945, y ha vivido durante unos
cuantos años en el sur de Europa, en Turquía y en Grecia.
Ha recibido muchos premios, por supuesto, incluyendo el
que se conoce como "el pequeño Nobel". Hay varios libros
suyos traducidos al castellano. No dudo en decir que es uno
de los mayores poetas vivos.
Escribió los noventa epigramas de El temblor de la mano
en noviembre, en el término de un mes, en el año 1986.
Puentes de sueños es una obra que transcribe experiencias
oníricas de Nordbrandt, sin retoques ni corrección alguna.
3 X Nordbrandt es la suma de tres obras escritas a su regre-
so a Dinamarca. También se han publicado en castellano
Nuestro amor es como Bizancio, y La ciudad de los cons-
tructores de violines.
Fuente
Modern Poetry in Translation. N° 18. European Voices,
2001.
Versiones del inglés: Robert R. Rivas (c)
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