A fin de cuentas, todo es comparativo.
¿Quién está mejor/ peor?
Tomemos, por ejemplo, a estos pueblos: Phinios y Panen-
kos. Tienen problemas, sí. Los problemas de cualquiera, lo
que equivaldría a decir, 'comunes', o en otras palabras, los
que tenemos todos.
Pero, además, Phinios y Panenkos tienen otros problemas,
y esos sí que son problemas. (Cada uno piensa así de los
suyos. Aún quienes apelan a la fórmula "tengo problemas,
sí, pero otros tienen problemas aún mayores"; aún esas
personas no pueden evitar sentir que sus problemas tienen
algo diferente.)
En cuanto se empiezan a decir las cosas se nota que las co-
sas dichas dicen cualquier cosa. O sea: dicen cosas 'comu-
nes', cosas que puede entender cualquiera de cualquier ma-
nera. En otras palabras: las palabras son grandes fingidoras,
nos hacen creer que nos representan o que nos ayudan a acla-
rarnos las cosas. Y nada de eso va a suceder nunca. Lo único
que se puede hacer es escuchar al corazón. Como en los
viejos, antiguos y ya abandonados tiempos.
El asunto, para no volver a decir 'problema', es que cada
uno puede escuchar, y eso en los raros casos en los que así
sucede, sólo a su propio corazón y, en aún más raras oca-
siones al de alguna otra persona.
Los problemas, si subimos en la escala arbolada de la taxo-
nomía, por ejemplo, de especie a género, de género a fami-
lia, de familia a clase, vendrían a ser de dos clases: 1) lo
que puede decirse y 2) cómo puede decirse.
PHINIOS Y PANENKOS
Tienen los cielos mal colocados y nadie
a quien protestar
La cantidad de inconvenientes
que produce eso -nadie lo sabe
hasta experimentarlo.
Todo el mundo cree
que con tener el suelo en su lugar
es suficiente
Pero los Phinios tienen los cielos
en planos tangenciales
Placas de cielos desacoplados
y en desnivel
Trazarían en cualquier lado las fronteras
pero tienden a ocultarse en pozos
Dicen que esos cielos provienen
de grandes sistemas de fallas
-que han quedado mal instalados
y claramente sin terminar
Es con esas sensaciones que los Phinios
intentan convivir
aún sabiendo
-y hartos ya de negarlo-
que algo escencial está torcido
Y que deberán, en el mejor de los casos,
para poder sobrellevar el peso de la existencia,
aprender a entremezclar su especie
con la amenaza.
En cambio, en Panenka,
agolpamiento de cielos
Parece que la migración de cielos
-un hecho de lo más natural y frecuente-
ha encontrado allí
una suerte de gran corral
cósmico, una encerrona
de los cielos nómades
que siguen viniendo,
acumulándose, como inmensas manadas,
cielos innumerables
venidos de todas partes
¡Ahí sí, dicen, es difícil sustraerse
a esos movimientos, a esas gigantescas
acomodaciones!
Casi no se puede hacer otra cosa
que estar pendiente de esos arribos
esos giros, esos desplazamientos,
esos intentos frustrados de furibundas partidas
¿Truenos?
'Como si el cielo fuese un mar
en el que cada gota
fuese un transatlántico
Y uno piensa, ¿comenzarán a caer
alguna vez?'
La ley desconocida
que los sostiene ahí arriba,
en esa interminable
puja,
en esas marchas y contramarchas
de multitudes incontables
de cielos
no da señal alguna
de lo que puede pasar
el año que viene,
mañana,
hoy mismo,
en cualquiera de sus instantes.
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