domingo, 1 de enero de 2023

6 POEMAS DE ROLF JACOBSEN PARA CELEBRAR EL NUEVO AÑO

  Lo de la celebración del nuevo año corre por cuenta mía.

Es un acto precipitado, sin duda, si se piensa en la despro-

porción que cabe entre lo ya existente del nuevo año y cuán-

to le falta a este desarrollarse. Tampoco es exacto que los

poemas de Jacobsen hayan sido escritos con este propósito.

Su poesía es de celebración del mundo y de la vida humana.

En los tiempos que corren -y no hay muchas razones para

creer que son peores que los tiempos que corrían mientras

Rolf escribía estos poemas- cuesta montarse en la cinta ce-

lebratoria. Probablemente, con sus matices, todas las épocas

sean y hayan sido así. Casi me atrevo a pronosticar que las

que todavía yacen dormidas en el porvenir corran la misma

suerte. Me hace pensar el futuro como un tanto ingenuo.

Aunque, claro está, el verdadero ingenuo, ignorante y casi

patético 'pensante' soy yo. El porvenir, los porvenires, se las

arreglarán perfectamente. Tal vez no los humanos, la huma-

nidad, ni, desde luego, los animales y la vida en la Tierra,

pero sí el porvenir mismo. Él transcurrirá. O se cambiará de

universo si resultase necesario. 

 Es posible que haya otros universos paralelos, funcionando

al mismo tiempo que el único que percibimos. ¿Quién podría

adivinar cómo son las cosas allá, o en ese otro acá?


 A la aventura de un nuevo año.







EN PAÍSES DONDE LA LUZ TIENE OTRO COLOR


En países donde la luz tiene otro color

los rostros a lo largo de la calle al atardecer

pueden volverse perlas en un lento mar índigo.


Y tenés que preguntarte -¿qué reflejan

estas brillantes tiaras, y de quién son las manos

que las desparramaron a través de este oscuro océano?




 VEJEZ


 Mi corazón está con la gente anciana.

Se sientan mirándonos y no nos ven

y están conformes por las suyas,

como pescadores a lo largo de los grandes ríos,

quietos como rocas

en la noche de verano.

Me gustan mucho los pescadores a lo largo de los rios

y la gente vieja y aquellos que salen después de largas

                enfermedades.


Tienen algo en los ojos

que el mundo ya no percibe,

gente anciana- como convalescientes

que todavía no tienen la estabilidad suficiente en sus pies,

frentes pálidas, como después de la fiebre.


Gente anciana

que se convierten lentamente de nuevo en sí mismos

y son lentamente disueltos,

como una niebla, imperceptiblemente, se derriten

en sueño

y luz.




PEQUEÑAS LUCES EN EL MAR


Tu mano descansando en un bote volcado

arrastrado a medio camino sobre la playa,

y lleno de respiración como la cáscara de un caracol

espera que regreses.


Y alcanzo a ver que alguien todavía está allá

mar afuera cuando pronto estará completamente oscuro

-pescadores que encendieron la luz en los botes

que las crestas de las olas elevan con suavidad

y de nuevo suavemente abajo de nuevo como si estuviesen

          [buscando

con lámparas, pequeñas como jejenes ante un gran lienzo,

para entender la indescifrable firma

o iluminar un rostro,

un color que ofrezca esperanza. 




PARA VOS


El tiempo corre (a qué otra cosa podría dedicarse).

Un día lo oís golpear tu puerta.

Golpeó en nuestra casa,

pero no le abrí.

No por esta vez.


Sabés,

a menudo me detuve un ratito y te observé,

como a la mañana en frente del espejo ahí

donde te peinás el pelo, 

cruje, como la nieve en la montaña en Pascua

y vos te inclinás un poco hacia adelante (lo veo claramente)

-creo que es otra arruga.

-No lo es. Para mí 

vos sos joven.

Hay savia en vos; bosque. Un árbol


con pájaros en él. Aun cantan.

Tal vez un poco más bajo este otoño, pero no obstante.

-Ni un día sin una risa en la garganta

o el suave toque de una mano.


En algún punto

tendré que apretar un poco más,

porque, vos sabés, pronto estaremos viajando,

y no en el mismo bote.

Alguien ha golpeado nuestra puerta, pero se fue de nuevo.

Seguramente esta

es la única cosa de la que nunca

hemos querido hablar.




SIGNOS DEL INVIERNO


La escarcha aprieta sus puños e intenta hacer añicos los 

                   caminos.

Las hojas del álamo mueren con formaldehido en su aliento.

Los glaciares se arrastran paso a paso a través de los 

                    inicios de los valles,

fondo-pesado y jadeando - un metro cada mil años.

Las nubes están manchadas de cansancio, calientan sus dedos

en un sol rojo oscuro. Los pájaros

han dejado vacíos sus árboles y han partido derrotados. Tu

                       lengua

se curva sobre tu paladar.

Los pensamientos traban sus puertas.




LUZ DE GAS


Ahora las plantas de papas están floreciendo. 

Han encendido sus calles,

hileras de luces susurrantes cuyos sótanos están llenos

           de comida.

Remota, la luna se está volviendo más blanca en su voltereta,

y las colinas brillan débilmente

con este mar de luces, estos millones de parpadeantes

            lámparas de gas

en bulevares interminables, lejos

donde ningún reloj tañe y ningún tren corre

-en las verdes ciudades, sótanos repletos de comida.


FUENTE





Rolf Jacobsen. Did I Know You?

Gyldendal, Oslo, 1997.

Las versiones del noruego al inglés son de Roger Greenwald.

Del inglés al castellano: Robert R. Rivas (c)


Rolf Jacobsen nació en 1907, en Oslo y murió en 1994 en

la ciudad de Hamar, también en Noruega. Se ganó la vida

como periodista y editor de periódicos. Es reconocido como

uno de los mayores poetas noruegos y escandinavos. Sus

poemas han sido traducidos a más de 20 idiomas. Su primer

libro (Tierra y Hierro), de 1933, introdujo el verso libre en

Noruega. Miembro de la Academia Noruega de Lengua y Li-

teratura y ha ganado numerosos premios a lo largo de su ca-

rrera, incluyendo el Gran Premio Nórdico, también conocido

como el "Pequeño Nobel", en 1989.






 




No hay comentarios: