Aborigen australiano.
Parraruru es el más destacado poeta y narrador Yindjibarn-
di, un grupo de aborígenes australianos con alrededor de mil
hablantes de la lengua. Aunque nació entre los Ngarluma, la
forzosa migración de los pueblos originarios de Australia, lo
llevó a la región Occidental del desierto de Pilbara (los abo-
rígenes de todas las etnias que han sufrido desplazamientos
geográficos violentos por parte del hombre blanco terminan
afincado en zonas desérticas o inhóspitas), cerca del río For-
tescue.
Junto al poeta ciego Pambardu, que murió en 1934, son los
dos máximos representantes culturales de esa etnia.
Parraruru era un mawarnkarra (un mago, y un mago temido:
su nombre significa literalmente "viruelador", porque se su-
pone que en determinado momento castigó a su pueblo con
un brote de viruela) que vivió en la segunda mitad del siglo XX
1889-1975. Su gente le asignaba notables poderes. Trabajó
intensamente con lingüistas y antropólogos -siendo Geog
Braunstein el más destacado de ellos-, que grabaron sus cantos y
relatos, además de sus descripciones de la vida en el desierto de
Pilbara.
CAMBIO
Un extranjero vino a nuestra tierra y comió su comida prohi-
bida. Nuestra tierra envió un torbellino, cuya ráfaga, poderosa,
levantó pedruscos y rocas, cortando árboles, revolviéndolos
y arrojándolos a las aguas.
La serpiente de las aguas enfureció.
Nuestro campamento ya no estaba protegido por la magia.
El mago de nuestro pueblo regresó de su cacería,
"Alancea a la serpiente, córtala, mátala", le dijimos.
El viento lanzó arena sobre nuestro campamento, nos cu-
brió de piedras, y arrojó agua en el aire. El mago lanzó su
cristal mágico a través del agua, y el agua cayó a tierra y se
deslizó de nuevo dentro de su cráter.
Esto es todo cuanto puedo decirles.
EXTRANJERO
Un hombre viene de otra tierra y trae con él magia foránea.
Llama a nuestros hombres al desierto.
Nos sentamos en un círculo. Él arroja la magia en el medio.
La desenvuelve y nos dice: "Aquí está mi magia".
"¿A quién quieres matar? le preguntamos.
Él señala: "Quiero matar a ese hombre".
Uno de nosotros se para. "No, no lo mates. Me gusta ese
hombre. Creo que debería vivir. ¿Por qué quieres matarlo?
¿Qué te hizo?"
"Envió su magia conta mí, ahora la enviaré contra él."
"¿Adónde fue la magia cuando él la envió?"
"Fue al oeste, hacia mi tierra."
"Nosotros no lo vimos."
Se paran otros. "Nosotros no lo vimos.
Nunca vimos enviar magia hacia el oeste.
Este hombre no ha matado a nadie, y lo queremos.
Él es un hombre callado e inofensivo.
Desde que comenzó el tiempo, nunca hemos visto tu magia
en nuestra tierra.
Esta magia es de otra tierra, no de la nuestra.
Queremos que este hombre viva.
No le hagas nada. No lo mates.
No hagas hablar a la magia.
No hagas que la magia entre en su estómago.
Tu magia nos arruinará. No debe hablar."
Agarramos esa magia. La aplastamos,
y la quemamos.
FUENTE Modern Poetry in Translation. Third Series.
Number Fourteen. Polyphony.
Traducidos del Yindjibarndi al inglés por Shon Arieh- Lerer.
De su autoría es también un trabajo publicado en World Li-
terature Today, vol. 88, N° 5, 2014, en el que señala cómo
muchos jóvenes aborígenes australianos están volviendo a las
fuentes después de siglos de intentos de borrar o asimilar sus
riquísimas culturas. Ahí se informa que Parraruru murió en
1975.
Versiones al castellano: Robert R. Rivas
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