LOS HILOS AZULES DEL TIEMPO
Los hilos azules del tiempo
Te han enredado en mi sienes
Siempre recordaré
tu pelo
Después de la amargura
Tantos otros pasos vacíos
del otro lado del olvido
muerte de tantas muertes
aún vivo
un brillo de ojo claro
está montado en mi vista
todo el ardor de tu belleza
puede oírse en voz baja
en todos los días de mi voz
un signo perdido transformado en mi espejo
una dulzura en la confusión de mis sueños
un calor entre los fríos pechos de mi noche
Yo muero de mi vida
Yo aún no he terminado
Te traigo todavía
el fuego de mi amor.
MÁQUINA INÚTIL
Una máquina para hacer ruido
que resopla y ruega y proclama
no sólo para mantenerte callado
tal vez no para divertirme
construida con palabras desorientadas
para decolorarse unas a otras
para entrar en la profundidad del grano
para perforar todos los granos
para pasar a través de las perforaciones
para bombear el agua impregnable
cuyo curso ruge sin sonido
una máquina para capturar este silencio
para poner un poco en tu oído
un gran aleteo de alas inútiles.
¿QUIÉN POSEE QUÉ?
¿Quién posee lo que hay en estos corrales? ¿Quién posee
esa montaña cercada hasta la cima,
los pacientes muros, el dorado trigo, los almendros?
¿Serían tuyos, tuya estos bellos dominios,
esa casa ese precioso pequeño estanque,
el niño que llora en el césped?
¿Ah! quién sabrá cómo retener entre sus manos
los muros que se derrumban, la flor inmutable,
las herencias desmembradas, las fuentes que se secaron?
¿Quién leerá los nombres de esas familias muertas
en el musgo de tumbas olvidadas?
Y el viento, las rocas, y la muerte, ¿a quién le pertenecen?
André Frénaud, 26/7/1907-21/6/1993. Nació en Montceau-les-
Mines, Borgoña, Francia, y murió en París.
"Tengo, podría decirse, una particularidad: comencé a escribir
poemas muy tarde, aunque había garabateado unos pocos poe-
mas a los 15 o 16 años. No guardé ninguno de esos, porque no
eran buenos y para entonces yo tenía ambiciones literarias muy
diferentes. En ese tiempo quería seguir una carrera en psicolo-
gía social. Estudié filosofía, y sólo comencé mi segundo flore-
cimiento bastante después, en 1938. En abril de ese año me ocu-
rrió un fenómeno extraño que se constituyó en mi boca, debajo
de la lengua: un texto, y este texto que yo no sabía cómo inter-
pretar, iba tomando forma no tanto a través de imágenes visua-
les sino de una formación de palabras, palabras que estaban en
abierto conflicto unas con otras, que estaban confundidas, que
eran cambiantes, convirtiéndose en otras palabras hasta que un
pequeño objeto finalmente había cobrado forma, suficientemen-
te firme como para que yo fuese a ver a mis amigos que esta-
ban sentados en un café cerca del Puerto Saint Denis y les dije:
"¡Creo que he escrito un poema!"
*
FUENTE
Serge Gavronsky. Poems & Texts. An Anthology of French
Poems, Translations and Interviews with Ponge, Follain, Gui-
llevic, Frénaud, Bonnefoy, Du Bouchet, Roche, y Pleynet.
October House Inc., 1969.
Versiones del inglés, con ayuda de la versión en francés: Ro-
bert R. Rivas (c)
2 comentarios:
Que hermoso poema! Los hilos azules del tiempo
Sí, es bello.
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